miércoles, 21 de septiembre de 2011

Poemas de Felipe Granados


Una amiga me despertó con un poema que resultó ser de un escritor costarricense de nombre Felipe Granados, así que al solicitarle más de él me invadió con una linda serie de poemas del autor mencionado, de los cuales algunos ahora comparto con ustedes.


Felipe Granados (1976-2009). Fue miembro del grupo literario La Enésima Silla. Escribió artículos para la Revista SoHo y el suplemento Áncora de La Nación, pero fue, sobre todo, un poeta. Publicó Soundtrack (Ediciones Perro Azul, 2005), “El libro de los malos tiempos”, compuesto por sus libros inéditos "POP” y “Los 99 nombres de dios”.​ Falleció a los 33 años en Costa Rica.

Pretty Hate Machine
Nine Inch Nails

a Charles Bukowski

I.

Los vecinos
lo observan con cuidado
el ruido de su máquina
les molesta.


Es un vago
 -dicen-
y vuelven a sus vidas
confortables.


Ayer, por ejemplo,
mientras el empleado de la compañía eléctrica
lo dejaba sin luz,
con una sonrisa los vecinos
murmuraban acerca de su vida,
de todas las cosas que debería hacer.


Miraban su jardín,
potencial amazonas,
miraba su cara de resaca y con baraba
y se marchaban orgullosos
de no tener la vida que le toca.


Es curioso.
Algunas veces
él piensa lo mismo.
Algunas veces
cree que tienen razón.


Pero se emborracha y se le pasa.


II.


Los vecinos
han vuelto a recordarle
que baje el volumen
de la radio
que no pueden dormir,
que ellos trabajan,
que no soportan
el ruido de su máquina cuando escribe.


No puede pedirles que se callen.
No puede pedirles que no trabajen.


Les pide entonces
que se larguen
de una vez por todas
a la mierda,
con gran escándalo de la señora
que lo deja reptar
en esa casa.


Esa casa que padece tantos vecinos.


La máquina sigue sonando como una certera
metrallet

y es una 
hermosa máquina de odio.

One bourbon, one scotch, one beer


Te lloré borracho
como se debe llorar
para que sea genuino.

Te lloré borracho.

Recorrí la ciudad
con ganas enormes
de no llevar mi nombre
sólo para que no me tocara
esta tristeza.

Te lloré
caído en los caños
como un li-po cualquiera
supe entonces
que a veces la luna
se ve mejor desde la alcantarilla.

Te lloré
en un auto de la policía:
es la primera vez
que encierran a un fulano
por el delito menor de la nostalgia.

Te lloré borracho
y en mi delirium tremens
yo creía
que todos los borrachos
te lloraban.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Valor y uso en esa inestable mercancía llamada ser humano

(ECONOMÍA POÉTICA)
 
Mi esposo come todos los días
el plusvalor de mis horas de explotada
(él no lo sabe)
sale a cabalgar las horas
en medio de un extractor de seres humanos

No hay tiempo para el amor
besos caricias sexo para los museos
fábrica entre las piernas
medios de reproducción -cinco minutos-
antes que el autobús me deje

la fábrica canta
cortar cortar cagar
(cinco minutos)
cortar pegar –alarma-
carrera fuera de la prisión

Art Decó en mi rostro
plástico intenso de cabaret para el atardecer
venderse bien
Menos valor
competitiva en el mercado de ahorcados
Más valor
mejor estatus para el deseo
Confundir calidad con cantidad
nivel de vida las cosas que me poseen
calidad de vida atiborrarme de mierdas
en los santuarios del comercio

Fin de semana en misa
dar la otra mejía
mientras el dolor sana
rezo frente a mi lápida:

Dios es ateo
en su magnanimidad acabó con toda competencia

Erick Tomasino
-Reverso del Arcoiris-

Henry Miller me dejó un prólogo

"Por supuesto, hablo del mundo característico de las grandes ciudades, el mundo de hombres y mujeres cuya última gota de jugo ha exprimido la máquina: los mártires del progreso moderno. A esa masa de huesos y botones de cuello es a la que el pintor resulta resulta tan difícil dar vida."


Henry Miller. Trópico de Cáncer. 1934.

martes, 6 de septiembre de 2011

Vivir intensamente

Foto: Letizia P.

Vivir intensamente. Vivir a media voz y no guardar el silencio. Vivir tus paredes, tus aires. Vivir cuando venís y cuando estás por marcharte. No vivir cuando cruzás inmuta la calle. Cruzar tus poros como una lágrima, viviendo.

Transmutarme a través de tu pecho. Refugiarme como una fragata sobre la mar rampante de tu sexo. Vivir como una promesa. Como una carta escrita de tu mirada a la inversa. Esperarte cinco horas o cinco horcajadas, pero viviendo.

Devolverte el aroma, los abrazos, la pasión intensamente. Echar toda mi vida por tu espalda, sintiendo. Volar tus obstáculos, tus miedos, tus vedas de fronteras pasadas. Quizá raptarte a mi lado, viviendo.

También morir intensamente. De fatiga. De preñez derramada en la humedad de tu vientre. Crispados los cabellos, cabalgando. Empuñar mi vergüenza, guardarla bajo la noche como una cerradura. Contarte los días, contar tus respuestas, cada vuelta a la esquina, cada paso en contra. Contar también cada palabra no dicha. Como una llaga en cuarentena. Como una mordaza intensa. Pero también viviendo.