jueves, 6 de noviembre de 2008

Burópolis y el vía crucis


Desde hace un par de semanas he estado con un dolor a la altura del hígado. Al principio sospechaba que fuera una enfermedad hepática por mi creciente afición al licor.

Asustado ayer en la mañana decidí por fín hacer uso de mi calidad de asegurado y, en compañía de mis padres, preocupados por mi evidente malestar, decidimos asistir a la clínica del Instituto Salvadoraño del Seguro Social, Unidad Médica de Chalachuapa.

Como creímos que había unidad de emergencias, "mañaniamos" para que en todo caso me diera tiempo de ir a una reunión luego que ya tenía programada; mas nos topamos con la primera sorpresa: "Acá no hay emergencias, solo consultas y comienzan a las 8:00 a.m." nos dijo el amable portero.

No obstante nos dejó entrar y esperamos en la cafetería -que por cierto a esa hora como todos los demás sitios estaba cerrada- Y venía el primer "retorcijón"

Uno a uno iban entrando los dedicados empleados a quienes veo con cierta admiración pues me los imagino en un rol de sindicalistas (lo caul descarté luego). Después de un par de horas de incierta espera, nos llamaron para recibir la documentación y dirigirnos, según la problemática, al consultorio mas adecuado.

Como a nadie le importaba el orden de llegada, la mayoría en violenta embestida se posicionó en el mejor lugar de la fila. Quedé al final.

Todo paracía bien, pues uno a uno se iban ubicando con "el doctor tal". "la doctora fulana le va atender" "su cita ya pasó pero espere unos minutos para que le atiendan" Ahh! tanta armonía me hacía sentir mejor y por poco olvido de mi angustiante dolor matinal.

De pronto llega mi turno y viendo esa pulcra clínica ensimismado (o debería decir enmimismado), la amable recepcionista me pincha la vejiga y dice en tono calmo: "No le podemos atender, su certificado es el del mes pasado y necesitamos el vigente".

Quuuuueeeee???? bueno, sí yo se, pero es que no he tenido tiempo y además estoy que me cago del dolor. Además el certificado venció hace apenas... cinco días!!

Lo sentimos, vaya a su lugar de trabajo para que se lo den.

Y no aguanto el dolor!!! qué quiere que haga, que me muera (gesto de exageración intentando convencer a la señora).

No importó mi discurso sobre el derecho a la salud y el peligro de las privatizaciones. Pues al final terminé convencido de que la recepcionista tenía razón, con su argumento de llamar al guardia de seguridad, quien con su impecable arma nos mostró la puerta de salida.

Resignados y con los dolores mas agudos, nos dirijimos (mis padres me acompañaron todo el tiempo) a la clínica de salud de mi pueblo El Refugio. Ahí el doctor me atendió, luego de casi tres horas de espera, para recetarme mis buenas ibuprofenos para el dolor y recomendándome hacerme una ultrasonografía para descartar la posibilidad de cálculos en la besícula. El sábado lo sabremos.

Ahora calmo mi dolor y lo hago mas amigable, para suerte de todos ustedes...

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