Erick Tomasino
Las parejas ya no se preocupan tanto por el uso del condón a la hora del coito. Ahora están más preocupadas por usar mascarillas para no contagiarse de otra fiebre que no sea la del gozo. Sabemos con certeza que un beso no transmite el VIH pero, ¿y la influenza A (H1N1)? Dar un paseo, tomarse un café en un lugar público, saludar de manos, darse un beso, está vetado en estos tiempos de fiebres y paranoias y se desata una fiebre por el uso de aparatos virtuales para estar cada vez más independiente de otras personas.
Las parejas ya no se preocupan tanto por el uso del condón a la hora del coito. Ahora están más preocupadas por usar mascarillas para no contagiarse de otra fiebre que no sea la del gozo. Sabemos con certeza que un beso no transmite el VIH pero, ¿y la influenza A (H1N1)? Dar un paseo, tomarse un café en un lugar público, saludar de manos, darse un beso, está vetado en estos tiempos de fiebres y paranoias y se desata una fiebre por el uso de aparatos virtuales para estar cada vez más independiente de otras personas.
En la ciudad de Nueva York se organizó el primer rave silencioso, esta fiesta consistía en que cada persona llegara con su i-pod y bailara escuchando su propia música. La gente que por ahí pasaba veía nada más a un centenar de jóvenes danzando sin percibir ningún tipo de ruidos. Pero ellos, los jóvenes, tenían su música a todo volumen para ellos mismos y sin contar con el resto de los ahí congregados; sin intercambiar una sola palabra ni una sonrisa siquiera. Una fiebre tecnológica sin riesgos de contagio. Toda una muestra de individualismo puro al mejor estilo “made in USA”.
Fiebre por el oro, fiebre por el petróleo. Fiebre insaciable por obtener el mayor lucro. Hasta el planeta tierra se ve contagiado por esta fiebre de tener fiebre, una que los especialistas llaman calentamiento global. Tan elevada está la temperatura que desarrolló otras reacciones conocidas como cambio climático.
Y es que el mundo en general está en crisis dicen los generadores de opinión. Tanta es la fiebre que hasta hay una crisis de identidad. La derecha comenzó a hablar las palabras de la izquierda y la izquierda -a veces- busca las soluciones de la derecha para sanar la crisis.
Tan confundidos nos tiene la fiebre que hasta se nos quitó el hambre. Pero el hambre se nos arrebató a la fuerza como a la fuerza se nos despoja de la comida, pues desde la solidaridad debemos compartir el pan y la tortilla hasta con los automóviles que no tienen de donde alimentar sus tanques y los bolsillos de los dueños de sus fábricas. Aprendimos a solidarizarnos en la pobreza. Y es que la iglesia nos enseñó a multiplicar los panes y los peces, pero raras veces nos dijeron como distribuirlos equitativamente según la necesidad de cada quien.
En El Salvador se desató una inédita fiebre de triunfos, triunfos del pueblo en elecciones, fiebres de fútbol con un triunfo a México que hasta hace poco se especializó en fiebres. Extraña temperatura en este país que se calienta hasta en el más mínimo aspecto.
En estos tiempos de fiebres, las alucinaciones cotidianas van a la orden del día. Lo que no podemos desaprovechar por que ¿qué mejor que una buena fiebre para ensoñarnos y recrear el mundo que nos toca? Y buscar los paños húmedos sin dejar enfriar las cosas y temer a los contagios; sino contagiarnos de las otras fiebres que nos animan y prolongan la vida.
en mi pais, hace años hubo en television un programa humoristico llamado "la pobla", que caricaturisaba al pobre, al marginado y un capitulo, a los lerdos les cortaron la luz justo para una fiesta, la solucion: todos los integrantes de la fiesta con walkman, escuhando la misma musica. en este caso fue la pobreza de la luz y no la fiebre...
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