Desde aquella tarde nada fue igual. Tomé mis pocas cosas y mudé de ciudad en una especie de negación de la realidad, esa que por no estar preparado duele, hiere y a veces huele a estancada. Antes de que amanezca con un pedazo menos de mí inicié un recorrido del cual me es ajeno el destino.
Dias después las calles se me volvieron distintas, estas a veces me sonreían y me ofrecían sueños, sonrisas como poemas, miradas con duda y me sentí alguien nuevo, un poco diferente a mí. De hecho era otro, otro mas, otro mas en la gran ciudad madre del caos. Un poco parecido a lo que quería. Si, nunca estoy conforme, por eso sigo caminando "al lado del camino" pero en calles donde siempre se tropieza y se sigue caminando mientras se sacuden las heridas...
Y comienzan a paracer personas que comparten sus cuentos, a veces de dolor, a veces con aliento a alcohool, a veces con sangre en los labios, en el pecho y en los sueños. Asi está la urbe, llena de sombras en busca de luz con miedo a desaparecer.
Mañana quiza encuentre una nueva historia. Es viernes y los versos andan bailando a mi lado. Quizá alguna mujer me lleve a conocer el alba, o de nuevo despierte buscando una sombra debajo de la almohada preguntando qué pasará después de verme al espejo. De rescatarme de mi angustia y de mi tristeza.
Estoy incomprensible. No me culpen. Es el uso común en estos días de viento y melancolía.
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