Foto: Letizia P. |
Vivir intensamente. Vivir a media voz y no guardar el silencio. Vivir tus paredes, tus aires. Vivir cuando venís y cuando estás por marcharte. No vivir cuando cruzás inmuta la calle. Cruzar tus poros como una lágrima, viviendo.
Transmutarme a través de tu pecho. Refugiarme como una fragata sobre la mar rampante de tu sexo. Vivir como una promesa. Como una carta escrita de tu mirada a la inversa. Esperarte cinco horas o cinco horcajadas, pero viviendo.
Devolverte el aroma, los abrazos, la pasión intensamente. Echar toda mi vida por tu espalda, sintiendo. Volar tus obstáculos, tus miedos, tus vedas de fronteras pasadas. Quizá raptarte a mi lado, viviendo.
También morir intensamente. De fatiga. De preñez derramada en la humedad de tu vientre. Crispados los cabellos, cabalgando. Empuñar mi vergüenza, guardarla bajo la noche como una cerradura. Contarte los días, contar tus respuestas, cada vuelta a la esquina, cada paso en contra. Contar también cada palabra no dicha. Como una llaga en cuarentena. Como una mordaza intensa. Pero también viviendo.
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