Las
calles me reconocerán.
Una
salida que irrumpe
hacia
las vicisitudes .
Los
pasos atropellados
que
se elevan
hasta
que la ciudad parece una postal.
Porque
no queda más que hacer
cuando
hasta los chiles dulces protestan
en
la huelga de la cocina.
Porque
mi casa no es tu casa,
la
tuya tan lejana, la mía que cruje.
Porque
debajo de la mesa
hay
una bolsa negra
con
pedazos de nuestra vida en paquetitos anticuados.
Porque
se nos abre la puerta del mundo
muy
a pesar de mi desdén.
Y
si mi forma de picar los vegetales
te
fascina,
la
vida seguirá igual.
La
calle nos reconocerá,
en
nuestra marcha estrepitosa.
-Soledad Castro-
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