En estos días de intensa desolación, con la lluvia -o sin ella-, mi compañera de trabajo me interrumpe cada cinco segundos para recordarme lo mediocre que soy solo por abandonar la universidad. Mientras busco entre esos cuatro segundos restantes un correo con ojos vivaces desde este lado de la computadora.
Anoche bebí hasta abandonarme. La chica de la barra paró de bailar y me quedé ebrio de mi. Suele pasarme. Entonces mi cabeza rodó sobre una almohada buscando unos ojos fugaces desde ese lado de la cama. No es necesario recordar que ella no estaba a mi lado.
Y hoy cómo me martilla en la cabeza el sonido de estas teclas, mientras escribo esto que si hubiera hecho caso a mamá podría parecerse a un poema. Mientras llevo varias tazas de café encima de mi úlcera (apenas son las 10:59 de la mañana y me volvió el sueño) y como me gustaría beber un fresco de horchata con hielo.
Mas tarde buscaré volver a una casa que por ratos me deprime. Veré su foto sonriendo como si en verdad estuviera ahí. Su suéter y los peces que me hizo llevar a casa como si en verdad estaría ahí. Me sentaré en el colchón que ha perdido su aroma y me acordaré de mi compañera de trabajo diciendo cada cinco segundos lo mediocre que soy. Y en silencio quizá le de la razón.
Ya no fumaré de sus labios me anuncia un poema escrito por mi mano.
Anoche bebí hasta abandonarme. La chica de la barra paró de bailar y me quedé ebrio de mi. Suele pasarme. Entonces mi cabeza rodó sobre una almohada buscando unos ojos fugaces desde ese lado de la cama. No es necesario recordar que ella no estaba a mi lado.
Y hoy cómo me martilla en la cabeza el sonido de estas teclas, mientras escribo esto que si hubiera hecho caso a mamá podría parecerse a un poema. Mientras llevo varias tazas de café encima de mi úlcera (apenas son las 10:59 de la mañana y me volvió el sueño) y como me gustaría beber un fresco de horchata con hielo.
Mas tarde buscaré volver a una casa que por ratos me deprime. Veré su foto sonriendo como si en verdad estuviera ahí. Su suéter y los peces que me hizo llevar a casa como si en verdad estaría ahí. Me sentaré en el colchón que ha perdido su aroma y me acordaré de mi compañera de trabajo diciendo cada cinco segundos lo mediocre que soy. Y en silencio quizá le de la razón.
Ya no fumaré de sus labios me anuncia un poema escrito por mi mano.
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