martes, 12 de noviembre de 2024

Nuevamérica. Grupo salvadoreño de música popular

 

Por: Erick Tomasino.

Nuevamérica fue un grupo musical fundado por Francisco Hernández Quele, Ricardo Chávez, Luis Ángel Alvarado “Chito” y María de la Paz Muñoz “Pacita” en julio de 1984. Ese mismo año se integran a la Asociación Salvadoreña de Trabajadores del Arte y la Cultura [ASTAC].

Este grupo vocal incluye en su instrumentación guitarras, bombo, percusiones menores, vientos y por supuesto voces. Interpretan temas de autores de la nueva canción latinoamericana y algunos de autoría original.

Más adelante, al salir Francisco Hernández Quele, llega René Aguilar, quien después de unos meses no pudo seguir; un poco después llegan de la parroquia San Francisco de Asís de Mejicanos Oscar Fernández (vientos) y Lorena Santillana (que hace voces y percusión) y también se incorpora la poeta Nora Méndez de quien interpretan varias de sus composiciones musicales como "Orígenes", "Salvador Ubau", entre otras.

Entre las canciones más reconocidas de su repertorio estaban: Amiga (tema original de Armando Munguía), El sombrero azul, El rio está llamando, La fiesta de los animalitos, Josefina, No al rockanrolón.

El grupo se presenta en actividades de los movimientos populares, en El Salvador y Centroamérica, incluyendo varias actuaciones organizadas en la Universidad de El Salvador.

Siendo uno de los mayor actividad, lamentablemente el grupo no llega a realizar ninguna grabación de sus canciones, los pocos registros que existen son algunas tomas de vídeo realizadas por la Secretaría de Comunicaciones de la Universidad de El Salvador.

El grupo cierra su vida artística con su participación en el histórico festival “Un canto por la paz con soberanía e independencia” de abril de 1988, y aunque no fueron incluidos en el álbum Live from El Salvador, la icónica portada de ese álbum -que se publicó en 1991- muestra a Lorena Santillana en una imagen del fotógrafo Steve Cagan.

Nuevamérica fue uno de los grupos de la música popular salvadoreña de mayor actividad, quedando en la memoria de quienes reafirmaron su compromiso por la transformación social a través de las canciones que interpretaban como expresión de su tiempo.

Mira el vídeo homenaje en youtube:


 

jueves, 17 de octubre de 2024

Mártires campesinos en El Salvador

Mártires campesinos en El Salvador


Por: Erick Tomasino.

A mediados de la década de los 60s en El Salvador, se impulsaron importantes esfuerzos para organizar al campesinado. En 1965, aisladas asociaciones campesinas se unieron para formar la Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños (FECCAS), una organización interesada en la distribución de la tierra, los salarios y las condiciones de vida en el campo.

Esta organización que nació bajo auspicio de la iglesia católica influenciada por la teología de la liberación, paulatinamente se fue radicalizando hasta lograr su autonomía y a finales de aquella década se planteó como programa la reforma agraria integral, la libertad sindical, la unidad de los trabajadores y las trabajadoras y el cooperativismo como complemento del sindicalismo.

Posteriormente, en los primeros años de los 70s gracias a la participación de estudiantes de la Universidad de El Salvador, muchos de ellos de procedencia campesina, se facilitó el surgimiento de la Unión de Trabajadores del Campo (UTC).

En un artículo de Alfonso Goitia y Ernesto Galdámez titulado “El movimiento campesino en El Salvador: evolución y lucha” se señala que:

«Aún y cuando en sus inicios estas organizaciones tuvieron derroteros independientes, su diario contacto con las bases campesinas, la similitud de las prácticas políticas observadas, la coincidencia de los objetivos perseguidos, la conciencia de trabajar con y para los mismos sectores populares y la afinidad ideológica de sus plataformas de luchas, las terminaron conduciendo a crear -en 1975- la Federación de Trabajadores del Campo (FTC). Este sería el bastión promedio del cual el movimiento campesino empezaría a decantar como una fuerza social revolucionaria de corte popular». (Goitia y Galdámez, 1993, p. 638).

La fortaleza de estas organizaciones se legitimaba en parte por el liderazgo carismático de sus dirigentes en el que sobresalía la figura de Apolinario Serrano “Polín”, trabajador agrícola y celebrador de la palabra que llegó a ser Secretario general de FECCAS y también de la FTC. El avance de la organización campesina junto al desarrollo del movimiento popular se materializó en el compromiso por la tansforamción de la sociedad construyendo poderosos instrumentos de lucha reivindicativa y política.


 
No obstante, el 29 de septiembre de 1979 “Polín” junto a otros tres dirigentes campesinos fueron emboscados y asesinados cerca de un retén militar frente al Cuartel de Caballería, en el kilómetro 27 de la carretera panamericana que de Santa Ana conduce a San Salvador, a la altura de San Juan Opico. Estos otros tres dirigentes eran: Patricia Puertas “Ticha”. Dirigente campesina y Secretaria de Relaciones de la Federación de Trabajadores del Campo-FTC. Félix García Grande, Secretario de Finanzas de dicha Federación a la cual llegó como dirigente de FECCAS y José Apolinario López Velázquez conocido como “Chepe López” quien era el Secretario de Conflictos.

Como una forma de recordar su legado, cada año las comunidades campesinas organizadas realizan actos conmemorativos, de forma particular en las comunidades de origen de los recordados dirigentes o en aquellos lugares que retomaron sus nombres para bautizar alguna población; además de ello, se cuenta con algunas composiciones musicales como una forma de tener presente el aporte de tan destacados dirigentes:

Una de ellas es el «Corrido a Polín Serrano, José López, Patricia Puertas y Félix García». Interpretada por Antonio Alas y María Alas. Del compositor y músico Paulino Espinoza, están las canciones: «Patricia Puertas, un día como hoy» en la voz principal de Claudia López y el «Corrido a Apolinario Serrano» interpretada por María Inés Ochoa.

La historia de la lucha popular salvadoreña está llena de innumerables ejemplos en los que los poderes dominantes han intentado acallar a quienes se rebelan; sin embargo, las aspiraciones y esfuerzos por construir un mundo más justo prevalecen y así nos lo afirman los actos y lugares de memoria y por supuesto las canciones que las cuentan.
A continuación un vídeo homenaje que incluye las canciones antes mencionadas:



lunes, 2 de septiembre de 2024

La Misa Popular Salvadoreña


L
a Misa Popular Salvadoreña

Compuesta por el cantautor Guillermo Cuéllar, la Misa Popular Salvadoreña forma parte del corpus de misas populares creadas en Centroamérica junto a la Misa Popular Nicaragüense (1968) y la Misa Campesina (1975); de acuerdo a López Vigil en el documento «Misas Centroamericanas. Transcripción y comentario teológico»:

«La misa popular salvadoreña nace en medio del trabajo pastoral de las comunidades de base de San Salvador, en los años [de] 1978 a 1980. Sus cantos son producto del acompañamiento pastoral dado a las [Comunidades Eclesiales de Base] de San Salvador, concretamente de la parroquia Zacamil y de la parroquia de la Resurrección.

La misa popular salvadoreña es fruto, en letra y música, de Guillermo Cuéllar (Pikín) trabajando en colaboración en medio de estas comunidades de base, con la asesoría teológica del P. Plazido Erdozain». (1988, p. 21).

Cronista de la iglesia popular -en palabras del también músico Paulino Espinoza- Guillermo Cuéllar escribe a petición de Monseñor Romero un cántico al Divino Salvador del Mundo para ser interpretado en las festividades dedicadas al patrono católico de San Salvador. A raíz de esa solicitud compone el tema «Gloria al señor». Monseñor Romero se refiere a él en su última homilía dominical del 23 de marzo de 1980.

«Una nota simpática, también, de nuestra vida diocesana: que un compositor y poeta nos ha hecho un bonito himno para nuestro Divino Salvador. Próximamente, lo iremos dando a conocer: ‘Vibran los cantos explosivos de alegría, voy a reunirme con mi pueblo en catedral, miles de voces nos unimos este día, para cantar en nuestra fiesta patronal’. Y así siguen estrofas muy sentidas por el pueblo. La última es muy bonita: ‘Pero los dioses del poder y del dinero, se oponen a que haya transfiguración, por eso, ahora vos sos, Señor, el primero, en levantar el brazo contra la opresión». (Mons. Óscar Romero).

El canto de Gloria es la composición principal de la Misa, el disco es completado con canciones que Guillermo Cuéllar había compuesto desde 1976 producto de su experiencia con las CEBs inspirado en las enseñanzas del Padre Rutilio Grande a quien acompañó en su labor pastoral y de Monseñor Oscar Romero con quien trabajó en el Arzobispado de San Salvador.

La Misa Popular Salvadoreña fue grabada en agosto de 1980 en México con la participación del grupo Yolocamba I Ta y la Banda Tepehuani, acompañado de la mexicana Cecilia Regalado y del escritor Luis Melgar Brizuela; y gracias al apoyo de Monseñor Sergio Méndez Arceo, obispo de Cuernavaca, reconocido impulsor e ideólogo de la Teología de la Liberación y creador de la Misa Panamericana (Galí, p. 178). La obra musical es reconocida como uno de los principales documentos producidos por la teología de la liberación.

«La misa popular salvadoreña es por tanto una de estas expresiones poético-musicales que tiene la particularidad de reunir en su contexto creativo compositivo, la doctrina teológica pastoral de dos santos de la iglesia de América. Rutilio Grande y Mons. Oscar Romero». (Uribe Ulloa, 2021, p. 123).

Su primera edición fue realizada en Colombia con un tiraje reducido y distribuido para el movimiento de solidaridad cristiana entre noviembre y diciembre de 1980, la Misa fue acreditada al grupo Yolocamba I Ta. Luego le siguen varias publicaciones en varios países como por ejemplo: Pläne, Alemania 1982; Solidaridad, Holanda, 1982; Otra edición en Canadá en 1984; Suomen Kristillinen Ylioppilasliitto, Finlandia, 1984; Prensa Vinga, Suecia, 1988; entre otras. Sus ediciones más recientes que pueden encontrarse en plataformas digitales son: «Misa popular salvadoreña veinticinco aniversario» grabada por el grupo Exceso de Equipaje (Musa, 2005).

Valga mencionar que algunos sacerdotes de línea conservadora pretendieron prohibir la Misa Campesina Salvadoreña, así como se había solicitado la prohibición de la Misa Campesina Nicaragüense. Pero esta se ha seguido cantando en los actos de la iglesia popular que la ha hecho propia, pues:

«esta misa salvadoreña es una pieza antológica de una teología y espiritualidad enmarcadas dentro de una lectura histórica de la fe cristiana, madura y bien elaborada, dentro del contexto de la lucha popular liberadora… La misa fue y sigue siendo un instrumento pedagógico y concientizador. Y sigue siendo hoy una pieza maestra de la espiritualidad liberadora del pueblo salvadoreño». (Vigil, 1988, p. 23).

La Misa fue interpretada de forma completa por primera vez junto a otras canciones dedicadas al Obispo Mártir en un concierto realizado en el año 2018 con la participación de Guillermo Cuéllar, miembros históricos de los grupos Yolocamba I Ta, Tepehuani, Cutumay Camones, Güinama; así como también de Signo Azul, Son ¾, las Musas Desconectadas y la Cayetana.

La Misa Popular Salvadoreña es una obra musical de importancia histórica que cuenta con múltiples ediciones y ha sido traducida a varios idiomas. Su contenido pedagógico ha trascendido lo meramente religioso y su aceptación se ha expandido a eventos ecuménicos, tanto que sus canciones son interpretadas no solo en las misas sino que también en aquellos actos organizados por el pueblo que ha sabido recibir su mensaje esperanzador y liberador.


Misa Popular Salvadoreña

  1. Canto de entrada. Vamos todos al banquete

  2. Señor, ten piedad (dedicada a los mártires del Despertar, P. Octavio Ortíz)

  3. Gloria. Gloria al Señor

  4. Canto interleccional. Nosotros pensamos que era la verdad

  5. Ofertorio. Todos te presentamos

  6. Santo, santo, santo. Santos horizonte

  7. La paz / Cordero (el destazado en la cruz)

  8. Canto de comunión. El banquete ya está listo

  9. Canto de meditación. Canto de Eclesiastés 3:3. Todas las cosas tienen su tiempo (Paulino Espinoza)

  10. Canto de despedida. Cuando el pobre crea en el pobre

 

Fuentes consultadas

Galí Boadella, Montserrat. (2002). Música para la teología de la liberación. Anuario de Historia de la Iglesia, 11: 177-188. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra.

Uribe Ulloa, Héctor. (2021). Misa popular salvadoreña: banquete y transfiguración. En revista Anales de la teología de la Universidad Católica de la Santísima Concepción. Volumen 23.1. Concepción. Pp. 109-132.

Vigil, José María y Torrellas, Ángel. (1988). Misas Centroamericanas. Transcripción y comentario teológico. Managua: Centro Ecuménico Antonio Valdivieso y Comunidades Eclesiales de Base de El Salvador.


 


 

miércoles, 21 de agosto de 2024

THC: EL VIAJE EDITORIAL CON LUIS BORJA

THC: EL VIAJE EDITORIAL CON LUIS BORJA


Por: Erick Tomasino.

Primera calada...

Al hacer memoria de lo vivido con una persona, más allá de seleccionar un acontecimiento también elegimos la dimensión de la que queremos dar cuenta a riesgo de ningunear la diversidad de sucesos y facetas que quedan fuera del relato. A Luis Borja suele recordárselo más por su oficio de poeta pues es común que la exclusividad del recuerdo se confiera a partir de aquel aspecto de la persona en la que más éxitos se ha obtenido, esto expresado en nombramientos o reconocimientos materiales. En el caso de Luis al acotarlo a la figura (o etiqueta) de poeta, se niega a la persona polifacética que era. Su imagen de un joven lleno de proyectos en la cabeza como herramientas en la mochila de un obrero o la del sombrero de un mago, representa el talento de Luis de convertir los sueños en realidades en distintos ámbitos de la vida. En todo caso y por esta vez, he querido hacer memoria del viaje de Luis Borja como editor.

Agarrando viaje...
Este viaje inicia con la modestia de un joven y marginal poeta nacido un 21 de agosto de 1985 en Ahuachapán y formado como escritor en el Taller del Parque de esa ciudad que, entusiasmado y seguro de lo que escribe, decide dar a conocer sus textos. La falta de recursos y de contactos le obligan a realizar todo el proceso para presentar su primer poemario con los medios a la mano: desde la digitalización de los textos en algún cibercafé o en la computadora de algún amigo, a sacrificar los gastos asignados a otros rubros para imprimir la cantidad de ejemplares posibles y repartirlo entre sus allegados o a poetas consumados. Así hace su primera [auto]publicación con el libro al que llama «Letrosis», un folleto sencillo en su aspecto pero potente en su contenido. En su portada cuenta con una ilustración del también poeta y artista plástico Noé Lima. Corre el año 2009.

Tapa de la primera edición de Letrosis

Una gran fumada...
Pasan algunos años y llega el 2013. Desde hace algún tiempo, casi cada fin de semana recibo la visita Luis, antes de prepararnos para ir a parrandear, lo sorprendo hurgando entre mis libros, lo observo palparlos, manipularlos con ambas manos, olerlos como quien intenta descubrir un secreto. Le presento algunos de mis textos, él me habla de los suyos, entre infinitos temas de conversación hablamos de literatura y de publicar nuestros trabajos. De la nada, como buen boxeador me lanza una de sus grandes fumadas (en sentido metafórico, claro está): crear nuestra propia editorial. Le tomo la palabra.

En el Barrio de la San Luis recién se ha abierto un nuevo espacio llamado Clandestino que propone una agenda con actividades artísticas, en una de esas me invitan para organizar una lectura de poesía. Se lo digo a Luis que por entonces es al único poeta que conozco y al que le tengo confianza y él a su vez invita a Noé Lima; entre los tres realizamos el 29 de mayo de 2013 el recital «Bajo la luz agónica: poemas de cantina». La gente de Clandestino nos ofrece imprimir alguno de nuestros poemarios, yo decido publicar una edición resumida de un trabajo llamado «Reverso del arcoíris» y Luis hace lo mismo con «Letrosis». El Clandestino imprime 20 ejemplares de cada uno que se reparte entre las personas asistentes. Esas serán las primeras publicaciones en físico que llevan un sello que dice THC Editores; sello que Luis viene pensando desde hace un tiempo para publicar un libro de relatos llamado «Tortugas fucsia».


El nombre de THC es una provocación, son las siglas de «Trabajos Honestos y de Calidad». Queremos producir libros con buena apariencia. Pensamos que es posible hacer publicaciones de calidad tanto en forma como en contenido y en una formato accesible en precio. Y en ese momento fundacional creemos que THC Editores debe ser una editorial independiente que busque promover la literatura de autores marginados por la industria editorial. «En ese sentido nace como una propuesta contrahegemónica y con la visión de compartir con todas y todos la cultura» nos decimos.

Esta onda ya va pegando...
Ver nuestros trabajos en físico en una presentación aceptable y con la posibilidad de gestionar una publicación nos entusiasma tanto que decidimos formalizar nuestro proyecto editorial. En ese vacile nos encontramos cuando le pedimos recomendaciones a Berne Ayala y Leonel Ladino que tienen experiencia con la editorial Expedición Americana; también contamos con el apoyo incondicional de varias personas que nos asesoran y acompañan en aspectos técnicos y financieros. Decidimos publicar mi libro «La llaga desnuda» que ve la luz en marzo de 2014. A tropezones lo conseguimos sacar, nos faltaba encontrar gente dispuesta a adquirirlo.

En 2015 hacemos un análisis del panorama de las editoriales en El Salvador en el que concluimos: «Al igual que en el resto de la región, el panorama de las editoriales en El Salvador es copado por empresas editoras que dominan el ambiente, básicamente las provenientes de la gran industria de libros y quienes imponen el tipo de literatura para el consumo. Es así que se opta más por autores reconocidos a nivel mundial por encima de autores nacionales que no responden a [sus] criterios comerciales». (Proyecto y Plan de trabajo THC Editores, 2015). Realizando un mapeo de las editoriales salvadoreñas, identificamos que lo más destacado es lo que hacen la estatal Dirección de Publicaciones e Impresos (DPI) y también editoriales universitarias como las de la UCA, UTEC, UDB, por mencionar las que para ese tiempo tienen un trabajo más constante de publicación. Curiosamente en ese momento no mencionamos a la Editorial Universitaria de la UES.

Por otra parte –continua nuestra lectura– «las editoras independientes en El Salvador responden a los colectivos y/o individuos que buscan publicar y difundir la obra de autores que por una u otra razón no son publicados ni publicables por la industria y para posicionarse frente al monopolio, así como por el poco acceso que se tiene con las grandes editoras. Muchas de ellas por los escasos recursos con los que cuentan, se limitan a autores cuyo trabajo es conocido en los ambientes en que estos grupos se desenvuelven con limitadas posibilidades de expandirse; y también están las autopublicaciones, muchas de ellas elaboradas de forma artesanal o con poca calidad [respecto a los materiales empleados] debido a las carencias financieras de sus autores». (Proyecto THC Editores, 2015). Algunas editoriales que identificamos que consideramos como independientes y que vemos como afines son: Expedición Americana, Índole Editores, La Sorda Editorial, Editorial Del Gabo, La Fragua y Editorial Equizzero.

Primeros libros publicados como THC.

Pongámonos serios...
Como THC Editores nos proponemos promover la literatura de autores marginados que no tienen cabida en la industria editorial de ese entonces. Conversamos con amistades que trabajan con editoriales independientes para conocer sus experiencias y decidimos contactarnos con algunos jóvenes escritores y otros que, teniendo trayectoria, no habían sido publicados. Algunos nos confían sus textos, muchos no nos toman en serio. En algún momento se nos ocurre hacer un encuentro con varias de esas editoriales independientes que de como resultado la creación de una Red que sirva de apoyo mutuo, para poder mejorar la calidad de las publicaciones, ampliar una red de intercambio y comercialización y buscar mecanismos para la reducción de costos de producción. No lo conseguimos.

En ese mismo plano consideramos la creación de una revista que divulgue el quehacer artístico y la producción académica tanto en el ámbito literario y cultural; se nos ocurre la creación de la «Revista Pacún. Cultura y Literatura Centroamericana» que sería algo así como el órgano de difusión del Proyecto de THC. Este objetivo tampoco lo concretamos aunque recibimos trabajos de varios noveles poetas que buscan una ventana para dar a conocer sus trabajos.

¿Qué trip…?
Paralelo a esto, Luis continua sus estudios dedicando especial atención a los acontecimientos relacionados a la matanza de indígenas y campesinos de 1932, desarrollando su proceso como investigador social, publicando artículos y apoyando varios estudios que le permiten ejercitar un estilo más académico de escritura. Su interés por el 32 y sus impactos en la cultura salvadoreña se concreta en su tesis de grado: «Configuración de la identidad salvadoreña por medio de la literatura, como parte de las políticas centrales del martinato» (UES, 2013); estudio que le sirve como base para su ulterior poemario Umit, con el que ganará la VI edición del prestigioso Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador en 2019. Algunos de sus artículos y relatos los publica en sus blogs «Iguanas y Rock» y «Apuntes: el otro blog de Luis Borja». Ahí siguen.

En 2014 Borja gana el Accésit del XXIV Premio Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma con su obra «El Disparo. Cuentos del Barr(i)o», publicado ese mismo año por la editorial Visor. Esto es un impulso enorme en su carrera literaria, abriéndole muchas puertas al ser considerado como un poeta “serio” y “laureado”. En el caso de THC, este deja de ser un experimento y una excusa para autopublicarnos y adquiere cierto interés ya no solo para escritores marginales.

Obtener un reconocimiento internacional representa tensiones para Luis al cuestionarse si eso es la cúspide de su carrera y si todo lo que viene después vale la pena, tensión que resuelve de cuatro maneras: 1) Seguir apostando a la autopublicación, por ello saca como THC los poemarios «Mi hombro es una lágrima» en 2016 y «Un labial para las muertas» en 2017; 2) Participar en certámenes internacionales que incluyan como premio la publicación de la obra, porque como bien coincidimos, lo que queda de un escritor es su obra puesta a disposición del público. En 2019 con «Umit» obtiene el premio internacional ya mencionado; 3) Cediendo sus textos a revistas y editoriales independientes que le son afines y 4) Continuar con la promoción de otros poetas a los que considera marginales. Esto hace que se invite a poetas amigos para publicar en 2016 una antología que se llamará «Subterránea Palabra» en la que él mismo no se incluye pero en la que escribe un ensayo a manera de prólogo que manifiesta su lectura del panorama de la poesía salvadoreña de ese momento.

Así salen unos cuantos trabajos más, propios y de otros escritores, tratando de hacerlo mejor en cada libro. Con todo ello y compaginando su oficio como poeta, otro de los objetivos de Luis es la publicación de un texto académico, algo que tiene reservado una vez termine sus estudios de maestría. También inicia por trabajar un libro sobre el testimonio de la militancia política de un veterano del ERP. Mientras afina su siguiente libro que publicaría con nuestro sello editorial titulado «Fosa séptica» y que tiene como eje temático las personas desaparecidas en El Salvador. Desafortunadamente ese trabajo y otros tantos quedan inéditos. «La sonrisa de la jícara. Ensayos sobre la pandemia» del Dr. Rafael Lara Martínez, es el último libro que THC Editores publica bajo la dirección de Luis Borja.

Algunas publicaciones de THC Editores.

Al final de este viaje...
Este sello editorial que fundamos en 2013 contribuye para que Luis desarrolle una relación en distintas dimensiones con los libros: del lector acucioso y escritor potente a la de editor riguroso; experiencia que le será útil para su nombramiento como director de la Editorial Universitaria en la Universidad de El Salvador a finales de 2019, trabajo al que se dedica de lleno y con el compromiso y entusiasmo que lo caracteriza.

La pandemia de Covid-19 frena muchas de sus iniciativas no así su actividad creadora pues en plena pandemia propone el proyecto audiovisual #poesíacontraelagobio del cual dice: «surge de la necesidad de entablar un diálogo en estos momentos de crisis, encierro y agobio, con autores salvadoreños que, a través de su discurso poético, han planteado distintas rutas para comprender el mundo. Es un proyecto abierto para todo el mundo (sic) que quiera participar y proponer y visibilizar la poesía salvadoreña que nos cobija en estos tiempos». Así Luis no deja de construir sueños y hacernos cómplices de ellos a varias personas, pero la noche del 3 de marzo de 2021 nos sorprende la noticia de su fallecimiento, su viaje personal ha tomado un giro inesperado y por mucho tiempo difícil de asimilar, sus múltiples e interminables proyectos se van con él en su mochila cargada de ideas. Sin la presencia física de Luis, se acaba entre muchísimas otras cosas el viaje como THC Editores, pero el recuerdo queda plasmado en cada uno de los trabajos que publicamos gracias a su ímpetu y entusiasmo.

… Otra calada
Gracias a la familia de Borja, a finales de 2022 pude tener acceso a una carpeta con toda la obra literaria de Luis. Después de un proceso de revisión y ordenamiento, en 2023 la Editorial Universitaria de la Universidad de El Salvador publicó el título «Luis Borja Obra Completa» aunque en esa edición sólo aparecen los poemarios anteriormente publicados. Seis poemarios más y dos libros de relatos se mantienen inéditos, así como una serie de artículos diseminados en revistas y blogs que haría falta organizar para completar su obra escrita. Ese ya sería otro viaje.
Tapa de Fosa séptica (inédito).


Santander, 21 de agosto de 2024.

jueves, 8 de agosto de 2024

Virginia Peña Mendoza

 

Virginia Peña Mendoza

Por: Erick Tomasino.

Virginia Peña Mendoza nace en San Salvador el 8 de agosto de 1952. Desde joven mostró sensibilidad para la poesía, la danza y la música, convirtiéndose en fundadora del grupo musical Mahucutah. Estudió licenciatura en Física en la Universidad de El Salvador, destacándose como dirigente del movimiento estudiantil, además de estudiar interpretación en la escuela de música del Centro Nacional de Artes donde aprende a tocar varios instrumentos.

Perteneciente a una familia de capas medias, hija de un militar de corte progresista y hermana de luchadores revolucionarios, Virginia desarrollará sus inquietudes rebeldes que le llevarán a la elaboración artística y a la militancia política en el contexto de los procesos de liberación y de la nueva canción latinoamericana.

Con Mahucutah crea varias canciones, algunas de ellas como “Pelea” y “Cargamento” son incluidas en una grabación producida por DICESA en 1976. Con este grupo realizan varias presentaciones en festivales, actividades gremiales, de los movimientos populares y también en la Televisión Educativa de El Salvador-TVE. La presentación en televisión abierta fue grabada; sin embargo, esos archivos serán “desaparecidos” cuando se desata el conflicto armado salvadoreño a inicios de los 80.

En una reseña biográfica compartida en el sitio ResumenLatinoamericano se destaca de Virginia:

En 1972 se convierte en militante del Ejército Revolucionario del Pueblo ERP, realizando tareas clandestinas de apoyo a la naciente guerrilla. En 1974 viaja a La Habana, donde estudia durante un año marxismo y economía política. Regresa a El Salvador y decide incorporarse en la filas de Las Fuerzas Populares de Liberación FPL, convirtiéndose en la compañera “Susana”.

A finales de 1975, después de la caída en combate de su hermano, el comandante Felipe Peña Mendoza, “Chana” pasa a la total clandestinidad y asume la dirección del movimiento campesino, destacándose como responsable y pionera de toda una generación de cuadros que impulsaron y generalizaron la lucha popular y combativa. Pasa a formar parte de la Comisión Nacional de Masas de las FPL y ahí continúa su trabajo revolucionario.

En 1983 se incorpora al Estado Mayor Apolinario Serrano de las FPL en Chalatenango, funda la brigada Felipe Peña Mendoza y se destaca como dirigente guerrillera. En los frentes de guerra sigue escribiendo poemas e interpretando canciones dedicadas a la lucha del pueblo salvadoreño.

Virginia Peña Mendoza, la Comandante “Susana” o “Chana”, cae en combate junto a otros combatientes el 12 de julio de 1986.


Fuente:

El Salvador. Memoria: El 12 de julio de 1986 caían en desigual combate la comandante Chana y otros guerrilleros del FMLN:

https://www.resumenlatinoamericano.org/2024/07/11/__trashed-22/

domingo, 4 de agosto de 2024

Exceso de Equipaje


Exceso de Equipaje

Por: Erick Tomasino.

Uno de los grupos referentes de la música popular salvadoreña de la post-guerra y de la nueva canción latinoamericana que surgió a mediados de los 90 y que fue consolidándose con el tiempo es sin lugar a dudas Exceso de Equipaje.

Fundado por tres experimentados músicos y compositores: Guillermo Cuéllar, Paulino Espinoza y Álvar Castillo, quienes ya habían coincidido en el grupo Yolocamba I Ta de inicios de la década de los 80. Esta formación se presenta por primera vez en público el 11 de julio de 1996 .

El nombre de la agrupación hace referencia a la abundante experiencia que los músicos fundadores aportaron desde el inicio: Paulino Espinoza como miembro fundador del grupo Yolocamba I Ta en el que compartió varias de sus composiciones y que también además estuvo en el grupo Cuestarriba; Álvar Castillo, formado en composición musical quien había sido también miembro del grupo Mayo de finales de los 70s y Guillermo Cuéllar que entre su basta experiencia se puede mencionar el haber sido miembro del grupo Sembrador, integrante de la Banda Tepeuani; además de ser el autor de la Misa Popular Salvadoreña, una producción que cuenta con múltiples ediciones en diversos países.

Esta formación original cambiará en 1998, cuando Álvar Castillo deja la agrupación y se incorpora al músico, maestro, director y compositor Juan Carlos Berríos; en 1999 tras el retiro de este se integra al tecladista Alberto Masferrer quien recién había sido separado de la Internacional Orquesta de Los Hermanos Flores y que estuvo desde 1999 hasta su deceso en el año 2006. Luego del fallecimiento de Masferrer, regresa a la alineación Juan Carlos Berríos. De esa forma Exceso de Equipaje se mantiene siempre como trío aunque contando con colaboraciones puntuales de otros músicos.

Discografía:

Regalo para el niño (1997)

Misa mesoamericana (2000)

Dos Alas, poemas musicalizados de Alfredo Espino (2000)

Canasúnganana (2003)

Misa popular salvadoreña (25 aniversario de la primera edición) (2005)

El grupo realiza innumerables presentaciones en festivales de música popular, en universidades, en eventos de las comunidades históricas; además de hacer giras internacionales como por ejemplo: 1997 y 1998: Nicaragua. 1998 y 1999: Wisconsin, MN, y Los Ángeles 2003: Kansas, USA, 2009: País Vasco, Estado español. Escenarios en los que han compartido con músicos de música popular de diversas nacionalidades y generaciones.

La mezcla de bagaje cultural y claro posicionamiento político, hacen del grupo Exceso de Equipaje uno de los referentes de la música con compromiso social; es la conjunción de talentosos músicos que con sus originales producciones siguen aportando al repertorio de la música popular desde El Salvador.


Agradecimiento especial a Guillermo Cuéllar por aportar mucha de la información para este texto.

Fuentes:

Cuéllar, Guillermo. Comunicación personal. 27 de abril de 2024.

Exceso de Equipaje http://expaje.blogspot.com/2007/01/exceso-de-equipaje.html?m=0

jueves, 25 de julio de 2024

Canciones dedicadas a Anastasio Aquino

Aquino. Mural ubicado en la UES-FMOcc. Autor: Netómar.

 

Canciones dedicadas a Anastasio Aquino

Por: Erick Tomasino.

Anastasio Aquino Mártir fue un dirigente indígena campesino, trabajador de los obrajes de añil, perteneciente al pueblo de Los Nonualcos. Nació en el municipio de Santiago Nonualco del departamento de La Paz el 16 de abril de 1792 y fue asesinado y posteriormente decapitado el 24 de julio de 1833 en el municipio de San Vicente del departamento del mismo nombre.

Se le reconoce por ser el líder de la rebelión indígena de 1833, alrededor de su figura se agrupó un ejército popular que llegó a sumar unos 3mil hombres para luchar por la defensa de los derechos de la población indígena y en contra del gobierno de Mariano Prado, entonces Jefe del Estado de El Salvador quien depondría el puesto el 9 de febrero de aquel año, sucedido por Joaquín de San Martín.

Al respecto del significado de nonualco, en el libro La gesta de Anastasio Aquino (Una aproximación histórica), su autor Jorge Barraza Ibarra refiere:

El término nonualco tiene varios significados, según opinión de diversos autores: Pedro Geoffroy Rivas en su "Toponimia nahuat de Cuscatlán" lo define así: nunutsa = hablar, cuali = bonito, y co = sufijo locativo; entonces nonualco significaría: "lugar donde hablan bonito". Para Raúl Bonilla, la palabra se descompone en nonual = mudos y co = sufijo locativo, interpretándolo como "lugar de mudos". (2001, p. 106).

El levantamiento indígena de 1833 personificada en la figura de Anastasio Aquino como un «símbolo de rebeldía» ha inspirado la creación de diversos productos culturales incluidos por supuesto canciones, algunas de ellas son las que quiero compartir en el siguiente listado:

Anastasio, rey de los nonualcos - Banda Tepehuani


Anastasio Aquino - Yolocamba I Ta

 

El indio Anastasio Aquino - Zunca


Anastasio Aquino - Teosinte
 

 Anastacio Aquino, Rey de los Nonualcos - Luis López Ayala


Aquino - Indezoquixtia


Anastasio Aquino - Oscar Olano


 

Debo mencionar también que en la década de los 80s del siglo 20, se registran dos grupos llamados al igual que el histórico personaje: el grupo formado a inicios de la década Anastasio Aquino y el formado en EEUU por Luis López Anastacio Aquino. (Hacé clic en los enlaces para saber más).

Este listado se limita a canciones disponibles en la plataforma youtube, si conocés de otra canción inspirada en la lucha de Anastasio Aquino, hacémelo saber y con gusto lo agrego por acá.

viernes, 31 de mayo de 2024

PSICOLOGÍA COMUNITARIA Y PROCESO DE CONCIENTIZACIÓN

 

PSICOLOGÍA COMUNITARIA Y PROCESO DE CONCIENTIZACIÓN1

Erick Tomasino2.

«No se puede ser un trabajador social, y ser como el educador que es un técnico fríamente neutral. Guardar silencio acerca de nuestras opciones, ocultarlas en la telaraña de la técnica o disfrazarlas pretendiendo neutralidad, no constituye una posición neutral; por el contrario ayuda a mantener el statu quo. Consecuentemente necesitamos clarificar nuestras opciones políticas a través de experiencias también políticas.» -Paulo Freire-.

Introducción

Como toda acción social, el trabajo del psicólogo comunitario opera desde enfoques y posturas políticas entendido esto como un posicionamiento teórico-práctico frente a la realidad. Algunas veces responden de forma asistencialista y paternalista en cuanto quien realiza el trabajo comunitario asiste, esto es “les lleva” la atención de salud mental a la comunicad con un enfoque meramente clínico; el trabajador de salud mental eventualmente se reúne con varias personas de la comunidad con quienes realiza dinámicas de grupo y en la que la gente ríe o llora según el caso con el fin de sentirse mejor o adaptarse a su situación.

No es de extrañar que para algunos la vida en la comunidad sea una especie de designio maligno en la que sus habitantes representan a los sectores menos favorecidos de la sociedad como producto de algún castigo divino «manifestación de su incapacidad, de su poca inteligencia y su apatía», pobres gentes indefensas a quienes hay que ayudar a adaptarse al mundo que les tocó vivir.

Por el contrario, existen individuos, grupos o instituciones cuyas perspectivas de trabajo comunitario son prácticas liberadoras, consistentes en la potencialización del papel transformador de la comunidad, acompañan a estas desarrollando procesos socioeducativos para que las personas se tornen conscientes de su realidad y de su capacidad para gestar cambios.

En este caso, las y los psicólogos comunitarios participan activamente en los asuntos de la comunidad en los espacios sociocomunitarios donde se discute sobre los problemas, se reflexiona sobre sus causas y se plantean alternativas de solución que superan lo individual, promueven la participación en y del grupo y abonan a la concienciación de estos para que asuman un rol protagónico en la búsqueda de soluciones inmediatas y estructurales a sus problemas y conflictos.

Lo que hace coincidir a ambas visiones -la asistencialista y la liberadora- es el trabajo comunitario o el trabajo en la comunidad para la atención de la salud mental. Con este texto me permito compartir algunas ideas sobre cuál sería el rol del trabajo de la salud comunitaria en los procesos concientización y de transformación social.

La comunidad de los despojados

Para los países capitalistas dependientes llamados indistintamente como de tercer mundo, subdesarrollados o en vías de desarrollo -como es el caso de El Salvador- la historia de los sectores populares o subalternos es una historia de despojo y explotación. Un país que inició su proceso de acumulación originaria de capital basado en la expropiación de los bienes de la naturaleza de los pueblos originarios y que posibilitó la concentración de la propiedad de la tierra en unas pocas familias, provocó el empobrecimiento de muchas comunidades rurales que tuvieron que trasladarse a lugares donde se profundizó la marginación y el empobrecimiento.

Paralelo a ese proceso cuya relación dialéctica ha sido la de acumulación y despojo, El Salvador ha sido gobernado de hecho y formalmente por grupos económicos de poder que necesitaron profundizar la expropiación, despojo y expoliación de grandes grupos para la concentración de riquezas a la vez que fue necesaria la coacción de las y los trabajadores a fuerza de regímenes autoritarios o por el convencimiento para aceptar su condición a base políticas de asistencia en los breves momentos de apertura democrática.

Este proceso de acumulación no sólo despojó de tierras a las comunidades campesinas e indígenas, sino del tejido social históricamente construido y generó además del desarraigo, nuevos conflictos para los que la población no estaba preparada. Más adelante y como si lo anterior no fuera suficiente, el periódo de industrialización de mediados del siglo veinte implicó una serie de desplazamientos de comunidades que, en nombre del desarrollo, tuvieron que abandonar sus lugares de origen, familias enteras que migrararon hacia las zonas industriales, creando así nuevas comunidades de obreros proletarizados o pauperizados.

Más tarde, con el conflicto armado que abarcó las décadas del 70 y del 80 del siglo 20 hasta la firma de los Acuerdos de Paz en 1992, formas más agresivas de represión y desplazamiento sumaron a la ya precaria situación de la población históricamente marginada, contando además a los impactos propios de una guerra de tal magnitud en la salud mental. Siutación que se profundiza con la implementación de los Programas de Ajuste Estructural en los que las instituciones del Estado se debilitan y se desentienden de atender al pueblo.

El período de la guerra dejó, como lo expresa el psicólogo de origen argentino Marcelo Colussi «saldos tremendos, tanto en pérdidas humanas (muertos y discapacitados) como en daños materiales. Guerras que, en general, han sido muy poco trabajadas como factor que afecta la Salud Mental de las poblaciones en el mediano y largo plazo, por lo que sus efectos perduran aún, haciendo que en sus sociedades actuales se encuentren altas cuotas de violencia, expresadas de distintas maneras» (Colussi, 2014).

Ese lastre cargado por décadas, ha generado que individuos, miembros de una comunidad, intenten buscar respuestas a su situación.

Respuestas desde la comunidad

Paralelo a esa política de despojos, se sucedieron importantes luchas desde los sectores populares, la organización y la discusión por un nuevo horizonte político y los métodos de lucha necesarios para alcanzarlo desarrolló importantes avances en los intereses de clase, que si bien no consiguieron los objetivos propuestos, dejó importantes aprendizajes para la organización y la atención a las situaciones problemáticas.

Una parte de la población comprendió que con la organización comunitaria podían satisfacer algunas de sus necesidades materiales y espirituales y transformar su realidad; otras se mantuvieron a la expectativa esperando que las cosas cambiaran por sí solas o a través algún ente externo y ajeno a sus intereses. Aún con su aparente pasividad, las personas han buscado la manera para atender su situación. Para ello ha sido necesario identificar los recursos endógenos y/o exógenos con los que se cuenta.

En la Tabla 1 he querido mostrar de manera simplificada el nivel de acceso a los recursos con los que cuenta la comunidad, en la parte superior se ubica aquella menos accesible mientras que en la parte inferior la más accesible. Hay que tomar en cuenta que con la evolución y desarrollo de las nuevas tecnologías de información y comunicación [NTICs] el uso de estas para el autodiagnóstico y la autoterapia suele ser más frecuente.

Como puede apreciarse, los recursos más accesibles corresponden a las redes de apoyo más inmediatas, estas son familiares, amistades, religiosos, de autoayuda u organizaciones sociocomunitarias de primer nivel como podrían ser las asociaciones comunitarias o vecinales; mientras que en las menos accesibles se identifican aquellas hacia las que la población tiene que desplazarse o que eventualmente asumen roles de atención y cuidad o que aparecen cada cierto tiempo cuando hace “trabajo de campo3” como pueden ser personal de educación, de salud, organizaciones de segundo nivel, organizaciones no gubernamentales e instituciones de atención para la salud en general y para la salud mental en particular.

Tabla 1: Recursos de la comunidad

ACCESIBILIDAD

RECURSOS DE LA COMUNIDAD

Menos o poco accesible

Centros de atención (Unidades de Salud, Hospitales...)

Uso de las Nuevas Tecnologías de
Información y Comunicación
(Redes Sociales)

Profesionales Trabajadores de la Salud Mental

Organización No Gubernamental

Promotores/as de salud

Organización sociocomunitaria de segundo nivel

Personal educativo (cuando lo hay)

Más o bastante accesible

Grupos de autoayuda (p.ej.alcohólicos anónimos)

Liderazgo comunitario/organización de primer nivel

Líderes religiosos (pastor evangélico, celebrador de la palabra)

Amistades

Familiar cercano

Elaboración propia.

Ya sea de mayor o de menor acceso, los recursos de la comunidad para la atención a la salud mental, suelen estar centradas en la atención individual asignando toda responsabilidad al individuo -o al núcleo familiar inmediato en todo caso- para afrontar y asimilarlos a la norma o como se dice últimamente, para ser resiliente, de tal forma que las personas se adapten a las condiciones y situaciones adversas en un mundo que le ha sido irremediablemente dado.

Esta perspectiva promueve que la persona acepte las cosas tal como son de forma fatalista en la que ella misma no tenga control o se sienta impotente al sentir que las cosas no pueden ser cambiadas y así también la comunidad se vuelve una comunidad pasiva.

Por el contrario, hay comunidades cuya historia de persecución y despojo, les ha impulsado a buscar formas colectivas para el afrontamiento de los problemas; aleccionadoras son las experiencias de organización y de protagonismo de las comunidades como por ejemplo las de las personas asentadas en los refugios de Mesa Grande en Honduras durante el conflicto armado salvadoreños y de cuyas experiencias se resignificaron en los procesos de retorno y repoblación a finales de los ochentas y principios de los noventas y de la cual surgieron gremios comunitarios de ‘segundo nivel’ para reforzar el tejido comunitario.4 Experiencias que permitieron un nivel de organización y de satisfacción de demandas que de no ser por la priorización a las dimensiones materiales y al descuido del tejido social y subjetivo, nos brindarían mayores posibilidades para adaptar estas experiencias en otros espacios cuyas historias no permitieron abordar la organización sociocomunitaria. Fenómeno que es necesario estudiar también como parte del trabajo desde la psicología comunitaria.

El trabajo comunitario y la salud mental. Una aproximación

Los enfoques dominantes suelen entender el trabajo comunitario como aquel que se realiza en un espacio geográfico específico, principalmente en asentamientos rurales que vistos a partir de la estratificación funcional, se asumen como aquellas comunidades pobres, de pobres, con carencia de servicios básicos, con poco poder adquisitivo para adquirir bienes y servicios, a quienes por su condición hay que brindar servicios de atención para satisfacer necesidades inmediatas desde una perspectiva desarrollista de crecimiento económico y adaptación o incorporación a las relaciones de explotación y dominación.

Con base en un enfoque biomédico y estadístico, el trabajo comunitario se enfocaría en la ejecución de acciones de asistencia y desde el trabajo de la salud mental, la adaptación o readaptación de individuos y/o grupos desadaptados, “locos”, “enfermitos” (u otras clasificaciones peyorativas) ampliando la cobertura de servicios públicos o privados que ejecutan acciones de asimilación y de incorporación a relaciones de producción capitalistas de explotación o expoliación como las famosas alternativas de emprendedurismo y empleabilidad como las únicas y posibles.

Si revisamos los antecedentes de la participación comunitaria en los programas de salud mental en la comunidad, estos se remontan a los años 50 del siglo pasado, contexto en el cual se pretendió la participación de la comunidad en los programas de desarrollo, sobre todo en aquellos países como El Salvador considerados como países pobres y tercermundistas. Fue sin embargo durante la conferencia de la Organización Mundial de la Salud en Alma-Ata, Kazajistán en 1978, cuando se legitimó oficialmente la participación comunitaria no sólo como un derecho de la población a intervenir en la prevención y atención de su salud, sino como un procedimiento indispensable para que la salud se convierta en patrimonio social. (Roux, 1992, p. 141).

La participación comunitaria llegó a convertirse en un medio habitual para expandir la cobertura de los servicios de salud a bajo costo y resolver los problemas sanitarios más urgentes que presentaban las poblaciones de menores ingresos. Pero, al mismo tiempo, se mantuvo como un concepto impreciso sujeto a interpretaciones variadas, siendo por ello no siempre operacionalizado de manera rigurosa. En efecto, acciones de salud que suponían el concurso -así fuese coyuntural o episódico- de personas de la comunidad, llegaron a ser catalogadas como “participación comunitaria”. (Roux, Op.Cit., p. 142).

En lo que respecta al surgimiento de la participación -nos dice Testa- hay dos maneras principales en que ello ocurre: como un proceso surgido desde el conocimiento de las necesidades sufridas y sentidos por la población, junto con el convencimiento que la acción grupal puede superar los problemas que la acción individual no puede resolver, o como una propuesta o proyecto organizativo de alguna autoridad tendiente a resolver las necesidades señaladas. En el primer caso, el proceso está ligado a toda la vivencia comunitaria y basado en un requisito de intersubjetividad que es origen y resultado de ese proceso: es una cuestión concreta. En el segundo, el proyecto se encuentra fuera de contexto real, lo cual conduce inevitablemente a su fracaso pues se trata de una simple abstracción” (Testa, 1985, p. 83).

A pesar de las buenas intenciones que la conferencia de Alma-Ata de tener salud para todos en el años 2000 -objetivo que evidentemente no fue cumplido- la cobertura en salud y específicamente en salud mental no fue ampliada, primero porque no hubo una verdadera política pública que la impulsara y segundo porque a partir del año 1989 se comenzaron a implementar las Políticas de Ajuste Estructural cuya lógica fue la de reducir la participación del Estado y ampliar el protagonismo del sector privado.

En el caso que abordamos ahora, el trabajo comunitario y de atención en salud fue asumido con mayor compromiso por Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) con una diversidad de enfoques en su mayoría respondiendo más a las agendas de las agencias de cooperación internacional cuyos abordajes eran estandarizados y no a las necesidades de las comunidades cada una en sus particularidades. En ese sentido el ya citado Mario Testa cuestionaba este elemento al decir que «No es posible considerar la atención primaria de salud como un objeto totalizante, con la misma validez en cualquier país y circunstancia».

Por otra parte, organizaciones como la Asociación de Capacitación en Salud Mental (ACISAM), cuya experiencia de acompañamiento con comunidades de personas retornadas entiende el trabajo de salud mental como:

«Parte de la dignificación de las personas, acompañándoles en el rescate y desarrollo de sus recursos y capacidades para la construcción de un mejor entorno y calidad de vida individual, social y ambiental. el quehacer de un equipo de salud mental es promover las condiciones que la misma gente necesita para dignificarse y fortalecerse como personas para resolver tanto sus necesidades psicológicas como materiales, haciendo patente el vínculo entre ambos» (Molina, et. al., 2003, p. 512).

Esta perspectiva nos sugiere que el trabajo comunitario asume el rol de la comunidad como una unidad colectiva y protagónica, es decir como un sujeto social que reconoce que tiene posibilidades de satisfacer necesidades inmediatas y que por lo tanto tiene además las posibilidades de ampliar sus horizontes para la transformación social desde una concepción distinta de la vida y del mundo. Es por lo tanto una concepción dinámica y transformadora donde los miembros de la comunidad participan de forma activa.

De acuerdo a Roux: «la participación social en salud (y en el trabajo comunitario) consiste, fundamentalmente, en la intervención organizada de instituciones púbicas y privadas y de grupos comunitarios en la toma de decisiones relevantes para el desarrollo de la salud mental y de la salud en general. Esta definición, aunque amplia, pone el acento en una premisa central: participa realmente sólo quien tiene acceso a las decisiones» por lo tanto, para que haya una verdadera participación de la comunidad, es necesario construir otro tipo de relaciones de poder que sean más horizontales y con mayor conciencia de las condiciones actuales y las posibilidades que se tienen para cambiarlas.

El trabajo comunitario con participación de la comunidad parte de la aceptación que los individuos al interior de su comunidad participan en la solución de sus problemas, las redes sociales de apoyo a nivel de ADESCOS, iglesias de todo tipo, otros tipos de colectivos y organizaciones, desempeñan algún papel importante en la promoción, atención de este trabajo. Pero entonces ¿qué diferencia el rol que asume un predicador o celebrador de la palabra con el trabajador de salud mental? ¿o de éste último con el caudillo de la comunidad que suele “resolverle” los problemas a la “gente”?

Puesto que al ser una acción social, también hay que observar que en ocasiones en lugar de promover la acción la limitan. Algunos factores que obstaculizan la participación comunitaria sintetizado por la OPS (citadas por Roux, pp. 145-146) son:

1) La limitación del acceso de la población a funciones de determinación, planificación y coordinación de las actividades locales.

2) Es poco probable que aquellas instituciones de salud que ven a la comunidad solamente como usuaria, colaboradora en acciones decididas desde arriba, logren estimular una participación activa e ininterrumpida.

3) La falta de flexibilidad de las instituciones de salud para adaptarse a condiciones económicas, culturales y sociales particulares, para consultar el punto de vista de la comunidad y elaborar en las comunidades programas específicos de salud, constituye un impedimento para desencadenar procesos sostenidos de participación.

4) La falta de conciencia del personal sobre la importancia de la participación y su desconocimiento de metodologías para incentivarlas, afectan seriamente la posibilidad de instrumentar experiencias participativas.

5) Actitudes del personal inhibitorias de la expresividad de la gente (desconocer su derecho a preguntar, opinar y cuestionar), acompañadas de trato irrespetuoso, crean rechazo debilitando el interés en participar.

A lo anterior agregaría la miopía de las y los trabajadores de salud al responder solo a lo aparente, a las consecuencias, tratando las emergencias sin profundizar en las causas; así como de mantener una visión asistencialista y paternalista en la atención, asumiendo a la comunidad como víctima y no como sujeto social con posibilidades de transformación como depositaria de la asistencia y no participante activa en la toma de decisiones. Frente a ello hay que señalar algunas funciones del trabajo en y con la comunidad desde la psicología comunitaria.

Funciones del trabajo comunitario

La psicóloga social venezolana Maritza Montero define a la Psicología [Social] Comunitaria como «la rama de la psicología cuyo objeto es el estudio de los factores psicosociales que permiten desarrollar, fomentar y mantener el control y poder que los individuos pueden ejercer sobre su ambiente individual y social, para solucionar problemas que les aquejan y lograr cambios en esos ambientes y en la estructura social» (Montero 2004, p. 32).

Para la psicología comunitaria, la destinataria de la “intervención” es la comunidad, pero ¿qué es la comunidad? Generalmente se identifica a la comunidad con la población que convive en un determinado territorio geográfico; se habla de comunidad para referirse sólo a la población como receptora y consumidora de programas, proyectos, actividades o prestaciones revestidas en forma de ayuda comunitaria, asistencia comunitaria u otras similares.

Montero (Op. Cit., p. 96) define a la comunidad como: «Un grupo social dinámico, histórico y culturalmente constituido y desarrollado, preexistente a la presencia de los investigadores o de los interventores sociales, que comparte intereses, objetivos, necesidades y problemas, en un espacio y un tiempo determinados y que genera colectivamente una identidad, así como formas organizativas, desarrollando y empleando recursos para lograr sus fines».

Desde nuestro punto de vista, la comunidad se refiere a espacios relacionales cuya identificación entre sus miembros conlleven a la organización y al fortalecimiento del tejido asociativo por lo que el trabajo comunitario se orienta hacia el cambio social entretejiendo los ámbitos individual, colectivo, socio-organizativo e institucional en el que la participación y el diálogo como método son ejes centrales para la concientización de las personas como objetivo superior.

Con base a lo anterior, las funciones principales de quienes realizan el trabajo de salud mental con la comunidad son:

a) animar: En el sentido de anima (dar vida), pero también de animus (poner en relación); el psicólogo comunitario también es animador en el sentido que realiza acciones de activación de los grupos para la reflexión y acción, es decir de la promoción de la (auto)organización y del convite a las personas para que participen de forma activa en la organización sociocomunitaria y se identifiquen con ella.

b) relacionar: Poner en contacto a diferentes personas dentro de la comunidad, pero también entre comunidades (organizaciones) o entre la comunidad y otras organizaciones; así como también identificar otros recursos favorables y acercarlos a la comunidad (ONGs, instituciones públicas).

c) educar: en el sentido que aporta recursos de forma intencionada para la comprensión de los fenómenos económicos, sociales y culturales, estructurales y coyunturales, que intervienen en su situación, siendo este un trabajo que genera y fortalece la conciencia de la persona y de los grupos. Es por esto último que entiendo que el trabajo de salud mental en la comunidad es especialmente un acto para la concientización.

El trabajo comunitario como acto para la concientización

El educador popular Paulo Freire (1990) define la conciencia como «la capacidad que tiene el ser humano para reconocer y transformar su propia situación, definir el compromiso que tiene con el mundo, la sociedad y la posibilidad de convertirse en protagonista de su vida cotidiana: personal, familiar y comunitaria»; y por concientización se refiere al «proceso mediante el cual las personas como sujetos de conocimiento, alcanzan una conciencia creciente tanto de la realidad sociocultural que da forma a sus vidas, como de su capacidad para transformar dicha realidad». (Freire, 1990, pp. 90-100).

Este autor identifica tres modos de conciencia: la conciencia intransitiva, la transitiva ingenua y la transitiva crítica.

En la conciencia intransitiva, la persona se limita a explicar los hechos de forma superficial a partir de su propia experiencia, identificando las causas de las situaciones problemáticas a algo que existe dentro de sí o a un ente externo, atribuyendo los problemas a la propia incapacidad o a la voluntad de un poder superior. Es común entonces que la persona o guarde silencio frente a los problemas o busque en la religión el consuelo para aceptar su condición. Aquí es donde el cura, el pastor o el chamán, juegan el rol del trabajador de salud mental como sanadores del espíritu5.

En la conciencia ingenua transitiva, la persona ya percibe las contradicciones en la sociedad, reconoce la causa de los problemas, pero aún manifiesta actitudes de apatía y conformismo aceptando su condición, no actúa hacia el cambio de ella y más aún, transfiere esa responsabilidad a otros -o cuando se compromete- sus acciones se quedan en la superficie. En estos casos se busca la respuesta o solución a los problemas en cualquier figura que represente autoridad sea este el caudillo del pueblo, una persona funcionaria, el candidato de turno que promete mejorar las cosas, el trabajador que yendo al campo hace cosas que ayudan y más recientemente en influencers o generadores de contenido con poca o nula formación.

En la conciencia transitiva crítica, la persona ya logra comprender las raíces estructurales de la opresión; más aún, la persona consigue argumentar de forma autónoma, relacionando las causas de la situación y se compromete a cambiarlas no solo para sí misma sino para la comunidad como conjunto. Reconoce sus debilidades pero también sus potencialidades. Aquí es donde las personas que realizan acciones socioeducativas desde enfoques liberadores pueden aportar junto con la organización sociocomunitaria.

A partir de lo anterior, advertimos que el paso de un modo de conciencia a otro no se producen de forma mecánica, ni tampoco las fronteras entre cada una son evidentes. Estas se van manifestando de acuerdo al propio proceso y contexto individual y grupal, pero sí es necesario reafirmar que el trabajo de salud mental desde este enfoque comprende llevar a cabo acciones para el desarrollo de una conciencia crítica. Sobre esto Martín-Baró (1998, pp. 169-170) afirma que el proceso de concientización comprende tres aspectos:

1. El ser humano se transforma al ir cambiando su realidad que no puede darse mediante la imposición sino a través del diálogo.

2. Mediante la codificación de su mundo, la persona capta los mecanismos que le oprimen y lo deshumanizan, superando la noción mágica de conciencia, asumiendo un nuevo horizonte de acción, acción que a la vez posibilita nuevas formas de conciencia.

3. Este nuevo saber sobre su realidad le lleva a un nuevo saber sobre sí misma y sobre su identidad social, se descubre a si misma en su acción transformadora; descubre las raíces de lo que es y el horizonte de lo que quiere llegar a ser.

En ese orden de ideas, se puede decir que la conciencia social y política es tener una actitud cuestionadora y atenta a todo lo que se nos presenta como verdad en la vida. Es tener una postura inquieta, de investigación y transformación de las supuestas verdades que aprendemos sobre la sociedad, sobre la historia y sobre nosotros mismos. La conciencia se construye en la acción transformadora de la realidad, en este caso de la realidad de injusticia social. No es sólo saber que existe esta injusticia sino comprometerse individual y grupalmente con su transformación en función de los intereses de la clase a la cual se pertenece.

Y ese es compromiso también de las personas trabajadoras de la salud mental en los procesos de transformación social que, al mismo tiempo que promueve y acompaña procesos socioeducativos para la concientización de los grupos comunitarios, también va modificando su propia conciencia sobre la realidad y sobre su papel para transformarla.

En síntesis

El trabajo de salud mental en la comunidad responde y acompaña los procesos de toma de conciencia de los miembros de la comunidad en todas sus dimensiones y se orienta hacia la promoción de prácticas transformadoras individuales y grupales identificando las raíces de los problemas, sus causas estructurales y estrategias para afrontarlos/superarlos.

Este trabajo no se limita en “llevar el consultorio a la comunidad”, sino que está en la promoción de la participación activa y consciente de las personas y del propio trabajador comunitario, relacionando las raíces de la opresión y de la explotación con la situación de las personas y develando un nuevo horizonte de transformación individual, grupal y de sociedad.

Una de las tareas del trabajo comunitario es la de aportar al fortalecimiento de la organización sociocomunitaria reconociendo los recursos, capacidades y habilidades en cada miembro de la comunidad y activando la búsqueda de recursos fuera de ella con base a las propias necesidades e intereses.

Finalmente, hay que aclarar que esta tarea no es única responsabilidad ni tel trabajador de salud mental, ni sólo de la comunidad sino que debe ser asumida y acuerpada por las instituciones públicas a partir de políticas con el cuidado de que esto no se limite a ampliar los niveles de cobertura para la atención en salud mental, sin apostar a los enfoques que aporten a un proyecto de transformación social.

Todo lo anterior implica al mismo psicólogo comunitario para asumir una postura política en favor de la transformación de las estructuras socioeconómicas, esto es realizar el trabajo de salud mental desde una verdadera “psicología de la liberación”.

Texto original escrito en San Salvador. Octubre de 2017.

Revisado en Santander, Cantabria. Mayo de 2024.

Referencias:

Colussi, Marcelo. (2014). Salud Mental entre mitos y prejuicios. Ponencia presentada en el Congreso de Estudios Mesoamericanos, 8 de mayo de 2014, Guatemala.

Freire, Paulo. (1990). La naturaleza política de la educación. Cultura, poder y liberación. Madrid: Paidós.

Martín-Baró, Ignacio. (1998). Psicología de la liberación. Madrid: Editorial Trotta.

Molina, Isabel, Meoni, Jorge y Freedman, Elena. (2003). La experiencia de atención psicosocial en el sector San Cristóbal-San Patricio de San Salvador. Ejercicio de poder socio-relacional y fortalecimiento subjetivo. San Salvador: Revista Realidad. Nº 94. UCA.

Montero, Maritza. (2004). Introducción a la psicología comunitaria. Desarrollo, conceptos y procesos. Buenos Aires: Editorial Paidós.

Testa, Mario. (1985). Atención ¿primaria o primitiva? de salud. Cuadernos Médico-Sociales, N° 34. Rosario: Centro de Estudios Sanitarios y Sociales.

Roux, Gustavo I. de. (1992). La participación social en los programas de salud mental en la comunidad. En Levav, Itzhak (Ed.), I. Temas de salud mental en la comunidad. Washington D.C. OPS.

Notas

1Este texto fue preparado originalmente para un conversatorio con estudiantes de psicología de la Facultad Multidisciplinaria de Occidente de la Universidad de El Salvador (FMOcc-UES).

2 Erick Tomasino. Educador popular. Licenciado en psicología por la Universidad de El Salvador con estudios de economía política en la UFRJ y de pedagogía crítica con el CELAPEC.

3Es muy común escuchar de personas que laboran en instituciones u organizaciones con sedes centralizadas hablar de hacer trabajo de campo o ir al campo cuando tienen que realizar su trabajo fuera de los muros de sus oficinas.

4 El Salvador es rico en experiencias de organización socio-comunitaria, algunas que podemos mencionar son por ejemplo, las aglutinadas en CRIPDES (CCR, PROGRESO, UCRES) ACUDESBAL, ADES, ARDM, CORCULL, CRC...

5Utilizo sólo figuras masculinas pues este tipo de conciencia también es por lo general patriarcal en donde el hombre masculino es la representación del poder.

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