¡Qué
joden los de la U!
Memoria, rito y
performance del Desfile Bufo del 25 de julio de 1975
Erick
Tomasino.
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Desfile bufo, Santa Ana, años 70s. |
El
25 de julio de 1975, estudiantes universitarios de Santa Ana,
preparaban un desfile bufo que recorrería las principales calles de
la ciudad; sin embargo, el campus fue intervenido militarmente
impidiendo la realización de aquella actividad. El desfile bufo era
una modalidad de protesta que la comunidad universitaria santaneca
llevaba a cabo desde 1966. Pasaron muchos años hasta que en el
2000, esta tradición fue recuperada como acto conmemorativo a la vez
que reivindicativo.
Basándome
en las ideas de Pipper, Fernández e Íñiguez (2013),
este texto tiene como propósito compartir algunas reflexiones en
torno a la represión contra el Desfile Bufo de los estudiantes
universitarios del 25 de julio de 1975 y la experiencia de
reconstrucción en el año 2000 entendida como una práctica de
memoria colectiva en sus dimensiones ritual y performativa.
Sobre
la memoria como práctica performartiva, los autores citados
entienden que esta: «contribuye a pensarla como
un conjunto de acciones reiteradas
constreñidas a ciertas normas,
constructoras de identidades, en las cuales confluyen o, más
bien, se desdibujan los límites entre la artificialidad y lo real.
En tanto performance, se apoya en un
contexto específico para su significación y funciona como un
sistema histórico y culturalmente codificado.».
Al
hacer ejercicios de memoria, los eventos ocurridos en años
redondos
suelen promover una discusión sobre ellos.
Parafraseando a la psicóloga social Isabel Piper, el curioso
atractivo que generan los años redondos
de un evento, tienen la «potencialidad de dinamizar y tensionar los
debates y versiones» que circulan en torno al pasado.
Si entendemos por años redondos
aquellos que se cuentan por múltiplos de cinco, los 50 son un buen
motivo para traer a la memoria este evento ocurrido y aportar al
debate sobre sus significados identificando pistas para el presente,
coincidiendo en que «las
conmemoraciones constituyen un ámbito privilegiado de estudio, pues
es en este tipo de manifestaciones públicas reiteradas que la
memoria se va reconfigurando».
El
Salvador, «país
de la sonrisa»
El
18 de diciembre de 1974, el Instituto Salvadoreño de Turismo (ISTU)
anunció que el país sería sede del certamen Miss Universo. El ISTU
promocionó este evento acuñando el eslogan: El
Salvador, país de la sonrisa.
En un contexto de desigualdad económica y represión política, la
24° edición del certamen se celebró en San Salvador, un sábado
19 de julio de 1975.
En
1975, El Salvador seguía siendo sometido por regímenes militares
favorables a la burguesía criolla; el gobierno del coronel Arturo
Armando Molina, quien había llegado al ejecutivo producto de un
fraude en las elecciones de 1972, implementó una mezcla de políticas
desarrollistas con represión institucionalizada contra los sectores
señalados como oposición. Aquel evento
había puesto a El Salvador en el foco de atención a parte de la
presa internacional por lo que cualquier expresión popular que
contraviniera la imagen que el gobierno quería imponer, sería
fuertemente castigada, tal como continuamente lo advertían en sus
declaraciones públicas.
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El Diario de Hoy. 5 de julio de 1975. |
La
preocupación del gobierno no era gratuita, en ese mismo contexto los
movimientos populares en distintos sectores -incluido el estudiantil-
se fortalecían a la vez que se consolidaban las organizaciones
político militares cuyo abanico abarcaba planteamientos que iban
desde la apertura democrática hasta la construcción del socialismo
como proyecto político. 1975 fue un año de efervescencia al
profundizarse las contradicciones entre la burguesía y los sectores
populares y revolucionarios
que
aumentaron el clima de tensión política en el país.
Para
esos años, la Asociación General de Estudiantes Universitarios
Salvadoreños (AGEUS), era el referente del movimiento estudiantil
universitario por su trayectoria organizativa y de lucha
reivindicativa, que incluía planteamientos políticos de carácter
antidictatorial y antimperialista. Elemento constitutivo de estos
planteamientos era el vínculo con el movimiento popular, a la que
organizaciones político estudiantiles como el Frente de Acción
Universitaria (FAU), Universitarios Revolucionarios 19 de julio
(UR-19) y el Frente Universitario de Estudiantes Revolucionarios
“Salvador Allende”
(FUERSA)
respondían. «En
la década de los años setenta, el movimiento estudiantil había
acumulado experiencias
y radicaliza su posición crítica ante la problemática nacional.
Estudiantes y docentes plantean la necesidad de redefinir la relación
de la universidad con la sociedad y la formación de profesionales al
servicio de la clase dominada».
La
UES era referente en el debate de ideas y llamada a ofrecer
respuestas ante los cambios que la población salvadoreña demandaba,
la relación universidad-pueblo se reflejaba en la producción
intelectual, la participación en actividades de otros sectores de
tipo político y artístico, así como en actividades de calle tanto
conmemorativas como reivindicativas como en la marcha del Primero de
Mayo, por ejemplo; relación que también sumaban a la propia
experiencia del movimiento estudiantil dentro de la Universidad en
sus concepciones y métodos de lucha.
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Voz Popular, N° 33. Mayo, 1975. |
El desfile bufo del
25 de julio de
1975
Los desfiles bufo
han sido un modalidad de expresión que la comunidad universitaria
salvadoreña ha utilizado desde la década de los 50 del siglo XX y
que tiene como propósito realizar una crítica al gobierno de turno,
a sus políticas y satirizar acontecimientos de la vida nacional a
través del uso de disfraces y recursos alegóricos para representar
mensajes políticos. En el caso de Santa Ana, el primer desfile bufo
se realizó el 19 de julio de 1966, casi de inmediato al
funcionamiento del Centro Universitario de Occidente de la Universidad
de El Salvador (CUO)
y se volvió uno de los actos de protesta más llamativos por su
creatividad y vistosidad al punto que llegó a constituirse en una
tradición
en el marco de las fiestas patronales de esa ciudad (conocidas
también como Fiestas
Julias).
El
25 de julio de 1975,
estudiantes organizados en la Sociedad
de
Estudiantes
del
CUO (SECUO), preparaban
el desfile bufo que recorrería las principales calles santanecas
desde
las instalaciones universitarias ubicadas al sur de la ciudad hasta
llegar al céntrico parque Libertad.
En la edición de aquel año,
la comunidad estudiantil repudiaría la falsa imagen de país que se
quiso proyectar con la organización de Miss Universo, además de
protestar contra las sistemáticas violaciones a los derechos humanos
de la población por parte del gobierno.
Sin
embargo,
las fuerzas militares intervinieron el Centro Universitario con
tropas
combinadas de la Segunda Brigada, la Guardia Nacional y de la Policía
de Hacienda quienes penetraron en el recinto universitario,
reprimiendo a la comunidad universitaria golpeando a docentes y
estudiantes, ejecutando capturas y dañando infraestructura (aulas y
laboratorios). También decomisaron los implementos que estaban
listos para el desfile con la idea de impedir que los estudiantes lo
llevaran a cabo,
violentando
la autonomía universitaria.
Así
lo cuenta Laura Morales,
estudiante y militante de la Juventud Comunista en aquella época:
«En
los preparativos
estábamos, la noche del 25 de julio, cuando nos
dimos cuenta que el Ejército había asaltado el
Centro Universitario. Muchos estudiantes quienes
estaban ahí lograron salir por atrás, por una
finca».
El gobierno negó la intervención aunque aceptó la prohibición
del Desfile.
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Fotograma del documental «Legado de una generación» UES, 2017. |
Las manifestaciones del día después
La represión no se detuvo con lo acontecido la noche
del 25 y ante la amenaza de un nuevo
cierre del campus universitario,
recordando la intervención militar de 1972 que mantuvo cerrada la
Universidad por casi dos años, el estudiantado decidió reagruparse
para denunciar la intervención contra la autonomía universitaria,
realizando una marcha el día 26, pero la iniciativa fue igualmente
reprimida. Continúa Laura:
«El
día siguiente dijimos, “Juntémonos, no hay que permitir que
cierren el Centro Universitario” y desde la nada convertimos el
desfile bufo en una marcha de protesta. Cuando llegamos a la terminal
de buses de Santa Ana vimos que habían desplegado un montón de
patrulleros, gente del
campo manipulada. Era la misma gente que después integraría los
escuadrones de la muerte (...) Seguimos avanzando con otros
compañeros para buscar a los demás y ver si hacíamos la protesta.
Era la primera vez que metían a los patrulleros y el Ejército en la
ciudad y nos impresionó. Fuimos a dar allá por el hospital (San
Juan de Dios) y ya iban camionadas de soldados que aventaban gases
lacrimógenos a la gente. Nos tuvimos que dispersar. Otros trataron
de reagruparse pero cualquier intento por cualquier parte de la
ciudad fue reprimido».
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Voz Popular, N° 43. Agosto, 1975. |
Ante
tal situación, la comunidad estudiantil decidió no retornar a las
aulas mientras no se garantizara la seguridad de las personas. El 29
de julio, se programó una protesta más organizada, la cual tenía
como destino el Parque Libertad, la consigna era hacer una denuncia
pública por la represión que el gobierno había ejercido contra la
comunidad universitaria. Esta fue reprimida con mayor fuerza por
elementos de la Guardia Nacional y del ejército: «Ahí
sacaron camionadas de soldados con un apoyo aéreo de helicópteros».
En un comunicado del Ministerio de Defensa publicado por la La Prensa
Gráfica del miércoles 30 de julio, se reportaba la captura de once
personas mientras culpaba a fuerzas opositoras de provocar el uso de
la fuerza militar.
A
partir de
aquellos
acontecimientos,
las
organizaciones
estudiantiles
en San Salvador lideradas por la AGEUS, convocaron a
una
marcha
de
repudio
por lo sucedido en Santa Ana. La marcha del
30
de
julio
culminó con la peor masacre contra la población estudiantil en El
Salvador con un saldo de al menos 11 personas asesinadas, unas 80
desaparecidas y cientos de heridas.
En tanto la realización del desfile bufo universitario de Santa Ana
sufriría una larga pausa.
Existe
poca documentación de los eventos sucedidos entre el 25 y el 29 de
julio, las versiones oficiales trataron de ocultarlos minimizando el
uso de la fuerza a un simple acto de dispersión de las personas
manifestantes, salvo los esfuerzos de documentación que las propias
organizaciones populares hicieron del caso, la dimensión de la
represión contra la comunidad universitaria santaneca quedó
prácticamente silenciada. La agudización del conflicto armado en
los 80s y un ciclo generalizado de desmovilización y estancamiento
de la organización popular en los 90, sumaron al abandono del Bufo
como modalidad de expresión y a la reconstrucción histórica de
aquellos eventos.
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"Los soldados iban agarrando gente que pasaba alrededor". Voz Popular, N° 43, 1975. |
«Prohibido
Ulvidar»
la memoria como práctica performativa
La tradición del desfile bufo en Santa Ana, fue
recuperada en el año 2000 por estudiantes organizados en la
Asociación General de Estudiantes de la Facultad Multidisciplinaria
de Occidente (AGEFMO),
25 años después de los acontecimientos de 1975 -recuperación que
cumple 25 años en 2025-. La iniciativa promovida por esta
organización, fue acompañada por diversos sectores de la comunidad
universitaria así como también de gremios e instituciones de la
población santaneca que atendieron el llamado.
De acuerdo a Luis Ernesto Parada,
por entonces representante ejecutivo ante la AGEUS por parte de
AGEFMO, la iniciativa de recuperar el desfile bufo fue producto de
varios factores: primero, esta Asociación venía de un momento de
reestructuración organizativa con la realización de la asamblea
general de estudiantes en 1998 que la llevó a consolidarse como
referente legítimo del estudiantado universitario en el occidente
del país; segundo, una organización de ese tipo debía rescatar la
tradición de los movimientos estudiantiles históricos, esto
fue posible a partir de la revisión de los archivos que anteriores
estudiantes dejaron en el local donde funcionaba la organización
estudiantil, en esos archivos se hablaba de los desfiles bufos como
una de las modalidades de movilización; tercero, la universidad
debía recuperar el contacto con el pueblo, debía tener
presencia en la opinión pública, y ese contacto pasaba por, entre
otras cosas, hacer acciones de calle con participación de los
distintos sectores organizados en el occidente del país.
Esas valoraciones concluyeron en que había que
realizar un desfile bufo rescatando la tradición interrumpida en el
75. Para ello, una comisión estudiantil liderada por AGEFMO, convocó
a participar a distintos sectores de la ciudad santaneca -además de
los de la UES-, gestionó recursos materiales y financieros, y junto
con varias personas colaboradoras planificó y llevó a cabo el
desfile el día 25 de julio del año 2000. La actividad finalizó con
un acto artístico -a la vez que reivindicativo- en el parque
Libertad frente al edificio de la alcaldía municipal de Santa Ana.
El recorrido incluyó breves paradas (estaciones) frente a las
instalaciones de Seguro Social en reconocimiento a la lucha del
personal de esa institución contra la privatización de los
servicios de salud; y en el Parque Colón se rindió un homenaje
recordando la represión de las marchas del 26 y 29 de julio de 1975.
El desfile bufo del año 2000, además de la
recuperación de la tradición como acto de conmemoración por los
suceso de 1975, funcionó como modalidad de protesta en el que se
plantearon demandas como la asignación de un mejor presupuesto y
defensa de la autonomía universitaria; además de denunciar las
políticas de ajuste estructural (privatizaciones) con impacto
negativo en las condiciones de vida de la clase trabajadora y la
subordinación del gobierno presidido por Francisco Flores a los
intereses imperialistas de EEUU. El Desfile fue un elemento
cohesionador de las luchas populares en ese momento,
esto último puede reconocerse como un aspecto central en el
[re]encuentro de la
Universidad con el pueblo.
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Invitaciones Desfile Bufo del año 2000. |
Años sí y años no, la tradición del desfile se bufo
se mantendría como una manifestación de la memoria colectiva de la
comunidad estudiantil universitaria; la del 2000 señalaría un guion
para la puesta en escena que posteriores ediciones repetirían en
algunos componentes, haciendo de esta una práctica ritualizada y
performativa que se fue actualizando en sus contenidos denunciando
insatisfacciones de la vida interna de la Universidad, así como
también hacer señalamientos sobre temas de la coyuntura nacional e
internacional.
Participando y observando distintas ediciones que se
llevaron a cabo desde el 2000, son varios los aspectos que se
comparten en esta práctica de
memoria colectiva: 1) similitud del sujeto que la convoca:
organizaciones de estudiantes universitarios (SECUO en 1975; AGEFMO
en 2000) con participación abierta a otros sectores populares; 2)
elección de la fecha conmemorativa que la justifica o sirve de
detonante (25 de julio o aproximado, pero siempre ´en el marco de la
fiestas julias´) conmemorando el 25 de julio de 1975; 3) uso del
espacio público (calles y plazas), siguiendo cada año el mismo
recorrido, en este caso de la sede de la UES al parque Libertad; 4)
incorporación de elementos de sátira política con el uso de
disfraces y tono carnavalesco
como muestra de la preocupación de los problemas sociales del
momento.
Otros aspectos que
reproducen el ritual y que son compartidos con las manifestaciones de
calle son: portar mantas con mensajes políticos (generalmente
elaboradas previamente a mano de forma artesanal), el uso de
consignas, la entrega de boletines escritos, y expresiones propias de
las marchas estudiantiles salvadoreñas (culo
a tierra, guinda
y gritos de ¡esta es la U!).
Para que la UES siga jodiendo
La atención que genera un acontecimiento a 50 años de
sucedido, nos invita a reflexionar sobre ello, los actos de memoria
nos dan la oportunidad de recuperar aprendizajes de esas experiencias
convirtiendo las conmemoraciones en lugares para la potenciación del
carácter transformador de los sujetos que las impulsan. No basta
recordar ni reproducir actividades si no aplicamos esos aprendizajes
para la vida presente.
La elaboración de discursos y prácticas de memoria no
es un acto espontáneo sino que es producto de una decisión
consciente de los grupos que integran distintas modalidades como
narraciones, sitios de memoria y uso del espacio público, esto es
parte de la preocupación por entablar diálogos entre los actos del
pasado con las preocupaciones actuales. La práctica performativa de
la memoria es necesaria en tanto permite acercar a distintos sectores
que, a partir del conjunto de acciones compartidas, construyen y
fortalecen identidades de grupo, de sector y de clase que disputan
intereses volviéndose un campo de lucha.
Santander,
16 de julio de 2025.
(A
60 años de creación del Centro Universitario de Occidente).
Notas
Piper,
Isabel, et. al. (2013). Psicología Social de la Memoria:
Espacios y Políticas del Recuerdo. Psykhe, N° 22, pp. 19-31.