domingo, 23 de septiembre de 2012

Dirán cuando se vaya


Siesque tan feyo no era el chamaco, bueno sí, un poco, pero ni tanto como para haberle rehuido. Quizá demasiado secliyo y algo atarailado como para andarle deseando una encamada de esas de historieta porno. Porque puro chiliyo el pobre que lo podían quebrar a mitad de un polvorín.
Lo que le faltó fue, tal vez, que hablara algo de inglés para no parecer tan aindiado, o como para andarse cuentiando las chelitas que llegan a ponerse a verga mientras les escurre el bronceado tropical de esta parte del tercer mundo. Porque así, si apenitas que le paraban bola. Y más que hasta todo tuyido que ni a pintar piedras aprendió.
No era como aquel descendiente palestino ultraradical que dice que no quiere cuando quiere y que trae a todas las bichas con la jeta así de abierta cada vez que dice algo medianamente cierto. Ni como alguno de esos articulistas que salen en esos periódicos que solo sirven para 1) madurar aguates o 2) para limpiarse el culo, pero que de todos modos parecen ser inteligentes con sus caras de mono biscochos -además de mediopajeros- y que se andan pisando a cualquiera que se les ponga enfrente.
Y es que este maje era como cualquier güanaco salvadoreño, que solo sirven para 1) ponerse bien a berenjena y 2) para hablar puras mierdas cada vez que pierde la selecta. Por eso la cara de emputado no se le quitaba nunca aunque le pispiliara así el sereguete cada vez que se subían a güeviar en los buses.
Eso sin decir que varias veces lo confundieron con un drogadicto, porque solía chuparse los jutes puro tacuazín cada vez que una bicha le tiraba los calzones. Si es que a cuentiar nunca aprendió. Si por eso decían que quizá hasta era un gran cutete, mamey, pipián, muerdealmohadas. Aunque también decían que solo jalándole el buche a la gallina pasaba.
Si hubiera aprendido un poco a hacer algo que de verdad valiera la pena, tal vez le hubieran hecho caso. Pero no. El encule lo hacía mierda. Y todo lo dejaba tirado a medio hacer porque decía que nadie lo entendía. ¡Gran cerotera que le agarraba! De ahí que se ponía a escribir unas sus babosadas que nadie leía y que por cierto a saber qué putas las hizo.

Puesi, pobre cerote, de tan vergón que se la quería llevar, que no hizo ni mierda. Pero de todos modos, así todo jodido como se fue, solo nos queda echarnos un par de talagüashtazos a su salud y en su nombre, que por cierto -que cagada de nombre la que tenía-. Pero ni modo, tan buena gente quera; así que total vea, que por esto y que por lotro, ¡salud! ishh.  

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