Siesque tan feyo no era el
chamaco, bueno sí, un poco, pero ni tanto como para haberle rehuido. Quizá
demasiado secliyo y algo atarailado como para andarle deseando una encamada de
esas de historieta porno. Porque puro chiliyo el pobre que lo podían quebrar a
mitad de un polvorín.
Lo que le faltó fue, tal vez,
que hablara algo de inglés para no parecer tan aindiado, o como para andarse
cuentiando las chelitas que llegan a ponerse a verga mientras les escurre el
bronceado tropical de esta parte del tercer mundo. Porque así, si apenitas que
le paraban bola. Y más que hasta todo tuyido que ni a pintar piedras aprendió.
No era como aquel descendiente
palestino ultraradical que dice que no quiere cuando quiere y que trae a todas
las bichas con la jeta así de abierta cada vez que dice algo medianamente
cierto. Ni como alguno de esos articulistas que salen en esos periódicos que solo
sirven para 1) madurar aguates o 2) para limpiarse el culo, pero que de todos
modos parecen ser inteligentes con sus caras de mono biscochos -además de
mediopajeros- y que se andan pisando a cualquiera que se les ponga enfrente.
Y es que este maje era como
cualquier güanaco salvadoreño, que solo sirven para 1) ponerse bien a berenjena y 2) para
hablar puras mierdas cada vez que pierde la selecta. Por eso la cara de
emputado no se le quitaba nunca aunque le pispiliara así el sereguete cada vez
que se subían a güeviar en los buses.
Eso sin decir que varias veces
lo confundieron con un drogadicto, porque solía chuparse los jutes puro
tacuazín cada vez que una bicha le tiraba los calzones. Si es que a cuentiar
nunca aprendió. Si por eso decían que quizá hasta era un gran cutete, mamey,
pipián, muerdealmohadas. Aunque también decían que solo jalándole el buche a la
gallina pasaba.
Si hubiera aprendido un poco a
hacer algo que de verdad valiera la pena, tal vez le hubieran hecho caso. Pero
no. El encule lo hacía mierda. Y todo lo dejaba tirado a medio hacer porque decía
que nadie lo entendía. ¡Gran cerotera que le agarraba! De ahí que se ponía a
escribir unas sus babosadas que nadie leía y que por cierto a saber qué putas
las hizo.
Puesi,
pobre cerote, de tan vergón que se la quería llevar, que no hizo ni mierda. Pero
de todos modos, así todo jodido como se fue, solo nos queda echarnos un par de
talagüashtazos a su salud y en su nombre, que por cierto -que cagada de nombre
la que tenía-. Pero ni modo, tan buena gente quera; así que total vea, que por
esto y que por lotro, ¡salud! ishh.
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