miércoles, 16 de septiembre de 2009

Como una sombra que recorre los pasos


Estoy de cara a la pared adivinando quien pasa e intenta saludar. No les veo no se si me ven, quizá nadie me conoce, la aturdida ciudad atrapa todo sonido y luz, es un hoyo negro. Y yo juego a las escondidas.

Camino a solas por la cuerda floja y pienso que si alguien caminara a la par mía lo haría en el vacío. Es un poco tonto pensar eso pero sería de lo mas extraño que no lo hiciese.

El camino a casa está desvanecido. O es la casa. Hay muchos borradores que me saludan y les hago un sutil pestañeo para que me sigan. No tienen ganas esta tarde. Están muy ocupados.

Me prohíben subir a los edificios; quizá tienen miedo que intente escapar de ellos. No se puede brindar deseándoles salud a los azulejos. No se puede fumar otra cosa que los suspiros de los automóviles y ya respiro CO2 como quien canta sueños a las muchachas. No se puede. No se. No.
La cena está servida y aprovecho a conversar conmigo mismo: hoy derramé una lágrima y canté una canción. Hoy no hice otra cosa más que protestar en silencio y maldecir a quien no me escuchará nunca porque simplemente no existe. Blasfemando nuevamente. No, solo reafirmándome. Salud!

Y en cada paso y cada sombra, cae de lo más normal la noche. Esa, que con sus enconadas estrellas, me hace huir en un profundo sueño que jamás he podido recordar.

1 comentario:

  1. La otra vez que me enviaste al correo esta prosa (hace ya un año) te dije que me gustaba, en especial el cuarto párrafo, no sé porque no la habías publicado antes en el blog, es un buen escrito.

    SALUDOS FRATERNALES

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