miércoles, 16 de octubre de 2013

Por la ruta del disparo

La ruta

Salgo
y la desolada carretera
de grises sudores hambrientos de caucho
adornada de cruces como rosarios kilométricos
en un silbido detonante de radiadores,
espera por mi cuerpo

Subo
transito nauseabundo con el miedo en mi mochila
estiro mi mano a modo de crucificado anticipado
y el rugido desconcertante de una voz
me invita a entrar a un infierno
con capacidad máxima de 77 pasajeros

Cabalgo
en la sobredemanda de cuerpos sumergidos
la angustia del tiempo calculado en descuentos
afanosa rutina de bailar
evitando todo contacto homoerótico
que me incite a madrugadas notariadas.

Los resortes embebidos de carne se me incrustan
hurgando el envoltorio de mi culo.
Si giro a la derecha se me inserta
si giro a la izquierda se me ensarta,
me pongo prosaico y digo:
¡Oh!

Un hombre prolongado de angustias
ofrece su pene como almohada
e inquieto me recuesto en ella
-recuerdo a la puta que se quedó con mi infancia-
el pene de este hombre palpita en mis mejillas
y despierto salivado como un septiembre.

Debo perdonarlo
es un obrero, está cansado
ayer se emborrachó viendo al fútbol
después de asistir a misa con su familia.

La música a bordo solo armoniza con el ruido
de las ametralladoras que nunca olvidamos
bang bang bang
aprieto fuerte el asiento volátil
al primer estallido
del infernal estruendo
y tropiezo

Eructa un automóvil erupciones en tono destartalado
Debo escucharlo
es lo que se escucha en nuestros vecindarios
nos animan para no dormirnos más de la cuenta
y que nuestro patrón no se enoje al contemplar la tristeza
de ganancias alicaídas

Veo a través de la ventana
me abstraigo imaginado una linga dentro de un yoni
y el predicador se excita de limosnear pedofilias.

El autobús se estrella
transpiro vidrios que expelen mi sangre.

Si giro a la izquierda se me insertan
si giro a la derecha se me ensartan
me pongo melancólico y suspiro
cuando los espejos me penetran
como una violación de rostros.

Vuelcos gritos y mi risa de odio
recordando todas las muertes de este vaivén
que aumenta con la crisis,
pienso
en mi madre fumando una hortaliza enriquecida
con cloruro de paraquat
esperando por mi cuerpo

Si salgo por la puerta de emergencia me aprisionan
si me que quedo esperando el rescate
moriré como un dato en la única morgue que aprese
esta presa de cuerpos decadentes

Veo el arma aún en mi mano y salgo por encima
de todos los restos bañado de augurio

Corro destilando sangre por mi cabeza
hacia el siguiente bus que aumenta de velocidad
el asesino y sus testigos van conmigo
y sonrío con recelo al rótulo de “dios nos cuida”

Esta iglesia mortuoria llamada país
es una empresa

nadie ve su rostro mientras mata
su antifaz va conmigo como una bandera blanca
le lleno de gracias mientras chupa
la risa inverosímil
de esta tragedia

La ráfaga contaminante deambula
motores como carcajadas
le unto a mis piernas de esa grasa
horripilante y doy un grito para que se detenga

destino con semáforos en rojo dan la bienvenida
la gente huye de mi abrigo cual proyectil perdido me delata

Espérame amor mío –grito-
aún me queda un tiro en la recámara
después de quitarme la esperanza
decidiremos de quien de los dos
será la entrega intrigante del hambre.

Un noticiario se apresta en la próxima avenida
esperando por nuestros cuerpos
mutilados de febril infamia.

Erick Tomasino
-Diálogos con la mujer murciélago-