lunes, 23 de enero de 2017

ELVIS NO SABE BAILAR

ELVIS NO SABE BAILAR

Erick Tomasino


1.
Magic Wils lanzó el juego a la mesa mientras pidió a una de sus asistentes que le llenara el vaso con whisky. Siempre que recibía nuestra visita sacaba su juego de Risk para que la sesión de conspiración fuera una mezcla de tensión amena y cálculo estratégico. Mientras expandía el tablero sobre la mesa nos convidaba a acercarnos y hacernos de la partida. Magic Wils permanecía siempre sentado así que de inmediato nos ordenó que le acompañáramos a la mesa. De los que estábamos de pie, Buñuelo fue el primero en tomar una silla, le siguió Elvis y por último me senté yo. Pidan algo para beber y disfrutar que esto va para largo nos ordenó. Siempre era así, la partida de Risk se dilataba tanto tiempo que era necesario solicitar más y más botellas de whisky.
El Gordo Buñuelo solía jugar siempre con dos asistentes, una a cada lado, las que eventualmente se sentaban en sus piernas y que, a pesar del frío tropical que provocaba el aire acondicionado, se mantenían en delicadas ropas de lencería. Fumaba siempre dando la impresión de un vulgar gánster graso y asqueroso, por ello no desaprovechaba la oportunidad de hacerse acompañar de las edecanes que Magic Wils le conseguía en la agencia de modelaje que solía subcontratar la R.S.E. S.A. de T.V. donde trabajábamos.
Vaya piricuacos, tome cada quien sus fichas de colores y ya saben que las rojas no están permitidas en esta mesa, que acuérdense que este país será la tumba donde los… Magic Wils daba un generoso trago a su whisky hasta trabar los ojos en el horizonte y tarareaba el himno partidario. El juego daba inicio y mientras tanto (mientras tratábamos de conquistar territorios y declararle la guerra a nuestros adversarios) los tragos desfilaban imparables uno tras otro, si no perdías en el Risk, corrías el riesgo de caer derrotado por el alcohol sobre la alfombra que tapizaba el piso y ser víctima de la ronda de vejámenes de los sobrevivientes.
Elvis era el único que se mantenía en silencio. Apenas dejaba escapar un suspiro y en su rostro se notaba una risita nerviosa, bebía eso sí, sendos tragos de su vaso y miraba inquieto hacia todos lados, sudaba, se mordía los labios, miraba el reloj, la disposición de las piezas sobre el tablero, bebía, respondía a la mueca que alguna de las edecanes le lanzaba con la mirada perdida en sus adentros. Magic Wils que parecía estar siempre en todo, lanzó un comentario al aire como para ver quien lo cachaba pero evidentemente todos sabíamos que era dirigido a Elvis. A ver cuándo salen esos ridículos vídeos tuyos por el internet. Nos miramos unos a otros sin dar respuesta. Elvis reía tímido. Estás hecho un galán dijo Magic Wils esta vez acercándose en dirección de Elvis. Vaya que poner tu rostro para defender lo indefendible es de valientes y lanzarlos por las redes sociales es de una osadía que… Magic Wils reía con sarcasmo demostrando que todo lo que decía lo hacía en son de burla mientras se volvía a empinar su trago. Elvis trataba de evadir las provocaciones de Magic Wils quien cantando “suelta el mechón de tu pelo” despeinaba el gelatinoso flequillo que Elvis solía usar.
Vaya energúmenos, decía Magic Wils, es hora de pasar a otro nivel y cantando con desafino pidió a una de las chicas que le llevara una buena dosis de polvo blanco que él se encargaba de distribuir sobre la mesa sin importarle que un poco se dispersara sobre el tablero de Risk. Hoy si hijos de su router, aprovechen que ésta acaba de llegar de la isla de la fantasía por cortesía de uno de nuestros amigos de la tele. Al escuchar la orden, el Gordo Buñuelo tomaba un poco de aquella coca y se la ponía en las tetas de una de sus asistentes a quien inmediatamente después le daba su buen narizaso. Elévame con tus globos nena. Elvis con su peculiar mirada que parecía faro sin dirección, seguía inmutado frente a todo aquello. Mientras otra de las asistentes le acercó un billete de cien dólares a Magic Wils quien lo enrolló y lo usó para llevarse una línea con toda la pasión que eso le generaba. Esto es lo único bueno que hizo tu tata, le expresó a Elvis, traernos los dolaritos que para lo único que en verdad sirven es para darse sus buenos toques porque para lo demás no sirven para ni mierda puto pisto sin base, falso, como estas putas y como nosotros también o como este gordo cerote -dirigiéndose al Gordo Buñuelo- que para lo único que sirve es para darle paja a la gente en la televisión.
El estado de ánimo de Magic Wils nos incomodaba a todos, pero nadie decía nada pues sabíamos que alguna discordia con él podía significar nuestra sentencia de muerte. Esa tarde yo tuve algo de suerte pues no me dedicó ninguna de sus ofensas y podía sentirme un tanto ajeno de aquel palabrerío que manaba de la tosca boca de Magic Wils.
2.
Nosotros éramos del equipo de creatividad de la sección de editorial y censura de la R.S.E. S.A. de T.V. Un grupo propagandístico de élite que solíamos juntarnos una vez a la semana para esbozar y desarrollar los lineamientos de la estrategia editorial que debíamos llevar; si bien los cuatro éramos funcionarios de comunicaciones quienes trasladábamos las ordenes “de arriba” a todos los medios de comunicación bajo nuestro control: televisión, radio, prensa escrita y digital; teníamos amplios poderes para orientar lo que debía o no aparecer en esos medios; casi todos recibían nuestras órdenes, también contábamos con muchos ‘analistas’ que aparecían como independientes pero a quienes les dictábamos lo que deberían de decir en sus columnas o en los programas de opinión que eran arreglados también por nosotros.  Incluso orientábamos a líderes religiosos de todas las expresiones que salían diciendo cualquier cosa que nosotros les ordenáramos. Por ello, para motivar nuestra creatividad, los jefes siempre nos tenían las mejores condiciones; es decir un salón especial con mucho whisky, drogas y la compañía de lindas edecanes que la empresa prostituía con famosos clientes del jet set nacional. Más de una vez fuimos acompañados por alguna reina de belleza y hasta contamos con la presencia de alguna cantante mexicana ex-amante de un ex-presidente por cortesía de nuestra cadena aliada en aquel país donde dicen que se firmó la paz.
Esa tarde como todas las tardes en que nos reuníamos, tratábamos de hacer un análisis de lo que estaba aconteciendo y medir a través de fuentes poco transparentes lo que se decía en la opinión pública. Para nosotros hablar de opinión pública era medir en la práctica si nuestro mensaje había llegado a la mayor parte de la población, si ésta expresaba ‘libremente’ de manera casi literal los mensajes que nosotros imponíamos a través de la repetición incansable de estos a través de los medios. Dicen que ese método lo inventó un tal Goebbles, pero nosotros lo habíamos llevado a niveles más efectivos. Por ejemplo, si queríamos hacer mierda a un adversario de nuestros patrones, decíamos, de las formas más sutiles a las más obscenas, que esa persona era una mierda y si la gente luego de un sondeo de “opinión pública” repetía que esa persona era una mierda, sabíamos que lo habíamos hecho bien. Si por el contrario, los enemigos de nuestros patrones colocaban un tema en los medios que no les favorecía, nos correspondía a nosotros cambiar el mensaje y hacer que aquello se olvidara. Tuvimos mucho trabajo cuando se destaparon sendos casos de corrupción pero gracias a nuestros buenos oficios ya casi nadie los recuerda, a tal punto que jamás se investigaron. Todo esto lo hacíamos mientras nos drogábamos porque no había otra forma más efectiva para crear realidades paralelas y nuestros patrones lo sabían muy bien.
A nosotros nos gustaban las encuestas porque así podíamos medir la efectividad de nuestras campañas; por ejemplo cuando nuestro partido cayó en un bache por los mencionados casos de corrupción, hicimos una campaña para hacer creer que todos los partidos eran iguales de corruptos, una mierda; meses después casi todo el mundo opinaba de esa manera, la población repetía como un mantra “todos los partidos son iguales, son una mierda”. Nosotros sabíamos muy bien que una encuesta de percepción tiene como objetivo evaluar la influencia de los medios de comunicación en la población; por ello nosotros ordenábamos a los medios lo que debían decir y cómo lo debían decir; por ejemplo, si uno de nuestros adversarios estaba muy bien posicionado simplemente no publicábamos nada de él, no lo mencionábamos, lo desaparecíamos para anularlo por completo de la opinión pública. Cuando esto no funcionaba, entonces nos inventábamos una historia incriminatoria, multiplicando las ideas en las que se le inculpaba (y hasta se le sentenciaba). Si era un sujeto común, lo desaparecíamos y luego se justificaba que lo que había pasado le había pasado por pobre, otra simple víctima de la delincuencia común. Cuando estábamos de buen humor nos inventábamos campañas esperanzadoras para que la gente se identificara más con nuestros patrones con campañas como Pray for them o We are them, etcétera. Así la gente se conmovía ante el sufrimiento de nuestros jefes olvidándose incluso de sus propios problemas. Lamentábamos no tener una industria cinematográfica en la que podíamos producir sendos montajes fílmicos como en Hollywood, por ello sólo nos quedaban los noticiarios para mantener entretenida a la población con nuestras historias de ficción.
3.
Esto lo sabía Elvis como –evidentemente- todo mundo lo sabe. Lo que él no sabía era cómo hacerlo efectivo y por eso lo habían enviado con nosotros. Su tarea era inventarse una historia para distraer a la opinión pública con algún tema sin importancia mientras nosotros encontráramos un caso relevante que pusiera en jaque a nuestros adversarios. Pero Magic Wils se había alterado porque no comprendía cómo una persona incompetente como Elvis, había sido enviado a lo que él siempre consideró el grupo de élite de los aparatos de ideologización de los grupos dominantes. Pese a su pensamiento burgués nunca le habían gustado las prebendas, los hijos de papi que utilizaban sus ínfulas para escalar puestos. Y por eso aquel día le había entrado una gran cerotera contra el tímido muchacho.
Pero por un momento Magic Wils se había tranquilizado de la jodedera que tenía, estaba muy concentrado en el juego de Risk por atacar Venezuela, puso las fichas que le correspondían por norma, tomó los dados y anunció: ataco a Venezuela desde América Central. Elvis lo miró sin sorpresa pues había comprendido en poco tiempo que en el juego del Risk por una extraña razón, Venezuela era el territorio que más nos disputábamos. Hubo varios intentos pero no fue suficiente, por lo que el juego continuó y Magic Wils aprovechó para llenar su vaso y darse también un pericazo, momento en el que notó que el Gordo Buñuelo ya no estaba interesado en seguir jugando y lo miraba clavado con ojos de maniquí.
Vos gordo cerote, no sé cómo putas no te morís. El Gordo lo miró y sólo hizo una mueca que pretendía ser una risa. ¿Ya viste? me preguntó, parece que en este equipo sólo habemos dos personas valiosas, el resto es puro ripio el que nos han mandado. Este pedazo de mierda nada más sirve para ponerse loco y andarle tocando el culo a las chamacas en la tele. Me estás oyendo pedazo de mierda, cerotillo con ojos. Parecía que Magic Wils iba a sacar todo su repertorio de puteadas, cuando Elvis por fin reaccionó y le dijo: ya calmate, o sea, dejá en paz a la gente. Ve y este igualado que ni hablar puede, mirá mono cerote, si vos estás aquí es por puro cuello, entendés, que si no fuera por tu tata y por los de arriba, vos putiando estarías en la zona rosa o Miami. Elvis dejó entonces su impulso y volvió a quedarse callado.
En realidad todos nos quedamos como mudos pues sabíamos que si Magic Wils seguía tenso, más de alguno iba amanecer serenado en cualquier cuneta del país. Escúchenme bien hijos de su grandísima router, aquí nadie se me va poner al brinco, que el que la cague sabe que lo mato hasta con la punta de la moronga y luego doy la orden de que fue por vínculo con pandillas que así me he cargado a mucha gente para favorecer a los patrones. Magic Wils tomó otro trago y miró a su alrededor como esperando alguna reacción nuestra, quizá el último comentario no fue el más acertado pues lo ponía en una situación compleja, sobre todo ante Elvis que hasta ese momento desconocía tal dato. Así que respiró profundo, nos miró a todos –jalando mocos- se rió.
Elvis lo espetó, quería saber el trasfondo de su conducta y que porqué la había agarrado contra él. Magic Wills, enrojecido quizá por la vergüenza, quizá por el exceso de whisky respondió casi enseguida, como un empuje del instinto.
-Mirá mono, la mera onda que vos me caés mal porque sos un gran pipiolo, porque no la sabés menear.
El muchacho lo miró con incertidumbre, había tocado una fibra bastante delicada en su autoestima, dudar de su orientación sexual lo descompensaba a tal punto que los ojos se le pusieron brillosos. Como pudo, retomó el aliento y amenazó que abandonaría el equipo si tanta incomodidad nos generaba. Ese fue un golpe bajo pues sabíamos que si Elvis se retiraba, tendríamos represalias de los de arriba a tal punto de perder nuestro trabajo y así también cualquier oportunidad de escalar puestos. Nos miramos unos a otros y de forma casi coreográfica nos empinamos sendos tragos.
De manera insólita, Magic Wils se levantó de su asiento, se acercó hacia Elvis, se disculpó y como muestra de compensación por la ofensa, le pidió que escogiera a una de las chicas edecanes de la R.S.E. S.A. de T.V. y se la llevara a una de las habitaciones. Al principio Elvis no quiso aceptar pero ante la insistencia accedió. Las chicas se pusieron de pie formando una fila y como un desfile de modas pasaron ante los ojos de Elvis quien al final se decidió por una y esta lo llevó de la mano, el resto esperamos mientras hablamos de cosas sin importancia, clavados en la tele apostando sobre el nuevo embarazo o los problemas de drogadicción de la actriz de turno pensando cuál sería la estrategia para ocultar los problemas de nuestros jefes hasta que, un par de minutos después, la chica salió de la habitación con una expresión entre burla y frustración. Al notar nuestras miradas de interrogación, la chica apenas dijo:
-Ay dios, si a este bicho lo que le gusta es que le pongan su misma canción. Este Elvis no sabe bailar. 

Elvis salió despavorido del salón y sollozando se despidió de nosotros. Daba la impresión que no lo tendríamos de nuevo en el equipo. Magic Wils quitándole importancia al asunto se rascó una nalga y tirándose un pedo nos dijo que para esa semana hablaríamos de las prácticas masturbatorias en los funcionarios públicos y su relación con la calvicie y el sobrepeso. Todos reímos ante la ocurrencia. Ya teníamos tema para seguir distrayendo a la población.

lunes, 16 de enero de 2017

Carta


Encuentro


Mucho falta por hacer

A 25 años de la firma de los Acuerdos de Paz en El Salvador
Mucho falta por hacer



El 16 de enero se cumplen 25 años de la firma de los Acuerdos de Paz (AdP) suscritos por el Gobierno de El Salvador de aquel entonces y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y que pusieron fin a doce años de conflicto armado abierto. Momento que se aprovecha para hacer balances desde múltiples aristas de lo logrado, lo retrocedido, lo que se hizo o se dejó de hacer con la sabiduría de quien mira para atrás.Es evidente que la firma de los Acuerdos de Paz significó un cambio en las relaciones sociales, no obstante no tuvieran un impacto uniforme en la población salvadoreña, puesto que durante la guerra hubo varios actores (organizados) y sectores o grupos (no organizados) involucrados directa o indirectamente con intereses diversos, algunos más o menos claros, con mayor o menor nivel de conciencia; de ahí que lo alcanzado en aquellos acuerdos tuviese también implicaciones variadas, de acuerdo a lo que Martín-Baró -refiriéndose a los impactos de la guerra en la salud mental- llamó “coordenadas”; es decir efectos de acuerdo a la clase social, el involucramiento de los grupos y personas y la temporalidad (efectos de mediano y largo plazo) [i]. A partir de las cuales se pueda analizar las reacciones de estos en la etapa abierta por aquel acontecimiento.
Si bien existe amplia coincidencia de que lo que se logró con los Acuerdos fue el fin del conflicto bélico (el enfrentamiento armado se lee en los documentos) entre dos partes directamente involucradas y que no significó de ninguna manera el logro de la paz ni cambios en las estructuras que originaron el conflicto, aquellos dieron la pauta hacia una apertura democrática que cambió la dinámica en las relaciones de los diferentes grupos y sectores generando una situación de optimismo y esperanza, natural e ilusoria, frente al nuevo momento y que a la distancia se puede interpretar también a partir de los individuos que vivieron y/o viven las secuelas de la guerra.
Por el lado de los grupos dominantes y de la “derecha” política e ideológica, pese a que en un inicio los sectores más conservadores rechazaron cualquier negociación con las fuerzas guerrilleras alegando que “negociación es traición”, permearon los discursos de “borrón y cuenta nueva” fieles al discurso del “fin de la historia” y erigiendo a Cristiani como el “Presidente de la Paz” y que dio pauta para garantizar el avance del modelo económico que incorporara a los grupos de poder al concierto económico mundial obviando toda causa que originara la guerra.
Mientras que, para el FMLN, los Acuerdos fueron el producto de un largo proceso de diálogo y negociación, vista como una alternativa para el fin del enfrentamiento armado, empujada por la necesidad de adaptación a una coyuntura internacional que se vislumbraba como desfavorable si no se concretaba en aquel momento y que diera paso de ser fuerza militar beligerante a fuerza política en el marco de la democracia representativa.
Por otro lado, para los sectores de la población que no tuvieron participación abierta en el conflicto bélico, aunque sí como protagonista y en algunos casos con posiciones conscientemente claras, los Acuerdos fueron un momento para repensarse en el nuevo escenario a la expectativa de lo que se podría alcanzar sin saber exactamente qué.
Señalado lo anterior, el paso del cumplimiento de los Acuerdos quedó a la deriva. No es de menospreciar que una nueva etapa generó nuevas relaciones y de ahí a nuevas subjetividades, algo que se ha dado en llamar el período de “institucionalización generalizada”. El proceso posterior al fin del enfrentamiento armado por parte de las fuerzas en contienda abrió nuevos derroteros para la izquierda y las clases subalternas: de la vía armada se pasó a la vía electoral y de la movilización popular organizada a la lucha [participación] ciudadana por la subsistencia. En términos generales se cambió la lucha por un proyecto de sociedad con justicia y equidad, a la adaptación individual en una sociedad excluyente. En términos generales, porque también hubo quienes se han mantenido fieles a sus principios de la construcción de una sociedad nueva.
Paralelo a ello, la interpretación de lo sucedido quedó en las apreciaciones de quienes la escribieron y no necesariamente de quienes la protagonizaron, mucho menos de quienes sufrieron las consecuencias de la guerra. De ahí que la narrativa de la guerra se instale a partir de las voces que han tenido el privilegio de ser escuchadas, algunas como visiones institucionalizadas y otras como verdades impuestas, quedando marginadas las voces que en apariencia no tuvieron participación directa en aquel momento pero que actuaron desde las trincheras del desconsuelo y que claman por contar su versión sobre el asunto.
Existe la ineludible tarea de cruzar las distintas intersubjetividades a razón de la verdad histórica de los hechos con base a las necesidades grupales y sectoriales, principalmente desde la subalternidad (en sentido gramsciano). Pese a lo que se pueda señalar, el comprender este proceso es en sí una tentativa para buscar caminos que confluyan en la búsqueda de la paz con justicia. Esto como parte de un proceso del cual -el actual momento- es producto de sus múltiples continuidades y no de supuestas rupturas en este largo y sinuoso camino que es la historia.
Si bien todo balance puede ser aleccionador así como un aspecto de interpelación a la sociedad, siempre y cuando supere la [auto]flagelación, lo que puede aportar en tal sentido es la construcción colectiva que ubique los desafíos en esta nueva etapa desde los aprendizajes del pasado, principalmente para quienes tenemos la tarea de estudiar aquel momento, interpretarlo y asumir la responsabilidad de cara al futuro.
Y para alcanzar este cometido, es necesario tejer una nueva amalgama de interrelaciones con sentido prospectivo, asumiendo que para ello no partimos de cero. Es así que parafraseando a Simón Bolívar, quien escribiera “Mucho hemos hecho, pero más nos queda por hacer” para el tema abordado se podría decir que: Algo ya se ha hecho, pero mucho falta por hacer.
Nota

[i] Cfr. MARTÍN-BARÓ, Ignacio, (1990). El impacto psicosocial de la guerra. En Psicología social de la guerra: Trauma y Terapia. UCA Editores. San Salvador. 

lunes, 2 de enero de 2017

A BALAZOS NOS (D)ESCRIBIMOS

A BALAZOS NOS (D)ESCRIBIMOS
SOBRE EL ABORDAJE DE LA VIOLENCIA EN LA LITERATURA SALVADOREÑA

Erick Tomasino

Se ha vuelto común la apreciación de que la violencia es uno de los principales problemas del país. Es casi un tema insoslayable de conversación en diferentes ámbitos y por ende de preocupación al intentar explicarla y mucho más resolverla; y en el caso particular de la literatura un tópico relevante aunque esta se exprese a nivel descriptivo solamente. Pero debido a la complejidad del fenómeno no exista una idea común de cómo entenderla.

Cuando escuchamos la palabra violencia, irremediablemente nos remitimos a los hechos criminales que suceden diariamente y que tienen que ver con actos delictivos relativos a asesinatos, asaltos, agresiones, etc. cuya responsabilidad es asignada casi de manera automática a los grupos de pandillas juveniles conocidos como “maras”. Hecho que ha sido colocado por la prensa de tal manera que se considere el principal problema en El Salvador; sin embargo ello es sólo una forma en la que se expresa la violencia y que en todo caso, también es consecuencia de otra forma superior pero a la vez invisible: la violencia estructural.

Por violencia -nos dice Martín-Baró- “hay que entender la aplicación de una fuerza excesiva a algo o alguien, mientras que por agresión se entiende la violencia dirigida contra alguien con la intención de causarle daño. Violencia y agresión son conceptos que arrastran una valoración negativa, aunque hay muchas diferencias en el sentido con que los psicólogos emplean estos términos. (MARTÍN-BARÓ, 1997: 421).

En tal sentido, hay una diferenciación sustancial entre la violencia y la agresión. Esta última muchas veces confundida con la primera y concebida como la única forma de violencia. Por ello, la perspectiva histórica es necesaria para encontrar el sentido psicosocial de las diversas formas de violencia.  En la época en que Baró escribió el texto citado (conflicto armado) el autor identificaba tres principales formas de violencia que se distinguen en la vida social de El Salvador: “la violencia delincuencial, la violencia represiva y la misma violencia bélica”.

En la actualidad podríamos decir, que la que más se asume es la delincuencial, no obstante la forma superior a la que quiero hacer referencia es a la violencia estructural que tiene que ver con el sistema de organización social y económico que promueve la explotación, la dominación, la opresión como ejes esenciales para su reproducción, sino veamos como violento el hecho de que en país como El Salvador, apenas 160 personas concentran el 80% de la riqueza y que grandes empresas evadan impuestos por unos US$372 millones. También resaltar que en la actualidad se manifiesta en el tráfico de armas, drogas y personas como ejes de acumulación capitalista, pero que no se asumen como actos violentos dentro de un sistema que se basa en ellos para subsistir.

Por otro lado, Peter Waldmann, citado por Kohut (1999), en su artículo sobre la violencia política, distingue entre violencia personal, institucional y estructural. La violencia personal es definida como “una interacción social que se caracteriza por la imposición de pretensiones y esperanzas o, más simplemente, por el enfrentamiento corporal directo”. La violencia institucional, por su parte, es “el poder de mandar sobre otras personas, apoyado en sanciones físicas, que se concede a personas que ocupan ciertas posiciones”. Finalmente, su concepción de la violencia estructural, inspirada en la del investigador noruego Galtung, la define como “la causa de la diferencia entre la realización somática y espiritual del hombre y su realización potencial”. La violencia estructural no se puede imputar a una persona o institución determinada, sino —de una manera algo vaga— a las circunstancias reinantes que impiden; por ejemplo, que un enfermo pobre reciba el tratamiento médico adecuado. Este ejemplo hace ver que la violencia estructural pertenece, en última instancia, al campo de la violencia institucional, porque es la consecuencia de una situación política en el sentido más amplio. (KOHUT, 1999:195). Yo sumaría otra expresión de la violencia que no necesariamente tiene connotaciones negativas y esa es la violencia “revolucionaria” o de “resistencia”, como fuerza cuyo objetivo es romper los equilibrios existentes para transformar la realidad y socavar las estructuras que generan y reproducen la violencia.

Es así que para incorporar al análisis de la violencia en la literatura, es necesario primero apartarnos de todo apriorismo negativo e identificar por un lado el equilibrio existente y por otro asumir que la violencia es la fuerza que rompe con ese equilibrio. Cuál es el equilibrio y cuál es la fuerza que la rompe nos permite tomar postura para su abordaje.

A partir de lo anterior propongo analizar la violencia en la literatura a partir de su doble carácter: 1) la que aborda literalmente la violencia y sus distintas expresiones o formas y 2) la que es violenta en cuanto pretende la ruptura del canon dominante, buscando formas propias o novedosas.

Dicho esto, cuando se habla de violencia en la literatura es importante comprender los momentos históricos en los que desde la narración o la poesía, ésta ha asumido una posición o bien de seguimiento o aplicación a la literatura ya conocida o bien, de ruptura con los cánones establecidos. Para identificar el abordaje de la violencia en la literatura, quiero hacer distinción sobre el énfasis en las formas de violencia que abordan identificando períodos que podrían ser los establecidos por los momentos políticos de la historia salvadoreña definidos a partir de la guerra y conflicto armado, es así que se habla de una literatura de pre-guerra, durante la guerra y de post-guerra.

Sin ser exhaustivo se podría decir que el abordaje que ha hecho la literatura de la violencia tiene que ver con los períodos históricos en los que se ha desarrollado, enfatizando una u otra forma de la violencia; es así que en el caso de El Salvador se destaca en la literatura de “pre-guerra” elementos de la propaganda política con una opción y postura clara, usando un lenguaje violento en contra la pasividad de la palabra que en aquella época se consideraba a la tradición literaria nacional, teniendo a Oswaldo Escobar Velado quizá como su principal referente a la que le siguieron escritores de la Generación Comprometida.

En tanto que la literatura del período de guerra está marcada fuertemente por un testimonio militante, de contar experiencias de participación en el conflicto través de una “estética utópica” como diría Beatriz Cortéz (p. 24) que particularmente supera al momento político pues aún luego de la firma de los acuerdos de Paz en 1992 y más aún por ello, se amplió la producción literaria publicada con la narrativa testimonial que muchos excombatientes dieron a conocer.

Mientras que la literatura de post-guerra se define bajo “una sensibilidad que ya no expresa ni esperanza ni fe en los procesos revolucionarios utópicos e idealistas” (Idem.). Atención aquí que quisiera remitirme a no definir períodos como momentos estancos, sino más bien entender que existe un período de transición quizá inivisibilizado por haber olvidado la mirada a la producción de la literatura “durante la guerra” (al respecto ver los artículos de opinión de Vallejo-Márquez sobre “la generación olvidada”).

Los autores de los primero dos períodos señalados, adoptan una posición de denuncia frente a la violencia estructural y una posición a favor de la violencia revolucionaria, como parte del proceso por alcanzar un proyecto político popular. La denuncia de una violencia que proviene, en gran parte, de un sistema social excluyente, que no permite la participación de todos en una comunidad, pero que su vez se reconoce como miembro de un sujeto colectivo con potencialidades transformadoras; contrario al del período de post-guerra. “el tema de la violencia –dice Kohul- en tiempos democráticos, tema más difícil en cuanto que no conlleva la oposición blanco y negro propia de los tiempos de la dictadura. El estado ya no es, a priori, el enemigo, ni la resistencia armada puede estar, a priori, justificada.” (op cit. 208). Por lo que el abordaje de la violencia se va retomando, cuando lo hace, a las formas de violencia personal.

La literatura de la violencia en la actualidad podría bien referirse a aquella que aborda la violencia criminal (delincuencial) desde lo cotidiano o desde una perspectiva de la agresión. Para ello, el ejemplo característico en Latinoamérica -dice Orrego (2013) es el de la narrativa colombiana que ha propuesto el modelo conocido como “novela sicaresca” término se le atribuye al escritor y columnista Héctor Abad Faciolince, quien lo usó inicialmente en la década de 1990 para referirse a todas aquellas novelas y películas que tenían como protagonista un sicario, un adolescente quien mata por dinero. El término se usa al comparar este tipo de novelas con la picaresca española, tan popular durante el Siglo de Oro. Ambas siguen características muy similares, dentro de las que se pueden destacar el protagonista antihéroe con un pasado desconocido; el protagonista quiere mejorar su situación de vida pero fracasa; y el uso del naturalismo y realismo para describir los aspectos más desagradables de la realidad.

Por ello no sería sorpresivo que a partir de una percepción desde el sentido común, en El Salvador se instaure una literatura de la mara, lo cual me parece que inició en el campo de los audiovisuales con lo logrado por el documental “La vida loca” de Christian Poveda, quien al presentarnos la cotidianidad de un grupo de una pandilla, consigue uno de los objetivos de toda narrativa: identificarnos con el personaje. Herencia que vemos continuada aunque un poco más matizada en la película “Malacrianza”. En cambio podemos encontrar, si se le puede ubicar de esa manera, a la narrativa periodística de corte criminal, como el que realiza un periódico digital que bajo una cortina de “periodismo de investigación” nos presenta situaciones que tienen que ver con el lado humano del crimen y que logran el objetivo de que muchos de sus lectores lo retomen como hechos explicativos de un fenómeno social, logrando el objetivo señalado de identificarnos con el sujeto de la historia hasta tal punto de considerarlos víctimas inocentes de la marginación y que muchas personas leen con desorbitado morbo.

En lo personal me parece más aleccionadora y temeraria me parece la propuesta del hondureño Jorge Martínez Mejía en su libro “El mundo es un puñado de polvo” en la cual los protagonistas son miembros activos de una mara y que en el desarrollo de la historia nos lo presentan no como viles vándalos, sino como seres humanos con historia, que crecen en ciertos contextos y ciertas relaciones que los van llevando finalmente a ser quienes son. En el país me parece necesario resaltar y sin ser exagerado, una obra de ruptura con el poemario “El Disparo” de Luis Borja, quien desde un lenguaje poético pero directo aborda varias dimensiones de la violencia aunque todavía no se profundice -y no debería ser su objetivo- en formas de violencia más estructurales  y cuya propuesta está siendo retomada por otros poetas coetáneos, no así en la narrativa que si bien trata de formas de violencia me parece que no logra su cometido por ser escritos desde la pedante comodidad de los escritorios de la diáspora que no vive el día a día del “paniqueo colectivo”.

Cabe señalar que existe el riesgo de institucionalizar el tema de la violencia (de la violencia criminal) en la literatura frente al ansia de la industria editorial por encontrar el Tema que despierte pasión y morbo en potenciales lectores y no de encontrar en ella la posibilidad de comprenderla en su contexto específico; más aún, que se imponga una sola visión porque es lo que demanda un público acostumbrado al morbo y la superficialidad.

Para finalizar quisiera enfatizar que en este caso habría un riesgo de instalar una literatura de la violencia (o literatura de la mara más en específico) como el nuevo canon en la producción salvadoreña, como de algún modo se ha institucionalizado el tema del narcotráfico en la producción artística colombiana; en ese sentido, aquella literatura marginal o subalterna puede pasar a ser la literatura dominante y “oficial”, “canónica” que escribe sobre lo “violento”, pero que deje de ser fuerza que contraste contra el equilibrio de la industria literaria del entretenimiento.


DOCUMENTOS CONSULTADOS:

CORTEZ, Beatriz. (2010). Estética del cinismo. Pasión y desencanto en la literatura centroamericana de postguerra. F y G Editores. Guatemala.
MARTÍN-BARÓ, Ignacio. (1997). Acción e Ideología. Psicología social desde Centroamérica (I). UCA Editores. 8° edición.
KOHUT, Karl. (1999). Política, violencia y literatura. Congreso Anual de la Asociación Alemana de Investigación sobre América Latina (ADLAF). Hamburgo.

ORREGO, Jaime. (2013). Literatura y violencia en Colombia: del fracaso de la sociedad y el estado, a la búsqueda de la solución. Seminario Permanente de Humanidaes. 7 de agosto.