lunes, 20 de septiembre de 2010

martes, 7 de septiembre de 2010

Un detalle solo

Cuando volví a casa todo giraba al compás del reloj. Sonó el teléfono y era su voz -la que había estado tantos dias ausente- en son de reclamo por mis tantos dias ausente. No podrás deshacerte de mi tan facilmente me dijo con una mezcla de amenaza y deseo.

Nos vimos el siguiente día y nos besamos como si todo lo anterior no hubiera pasado. Seguimos con una conversación mas que convencional, con los tipicos ¿cómo estas?, ¿qué has hecho? y un tediosobla, bla, bla. Luego devino un enorme silencio como si las palabras hubieran huido del caos o hacia el.

Mi problema es que te amo, le solté. Ella me miró de forma serena. Vamos a tomar un café dijo sin una sola expresión en el rostro. Caminamos por las mismas calles de siempre solo que esta vez un murmullo de lluvia suspiraba por la tarde. Llegamos a la cafeteria -la misma de siempre- ordenamos. Como para no variar yo pedí café negro y sin azúcar, ella una bebida carbonatada con mucho hielo. Estábamos de nuevo en silencio cuando sonó su teléfono celular; ahí se dibujó una bella sonrisa en su rostro. La bella sonrisa que no veia en mucho tiempo.

Quien hablaba era su exnovio llamando desde algún lugar de la penumbra. Mientras, yo leía un poema de Prévert...

Mas Tarde

En estos días de intensa desolación, con la lluvia -o sin ella-, mi compañera de trabajo me interrumpe cada cinco segundos para recordarme lo mediocre que soy solo por abandonar la universidad. Mientras busco entre esos cuatro segundos restantes un correo con ojos vivaces desde este lado de la computadora.
Anoche bebí hasta abandonarme. La chica de la barra paró de bailar y me quedé ebrio de mi. Suele pasarme. Entonces mi cabeza rodó sobre una almohada buscando unos ojos fugaces desde ese lado de la cama. No es necesario recordar que ella no estaba a mi lado.
Y hoy cómo me martilla en la cabeza el sonido de estas teclas, mientras escribo esto que si hubiera hecho caso a mamá podría parecerse a un poema. Mientras llevo varias tazas de café encima de mi úlcera (apenas son las 10:59 de la mañana y me volvió el sueño) y como me gustaría beber un fresco de horchata con hielo.
Mas tarde buscaré volver a una casa que por ratos me deprime. Veré su foto sonriendo como si en verdad estuviera ahí. Su suéter y los peces que me hizo llevar a casa como si en verdad estaría ahí. Me sentaré en el colchón que ha perdido su aroma y me acordaré de mi compañera de trabajo diciendo cada cinco segundos lo mediocre que soy. Y en silencio quizá le de la razón.

Ya no fumaré de sus labios me anuncia un poema escrito por mi mano.