miércoles, 26 de septiembre de 2012

Prensa Rosa


Con mezcla de elegancia y duelo se vivió la noche anterior en el funeral del chico del barrio. Toda una gala de lutos y mediolutos la que desfiló por el salón de la casa de sus padres –de los padres del finado- a quienes se les vio recibiendo muy amenos una íntima gama de invitados.
La noche estuvo amenizada por música de mariachis de pueblo, dando el toque mexicano a la velada, interrumpido brevemente por la tía materna quien ataviada con un vestido de revuelos (que por cierto hacía recordar a la restauración del ecce homo) y en sorprendente acto de improvisación, decidió cantar uno de los pocos alabados que se dejó escuchar en toda la noche. Mientras que el toque juvenil lo puso el ringtone de la sobrina del occiso a quien su aparato celular, intermitente interrumpía el silencio con su tonada de farruko, sacando más de una sonrisa entre los dolientes.
Degustaron los convidados suculentos platillos típicos, entre los que destacaron los tamales de ceniza envueltos discretamente en hojas de plátano y qué decir del café con pan dulce que empalagaron a los paladares más exquisitos.
Pero sin duda la atención se la robaron los bolitos de la cuadra, a quienes se les debe la puesta en escena del juego barajas callejero, poniendo a chiviar a chicos y grandes en indiscreta excitación. No pudimos tener declaraciones de quien ganó la partida pues a tempranas horas de la noche ya se encontraban demasiado ebrios prefiriendo los jugadores realizar un brindis por el ausente.
Sin duda, uno de los eventos familiares más concurridos del año y que será recordado por varias generaciones. La familia quedó muy agradecida por el acompañamiento del vecindario a quienes –a excepción del muerto- se les vio muy unidos y sonrientes.

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