sábado, 26 de marzo de 2011

Tirando rostro


Se me está cayendo la cara, le dije al teléfono. No es que no te quiera verte, es que literalmente se me está cayendo la cara. No, no es por vergüenza aunque decís que ya no la tengo. Es solo que me excedí tomando el sol, por lo que ahora se me esta cayendo la cara. Por eso no puedo ir a verte, es completamente horrible.
Ella colgó abruptamente el teléfono y seguí lavando mi rostro con sábila pensando en curarme lo antes posible. El problema es que entre mas rozaba mis manos por la piel, pequeños pedacitos volaban hasta caer en el piso. Era totalmente preocupante.
Sequé mi rostro y al final decidí salir a tomar una cerveza. Lo bueno de esto es que aun puedo tomar cerveza. Llegue al bar y me senté como siempre en un lugar solitario, en realidad estratégico, es un rincón donde nadie puede llegar a molestarme pero desde donde puedo apreciar todos los movimientos que suceden ahí adentro.
Estaba por mi segunda cerveza y el último de los cigarrillos que me quedaban,  cuando de reojo noté como dos mujeres me miraban mientras se decían algo, eran dos mujeres jóvenes de tez blanca y pelos amarillos, definitivamente no eran de este país;  a veces se daban pequeños codazos y empujoncitos mientras me miraban. Yo, lance una disimulada sonrisa hacia ellas y ellas respondieron con tímidos ademanes de saludo.
Luego se acercaron a mi mesa: ¡Hola! Dijeron. Hola respondí. Wow, le pasó algo a tu cara, es realmente asquerosa. Expresó una de ellas. Es que ya deje de usar mascaras le dije. Te queremos preguntar si tú eres el amigo de  Estela. Supongo que soy uno de ellos. Que bien, podemos acompañarte. Por supuesto. Nosotras somos estudiantes que hemos venido para conocer un poco la historia de tu país y Estela nos dijo que podríamos encontrarte aquí para que nos ayudes. Parece que la cara de objeto antropológico no se me ha quitado pensé para mis adentros.
Estaban las dos estudiantes extranjeras contándome todo su rollo, mientras yo seguía arrancándome pequeños pedacitos de piel,  la cosa se estaba poniendo divertida. Parecía que estaba mutando ahí mismo delante de las chicas que mientras escuchaban lo que les decía con simulada atención,  pagaban mis tragos. Es como estar pagando un espectáculo de circo supuse. Vean al único hombre que puede cambiar su piel sin cirugías. Ni siquiera Michael Jackson lo consiguió.
La velada estaba por acabarse y a esa hora yo estaba completamente excitado. Debo admitirlo, no podía dejar de pensar en llevarlas a ambas a mi casa. Estaba por proponérselo cuando dos tipos rubios, fornidos y bien bronceados, se acercaron cada uno tomo a cada una de las chicas y se plantaron sendos besos. Nos presentaron y dijeron que tenían que irse.
A esa hora quedaba un poco de cara que quitar.

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