viernes, 26 de agosto de 2011

Vos y la lluvia


La lluvia me aparece como un acta, como un memorándum, como un listón en el diafragma; se aparece, para que evoque en mí, momentos especiales y no tanto, simpáticos y no tanto, alegres ¿Quién sabe cuanto? La lluvia me invita a dormir, para que en sueños nuestra conversación se extienda.
Por ejemplo anoche tuve un sueño digamos que surrealista (como un corto de Jodorowsky dirías): vos y yo seguíamos conversando en una especie de sofá móvil, con rueditas y banderas de muchos colores, recorriendo un puente también de muchos colores y sonidos de aplausos. Luego al mirarte a los ojos me dieron ganas de darte un beso y te di un beso y los aplausos sonaban en una sola algarabía. Los aplausos sonaban como a rio, como lluvia intermitente, como cuando los sueños se juntan.
Quizá no te guste que sueñe con estas cosas, quizá a mi tampoco me gusta que llueva cuando no estamos cerca. Quizá la lluvia y los sueños no quieren que te vayas y por eso irrumpen este espacio que te reservo. ¿Qué se puede hacer con estas cosas que están fuera de uno y dentro de los dos?
La lluvia lejos de tu abrazo me suena hueca y me sabe fría; cerca de tu abrazo aunque sea fría me es excusa para tomarte de la mano y mirar tus ojos. Tus ojos me invitan a seguir soñando. Seguir soñando me convoca a volverte a ver. Aunque ahora esta ausencia me sepa a defunción a ultimátum, a una soga en la esperanza. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario