Foto cortesía: Debbie Weston |
Beber y no pensar en el mañana.
Beber y estar a tu lado, bebiendo. La insoportable ebriedad de acercarme y no
tener excusas para estar. Para hacer que te quedes vestida de ti y de mis
brazos, abrazándote. Beber de tu oxígeno lastimado de pasados inconclusos, de
ayeres mal encarados, de males no penetrados en el depósito del olvido.
Tener miedo de ti, bebiendo;
de tu mascarada exprimida de verdades, avanzando. Un rayo arrebatador mientras
llueve por las calles olvidadas de sobrias apariencias. Beber y no beber de ti.
De tus labios como fuego impetuoso. Observando tus distancias, tus promesas,
tus respuestas. Algo que no cala en el manual del cortejo. Amaneciendo.
Tus pasos balanceando mi
poco éxito en detenerte avanzan casi tropezando mis palabras al límite.
Naufragar en tus pechos con el pensamiento cuando vuelves a ver para no verme.
Encontrarme en los
subterfugios de la noche, mientras el frio cala mis huesos. Fumando la angustia
de no estar de nuevo ni como piedra en el abismo ni como un globo sin lastres. Odio
gentil que manipula el sabor de unos labios voraces por arrancar de ti tu
inmortalidad. Profunda mirada que insertas atravesando una mirada que no es la
tuya. Todo esto que pienso, bebiendo.
Hacer
de toda la ciudad una imagen que se desliza por tu espalda, bailando. Preguntar
sin eco por tu tacto; los vaivenes que me dejas al abrir los ojos de madrugada.
Nombrarte y no saberte, palpitando de interrogantes para que me encuentres en
otras contingencias. Beber y no pensar en el mañana, sediento de ti. Soñando.
La Ciudad y su Sombre (2012).
tenes buena redaccion , buen poema
ResponderEliminarGracias, de vez en cuando sale algo...
ResponderEliminarMe gusta! Algún dia seré colocho como tu ;)
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