miércoles, 24 de febrero de 2016

La Casa Tomada del Centro (de San Salvador)

La Casa Tomada del Centro

Erick Tomasino.

Fue por invitación del Colectivo Areíto ArteAcción que conocí la Casa Tomada del Centro. No tenía idea de lo que se trataba, pero ya con el nombre me sentí interesado. Dando vueltas por el centro de San Salvador encontramos un espacio que desde el inicio mostraba su mística: una pequeña librería de usados nos daba la bienvenida, el fraterno “pase adelante” era el pasaporte a la confianza de quien abre su casa para mostrarte sus intimidades, el entrar y salir de jóvenes –artistas o no- le impregnaba esa dinámica de quienes viven llenos de ideales y buscan las formas de expresarlos.
La invitación fue girada por el Colectivo “Viaje de la Serpiente”, un grupo de chilenos/as que viajaban por toda Latinoamérica para compartir sus experiencias de teatro y aprender de otros colectivos. Al principio no sabía qué hacía en aquel espacio pues en la ronda de presentaciones, como no tenía nada que responder, inventé que era escritor. Pude no haberlo dicho pues lo que importaba no era lo que presumieras ser, sino quien sos realmente. Aún con aquel desliz, fui integrado como todas las demás personas.


Esos colectivos se integraron para hacer una puesta en el centro que trastocara en la conciencia colectiva el debate sobre la religiosidad de este país. No asistí, pero me contaron que fue una especie de vía crucis contestatario por las calles capitalinas del centro, acción que tuvo varias reacciones por parte de la población. En ese mismo contexto se hizo una presentación en el parque San José y luego se invitó a quienes quisieran, a entrar a La Casa Tomada a reflexionar sobre lo que habíamos visto. Para finalizar Braulio Soto, nos compartió parte de su música de su álbum “Viaje de Vida”, disco que aún conservo. Aquella experiencia me dejó invitado para siempre.


La amistad con las y los chicos del colectivo perduró y perdura hasta el día de hoy. Toda vez que he tenido oportunidad he llevado gente para que conozcan esa propuesta. Siempre queda un sentimiento de admiración de ver cómo un grupo de jóvenes ha tenido la voluntad y capacidad de haber convertido un edificio abandonado y en ruinas en un espacio para la creación y expresión artística. De cómo se puede hacer –con mínimos recursos- una fuente para la promoción y el desarrollo de las artes. Trabajando también con niños y niñas quienes antes de participar de aquel espacio quizá creyeron que las artes era exclusividad de las élites.
Todo aquello me permitió un eventual ser cómplice. A veces presentando un libro, a veces leyendo un poco, otras escuchando alguna amena charla. Un tiempo hasta discutimos tener un diplomado en línea con la gente del CELAPEC (Centro Latinoamericano de Pensamiento Crítico), pero siempre estuvo la dificultad de no contar con energía eléctrica mucho menos con internet. Lo bueno es que siempre ha habido ideas.
La energía que han irradiado estos chicos permitió la apertura del Centro de Artes Hermanos Aguilar y el Café Maktub como espacios independientes y mucho después algunas propuestas estatales que ahora se consideran un circuito cultural en el centro de San Salvador para demostrar que aparte de balaceras y robos, hay un montón de personas queriendo demostrar que en este país también hay vida, alegría, pensamiento por hacer de esto un lugar vivible.
Ahora aquellos jóvenes enfrentan la dificultad de que por tener el ideal de crear este espacio, ahora son considerados usurpadores por una empresa constructora que busca hacer de ese edificio -patrimonio del centro histórico- un edificio para el comercio cualquier mercancía. Ellos -junto a unas familias que tienen años de morar en ese lugar, están en un litigio para que desalojen. Las ansias de acumulación de los que siempre llegan a joder tienen en vilo un oasis para la expresión artística. Es una situación difícil sobre todo si uno se pregunta ¿qué estamos haciendo para no permitirlo? ¿En qué se expresa realmente una política de promoción de las artes? No sé cuál será el desenlace de esto, pero nos coloca en un punto en el cual debemos discutir seriamente sobre nuestra postura –que no es pose- sobre la necesidad de convertir a la Casa Tomada del Centro como un símbolo y expresión de que es necesario un cambio en las prioridades del trabajo con la juventud.

A lo mejor esto no les resuelve a ellos. Pero en algo hay que pensar.

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