miércoles, 24 de febrero de 2016

Romeo y Julieta eran de este planeta

Por: Ilaria Tosello

Luz y Sombra. Foto de Ilaria Tosello.


Si Shakespeare fuera salvadoreño o jalvadoreño, se llamaría Chespirito. Si en lugar de hasta 1616 viviera hasta 2016, contaría lo que la mara anda diciendo:
Julieta se enamoró de Romeo en la escuela del cantón, a sus 14 años, el primer amor, el clandestino, el de las estrellas cruzadas.
El estigma de Romeo fue venir de una familia cuyo hermano mayor era pandillero. Demasiado cerca, demasiado tentador el mundo del mayor para el pequeño… demasiado tentadora la vulnerabilidad de Romeo para quienes querían vengarse contra el hermano mayor.
Romeo murió por una bala en el camino entre la escuela y la casa, mochila en la espalda, en el celular el último mensaje para su Julieta. La mara anda diciendo que los otros dos jóvenes que venían con él se salvaron porque ya habían tomado un su parcito y corrían como corren los bolos el viernes por la tarde.
Julieta recibió la noticia de la muerte de Romeo encerrada estoicamente en su silencio clandestino. No esperó ni un día para ver si era una muerte falsa, como acostumbran otras en el país. El sábado, mientras la mamá se acercaba al carro de la fruta y verdura para comprar y las hermanas en Estados Unidos regresaban de trabajar, Julieta mandó el último mensaje a su mejor amiga: “la vida sin él no tiene sentido”...y buscó la solución que su hermano mayor le había enseñado cuando ella era más niña de lo actual: una pastilla rosadita, la del sobrecito con la imagen de un ratón.
A pesar de las suplicas e intentos de la familia y del doctor que acudieron tras verla fría y pálida, Julieta siempre se mantuvo firme en su decisión.  En 5 horas no quiso salvarse.

Chespirito contaría que, como sus antecesores, Julieta y Romeo  tampoco pudieron salvarse y  que esta Verona jalvadoreña aún espera la reconciliación de sus familias.

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