lunes, 5 de junio de 2017

POEMAS DESDE CENTROAMÉRICA: Ilich Rauda


Noviembre uno

Corazones del sol
Vengan, regresen
La casa aguarda
Traigan todas sus máscaras
Hagamos el círculo
Que no falten las plumas
Ni la piel del enorme desollado
Habrá que juntarlo todo
Llamar al fuego por su nombre
Mirarnos la boca negra
Saber del tallo que nos hiere
Saber de las heridas

Y del río donde se lavan.

Búsqueda del errante.

Pregunta a las cuevas si recuerdan mi eco
Quizá la noche responda por la oscuridad de mis párpados
O el murmullo de las aguas recuerde mis clamores
Tal vez el pedernal no ha olvidado mi huella
O el bailoteo del polvo y las hojas imiten mi danza.

Pregunta a los gatos por mi rostro
A las mariposas por el capullo de mis huesos
A los árboles por mi sombra
A la muerte sino rompe su silencio la vida
A los tigres si es bueno rondar la memoria
A tu corazón o en su ausencia a las bellotas
Si no es osado preguntar a los que juran callar
Por jugar al exilio conmigo.

Espera

Yo que no tengo sombrillas para ti
Sólo lluvia
tumultos y barbarie
Te prodigo mi corazón de obsidiana
Y la palabra del niño que reverbera
Como el relámpago encerrado en una piedra.

La luz se arremolina

Renovando está su piel Latinoamérica
Al crisol de la memoria están pariendo sus serpientes
pujante avanza lo quinientas veces añorado
Desde todas las gargantas
se escuchan los árboles del fuego
las manos se encienden
con calor de siglos y cosecha

Retrocede asustado el espejismo por su pie
Caen las insignias del desastre
Y va la mentira marchita, avergonzada
huérfana de escondites

Es del sol Latinoamérica nombrada
A ella le corresponderle llamarlo futuro
Recoger todas sus luces y sombras
Servir la mesa del que sólo tiene
un arma
  una bala
    una palabra:
                        Latinoamérica

Avanza, porque su mano es una, y es la de todos
A una sola voz nombrada
Y su pie descalzo se afirma con rumbo de estrella
de cometa
                de Albor
                              de Mañana.

Doce-Caña

Entonces lo presentimos en el viento, vimos en el cielo
La ausencia de Cuzcacauhtli, ni un solo Cuzcacuáet por el valle
más tarde sería un fuego blanco como algodón desprendiéndose
nada lo detenía con su llanto de semillas
Hiriendo las tardes de Izalco, de Apaneca, de Guacotecti
Todos sentimos el estremecimiento de las piedras en Tehuacán
En Apastepeque escuchamos el rumor de las aguas
Las abuelas despertaban llorando en Ixtepet
Cihuatán era una voz, un gemido propagándose de madrugada
Ahuachapán era un revoloteo, un graznar de pájaros nunca vistos
Éramos un llanto, un solo llanto.

Ilich Rauda. Nace en San Salvador, el 20 de marzo de 1982. Médico de Familia por la Universidad de El Salvador. Tiene Estudios de Salud Pública, por el CIES, UNAN. Miembro fundador del Círculo de la Rosa Negra y del grupo literario Delira Cigarra. Actual secretario de la Asociación de Médicos Escritores “Alberto Rivas Bonilla”. Ha publicado: Maíz del Corazón (Publicaciones Papalotlquetzal, 2016). Textos de este último se encuentran en la Antología Tzuntekwani -Cabeza de Jaguar- (Secretaría Nacional de Arte y Cultura del FMLN, 2016).

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