Por Erick Barrera
Érase una vez, hace tres años
Después de los resultados electorales para la presidencia en el año 2009, que llevaron al candidato Funes a tomar las riendas del ejecutivo desde ese año, las esperanzas y el entusiasmo de la población salvadoreña se elevaron como nunca antes había ocurrido en la historia reciente. La derecha temió rápidamente que un estado socialista se impondría y que una especie de “casería de brujas” pondría en peligro los intereses de la burguesía; algunos incluso llegaron a decir que el socialismo había llegado y que el triunfo total estaba a la vuelta de la esquina. Parte de la izquierda fortaleció este discurso al decretar la instauración del “socialismo del siglo XXI” y que nada, ni nadie podría retrocederlo. Nada más lejos de la realidad. Estos planteamientos solo eran producto del deseo o del miedo.
En ese mismo año se desarrollaron elecciones para diputados y consejos municipales, al final de los comicios el FMLN obtuvo un total de 35 diputados, seguido por ARENA (32); PCN (11); PDC (5) y CD (1). Así, ninguna fracción obtuvo la mayoría absoluta en la asamblea legislativa. El desgaste de ARENA y su crisis interna eran evidentes, tanto que miembros de ese partido de derecha crearon otro espacio bajo el nombre de GANA, producto, también, de la expulsión del expresidente Antonio Saca.
En cuanto a los concejos municipales, el partido ARENA ganó 122 comunas (27 menos que en los anteriores comicios) y el FMLN en 93 (35 más).
El desgaste de ARENA era más que evidente. La política económica aplicada por sus distintos gobiernos concentró más la riqueza en pocas manos y agravó la problemática social del país. El deterioro del agro, la emigración del campo hacia las ciudades y hacia el exterior, la falta de empleo y la caída de los salarios reales, eran las expresiones más visibles de una crisis que no se resolvería solo en las urnas.
Una nueva dinámica
Ya en los primeros meses luego de la toma de posesión de los nuevos mandatarios, se vislumbraban las dificultades y contradicciones en el seno del nuevo gobierno. El ejecutivo, había tomado las riendas de un país saqueado por las políticas neoliberales y la corrupción heredada en todos los espacios estatales; a nivel internacional un mundo en picada afectado por una nueva crisis estructural del capitalismo, se debatía entre los centros del poder mundial.
A lo interior, entre uno y otro de los sectores que apoyaron el cambio, la disputa por los puestos públicos se volvió prioridad; movimientos u organizaciones sociales que hasta entonces eran muy críticos inscribieron a sus dirigencias a un cargo de funcionario. Buena parte de la izquierda llamó a mantener la calma. En buena parte del pueblo aun se mantenía el brillo de la esperanza. “Los cheros al gobierno” era la consigna. El cambio anunciado se topó con varios obstáculos.
Si bien tomó un tiempo para que el movimiento popular retomara su dinámica y dirigiera sus acciones contra la empresa privada o contra la derecha electoral; la mayoría de las acciones de protesta siguieron dirigidas contra funcionarios o instituciones de gobierno. Un gobierno asistencialista encontró un pueblo que había aprendido a extender la mano y a esperar el rebalse. La relación entonces se volvía complementaria. La mayor beligerancia del pueblo era pedir un poco más de lo que se podía recibir.
En ese mismo contexto se suma la confusión causada por el papel de “nuevos” actores sociales en la palestra: al verse debilitada ARENA como partido de “oposición”, las gremiales empresariales se presentaron como defensores de los intereses de la nación, la ANEP, Cámara de Comercio y FUSADES, principalmente, retomaron el papel de voceros del pueblo bajo el disfraz de “sociedad civil”, destacando con ello alianzas con algunos sectores u organizaciones consideradas de “izquierda” o “progresistas” en las que denunciaban el papel del gobierno, su incapacidad de gobernar al país y querer cambiar las reglas del juego. Estos inculcaron en el imaginario colectivo, la falsa separación entre sociedad política y sociedad civil. Lo que no dijeron –dicen- es que al mismo tiempo de ser “sociedad civil”, son representantes de la gran burguesía -que no es solo salvadoreña- y que además de ser dueños de las grandes corporaciones, siguen militando en el partido que representa sus intereses. Algunos dirigentes, arrastrando a sus organizaciones, desmotivados por la línea del FMLN, procuraron su participación y apoyo a otros partidos, algunos con CD otros con GANA, y uno que otro vio sus posibilidades de “crecer políticamente” incluso con ARENA.
2012 y los cambios… en la forma de votar
Para las elecciones de 2012, en las cuales se eligieron consejos municipales y diputados, se presentaron reformas al código electoral. Una de ellas era la de la llamada “planilla abierta” que no era más que en la elección de diputados, por primera vez, en la papeleta además de la bandera de los partidos aparecieron las fotografías de los candidatos dentro de la planilla de cada uno de los partidos; así como la posibilidad de votar por un candidato “no partidario”. Otro de los cambios en esta votación fue el aumento del voto residencial. Según el TSE, de un total de 4 millones 564, 969 electores, 2 millones 214, 220 lo harían en voto residencial y 2 millones 350, 749 en voto tradicional, lo que implico un aumento de los centros de votación a 1148 a nivel nacional.
La intención de promover las candidaturas personales por sobre los partidos es una clara intención de imponer el triunfo del individualismo por sobre el trabajo organizativo partidario. Se vendió que valían mas las iniciativas individuales que los programas partidarios, por ello la campaña electoral se decanto por la imposición de los rostros de los candidatos que por las propuestas programáticas de los partidos. Esta vez se sabía por quienes votar, pero de igual manera no se sabía para qué.
“Plan Halcón” y otras amenazas
FMLN anunció la víspera de las elecciones un plan de desestabilización por parte de ARENA llamado “Plan Halcón”, en el cual enseñaba: como la derecha estaba gestando un plan de confrontación principalmente en el municipio de San Salvador. Cuando aun no se había comprobado la existencia de este manual, el edil Quijano deslegitimó la denuncia, expresando que era parte de la desesperación del partido de izquierda ante la inminente derrota; no obstante después al demostrarse la existencia del plan, el partido de derecha argumentó que era un mecanismo para la defensa del voto (una especie de instructivo) dirigido a sus militantes dentro del municipio.
Mientras, en el municipio de Pasaquina, en el departamento de La Unión, hubo captura de tres hombres, según un periódico: “la policía encontró 370 hojas volantes con mensajes que amenazan a cumplir el derecho de ejercer el sufragio y 31 calcomanías del candidato a alcalde por el partido ARENA, Odir Ramírez”[1]. Lo que generó temor en la población que, para no ser victimas de las amenazas decidieron no acudir a los centros de votación.
El día D y después
El calendario marcaba 11 de marzo, día de las elecciones, los llamados para ir a votar se hicieron desde temprano, los llamados a no votar llenaban las redes sociales, alguien quería ver solo el fútbol. En el transcurso del día, en dos centros fueron suspendidas las elecciones, una en San Lorenzo, en el occidental departamento de Ahuachapán y uno en San Miguel Tepezontes, en el departamento de la Paz; en otros centros se iniciaba la apertura con hasta seis horas de retraso, hubo suspensiones temporales pero que se reaperturaron en el transcurso de la jornada. La policía informaba detenciones vinculadas a hechos de violencia electoral (destrucción de material electoral, votar en un municipio que no le correspondía, intentar votar dos veces).
Al cerrar las votaciones, las ansias por conocer los resultados crecían. Los medios empezaban a anunciar los primeros resultados, algunos confirmaban los datos de las encuestas, en otros lados surgían sorpresas. Pocos eran indiferentes a lo que sucedía.
Luego de conocer del TSE los resultados, estas elecciones dejan un nuevo escenario en lo legislativo, al quedar la distribución favorable a la derecha: ARENA obtiene 33 diputaciones, el FMLN bajó a 31, GANA se posiciona como tercera fuerza con 11, el CN (el viejo PCN) con 6, CD y PES con uno cada uno y uno producto de la coalición CN-PES. A nivel municipal, lo mas destacable es que ARENA obtuvo la victoria en 9 de las 14 cabeceras departamentales y arrebató las alcaldías en lo que habían sido fuertes bastiones efemelenistas (Soyapango, Mejicanos, Ayutuxtepeque, Apopa) FMLN 3 de las cabeceras, GANA y CN una cada una.
Ausencia del electorado
Ausentismo, desprestigio de los partidos políticos, desánimo por la política, confusión de cómo se votaría (y dónde se votaría), simple pereza. Fueron algunas de las razones por las que buena parte del electorado no acudió a las urnas. Para otros el hecho de confundir el cambio con hacer milagros fue la desmotivación. Defraudados por el cambio, que esperaban de un gobierno con participación de la izquierda, motivó que alguna gente pensara que las elecciones no resuelven nada. Otra motivación también se debe a que no se le da la misma importancia a votaciones municipales y de diputados, con las votaciones para presidente del ejecutivo. Aun vivimos con una visión presidencialista.
Quien ganó quien perdió
En términos puramente cuantitativos, el ganador fue ARENA al contabilizar la mayor cantidad de votos a nivel nacional. Pero además, con estos resultados ARENA, al reposicionarse como partido, recupera su fuerza y ánimo para tomar ventaja en el panorama político. Además, por los resultados en San Salvador, Quijano se proyecta como la figura presidenciable por ARENA. GANA -la escisión de ARENA- podría considerarse satisfecha al posicionarse como la tercera fuerza en la Asamblea Legislativa y ser el amargo objeto del deseo, que necesitan los partidos mayoritarios en la Asamblea, para lograr una correlación favorable dentro de ella.
Todos perdieron algo. Perdió el FMLN su posición como principal partido político con una disminución de diputados en la Asamblea, perdió el ánimo y la sensación de triunfo que había marcado el periodo anterior. Perdió el sistema electoral liberal con sus reformas, al no entusiasmar al electorado a asistir a las urnas, perdieron los no partidarios pues quienes votaron lo hicieron en su gran mayoría por candidatos “partidarios” y perdieron quienes llamaron al “voto nulo” pues la cantidad de votos nulos fue mínima.
El escenario que se vislumbra
En un país con una marcada tendencia al bipartidismo, el debilitamiento de uno de los partidos es el fortalecimiento del otro. Lo que en la actualidad favorece más a ARENA, cuando se asumía en el ultimo periodo un partido debilitado, los actuales resultados lo re-posicionan como el principal partido y le dan un fuerte impulso de cara al futuro.
Tal y como queda configurada la correlación al interior de la Asamblea Legislativa, ARENA siendo la principal fuerza, recuperaría la presidencia de ese órgano del Estado, lo que le da mas posibilidades de tomar la iniciativa; con los curules obtenidos por los demás partidos de derecha, hacen la fuerza suficiente como para obtener mayoría simple, a ver si el pluralismo en la Asamblea no es solo un juego. El FMLN va tener que ver pasar muchas leyes donde no sea necesaria sus votos, aunque si su presencia, pero solo para establecer quórum.
Querer explicar la derrota solo a partir de los errores en la dirección del FMLN sería, además de mal intencionado, bastante simplista. No obstante hay que decir que le corresponde a la dirección del FMLN asumir buena parte de la responsabilidad al distanciarse de buena parte de la población, que aun se identifica con este instrumento, pero con el cual le ha costado mantener el diálogo, sino la apertura a las voces que quieren sentirse representadas dentro de el. Además de revisar los errores es el de su papel en este contexto que sigue siendo de aprendizajes para el conjunto de la población, pero esto se hace en conjunto con aquella y no solo interpretándola o justificándose.
El FMLN tendría que sacar los aprendizajes de esta contienda electoral, comprender que esta podría determinarse como una derrota electoral es un periodo para revisarse a lo interno. Debe entender que hoy por hoy, no se basta a sí mismo. La derrota electoral es solo eso, una derrota dentro de estas elecciones específicas, que sin embargo es una expresión de la falta de combate en los demás frentes.
Al resto de sectores de la izquierda da la oportunidad de demostrar que hay otras opciones y caminos más allá de lo “electorero”, de lo contrario quedarán como buenos análisis de escritorio y de cantina o de redes sociales, pero que si no se demuestran en la práctica en nada ayudarían para acumular fuerzas para un proyecto político popular. La democracia burguesa no puede ser superada en la propaganda, hay una gran distancia para que sea superada en la práctica.
Por último, si el FMLN es el perdedor de esta contienda, habrá que ver quien acumula a su favor los resultados de aquí al siguiente proceso. Otros sin duda seguirán apostando a la inocente surgimiento del espontaneísmo de las masas.
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