Una visita express por León -como casi todas en esta expedición- me llevó a visitar algunos sitios muy interesantes, siempre tras mi interés de comprender un poco de la historia de este país.
Lo ideal es hacer todo a pié, aunque hay muchos taxis pululando las calles del pueblo, para mí siempre es de rigor caminarlo todo, así uno se va ubicando y se logran ver cosas que en un auto podrían pasar desapercibidas.
Una de las tantas iglesias. |
La caminata comenzó de la carretera que va de Chinandega a Managua, justo a la entrada de León, ahí caminar buscando la terminal y el mercado, muy desordenado por cierto y señal del crecimiento del "sector informal" en la zona. Cruzar el mercado por las ventas de ropa, no es similar en El Salvador, en el sentido que las vendedoras de acá te enamoran menos, a penas y te sugieren alguna prenda o te preguntan si llevarás algo. Yo prefiero cuando me dicen "miamorcito" que vaquerer, que le damos mi amor, etc.
Lo que siempre me llama la atención es la cantidad de templos católicos, casi en cada cuadra te encontrás uno, es una barbaridad, en un museo contamos nueve, alguien dice que hay más de doce, en fín.
El parque frente a la catedral estaba cercado, pues lo están reformando, tampoco pude subir a la catedral, pues casualmente siempre había misa y supongo que las guías están dándole duro a las hostias...
Una visita por una de las casa donde vivió Rubén Darío fue obligado, aunque no simpatizo mucho con él. Además no dejaron tomar fotos al interior, da igual...
Un Rubén bien simpático |
Luego caminando y caminando, había un museo de leyendas y tradiciones, que anteriormente fue una cárcel del periodo somocista donde se torturaban a los presos políticos. Así que el guía, entre explicaba algunas de las tradiciones nicaragüenses, explicaba cómo funcionaba la cárcel y lo que ahí sucedía. Sentí una energía muy terrible, no podía ni imaginarme lo que sufrían los presos...
Aracely. Tanqueta que los sandinistas recuperaron |
La pila donde se hacían torturas |
De ahí casi no hubo tiempo para más cosas, así que volver a la zona céntrica para beber una cervecita y quedar siempre con las ganas de volver para descubrir las sorpresas de la ciudad...
¡Sandino Vive! |