PIERNAS LOCAS
Erick Tomasino
Su padre siempre lo preparó
para ser el mejor atajador de todos los tiempos. Quería que fuera mejor portero
que Magaña o aún mejor que “La Araña Negra” Lev Yashin. Quizá por haber nacido
un quince de junio de mil novecientos ochenta y dos, día en que por una mala
jugada de dios le propinaron diez goles a la selecta con el pobre de Ricardo
Guevara Mora como arquero, su padre decidió que había sido el destino y no otra
cosa lo que orientaba que su hijo debía salvar la imagen del país. Tenés que
ser el mejor de todos los tiempos le indicaba casi como una orden militar, pero
Piernas Locas nació para el dribling,
para llevarse por encima a todos los rivales, para construir jugadas en el
medio campo y hacer goles de antología. Con su porte espigado y flacucho era el
mejor delantero que se haya visto en los arrabales de aquel cantón extraviado
que nadie sabe ubicar en el mapa. Lo demostraba cada tarde de juegos
improvisados mientras llevaba a pastorear las dos vacas familiares en aquel campo
que funcionaba al mismo tiempo como potrero y como cancha de fútbol. Por más
jornadas de arduo entrenamiento que su padre le hizo sufrir bajo los tres
palos, Piernas Locas demostró que era un chico de campo.
En la escuela no le
interesaba nada de aritmética ni de geografía, apenas había escuchado de un
país llamado Brasil, del cual sabía que había ganado la copa del mundo del
noventa y cuatro y del cual no le importaba el nombre de su capital. Pero
aprendió a celebrar los goles como su ídolo Bebeto, aunque Piernas Locas a esa
edad nunca había llevado un bebé en los brazos. Su vida era el balón en sus
pies al que sabía llevar felizmente hacia el gol, eso lo supo mientras
estudiaba el bachillerato cuando, jugando para la selección del instituto, hizo
uno de los goles más recordados por su generación y que le valió ganarse un
besito de la reina del instituto. El gol era también alegría.
Uno de sus profesores,
profeta de los cracs, al advertir que el talento de Piernas Locas no estaba en
los salones de clase sino en las canchas, lo llevó a probarse con el equipo
local de la tercera división que rápidamente lo fichó como una de sus promesas
y que a los pocos meses lo cedería a las reservas de uno de los clubes más
importantes del país, equipo que inmediatamente lo vio como uno de los suyos,
como el sustituto de la magia de uno de los mejores futbolistas de toda su
historia, aunque para esos días no le daban ni para el pasaje del autobús; es así que en esos
primeros meses como reservista del equipo, acudía a los entrenos con dinero
prestado o lo que le daba su padre como producto de la venta matinal de la
leche que le extraían a las dos vacas familiares. Pero poco a poco se fue
haciendo un lugar en el equipo e inmediatamente fue convocado para el plantel
mayor, había promesas de salario y premios. Piernas Locas sólo quería jugar.
Cuando debutó en la liga
mayor, apenas comido y vivido, metió tres goles de leyenda, en las estadísticas
quedó como el primer “hat trick” de un debutante en un torneo, parecía que
bailaba twist con el balón. Había nacido un nuevo ídolo de la fanaticada a
quien ya le habían llegado los rumores de la novel promesa, pero que hasta esa
tarde fue testigo de ello. Ni uno ni dos ni tres rivales daban abasto para
marcar aquel chico que llevaba en sus piernas una joya del fútbol nacional, fue
en ese momento que por su particular manera de driblar le apodaron el Piernas
Locas.
Asentado ya en el equipo
soñaba cada vez con cosas más grandes. Una vez le preguntaron para qué equipo
le gustaría fichar, dudó un momento, pero luego respondió casi salomónico: para
el Real Madrid o para el Barcelona, porque sépase bien, que en la cabeza de
Piernas Locas no había lugar para las ideologías ni disputas históricas, poco a
poco se fue enterando que la única ideología en el fútbol es la de las
ganancias que se miden en millones de dólares. Lo supo cuando luego de ganar la
liga nacional en aquel año, le dieron como premio un auto que aprendió a
manejar de poco a poco.
La siguiente temporada
iniciaba con la noticia de que Piernas Locas sería el único jugador en toda la
liga en ser fichado por más de una temporada, un acontecimiento histórico para
una liga de semi profesionales que cada año tenían que renovar contrato o jugar
casi de gratis. Es así que ese año pudo comprarse una casa y otro carro, volvió
a su pueblo para ofrecerle matrimonio a la ex reina del instituto con quien
meses después se casarían. Ese año volvió a ganar la liga y el título de máximo
goleador. Piernas Locas era todo un ejemplo para chicos y grandes.
Su profesión iba en ascenso,
el siguiente año volvería a ser noticia al firmar para una importante marca
deportiva un contrato de patrocinio, ni equipos enteros lo habían logrado nunca
y Piernas Locas era así el primer jugador que lograba rubricar un contrato
individual con una empresa, luego le sucedieron otras y el rostro de Piernas
Locas aparecía en banners, rótulos, spots televisivos y hasta en camisetas. Era
la imagen de gaseosas, yinas y empresas lotificadoras. La gente lo adoraba, era
un verdadero ídolo nacional de masas. Fue así como lo convocaron a la selección
nacional y uno de los sueños de infancia de Piernas Locas se hacía realidad. No
hay que obviar que en su debut con el equipo de todos, en una ciudad de Estados
Unidos y en una estupenda noche y pese a las genialidades de Piernas Locas
perdieron, es así que aprendió de la derrota sin perder las esperanzas. Sin
embargo, esa noche le dieron ganas de tomarse un vaso de leche con vodka.
Pero Piernas Locas no se
dejaba vencer y en el segundo juego de la gira, se echó el equipo a los hombros
y lo encaminó a un sendo triunfo contra una selección del Caribe del que
Piernas Locas nunca había escuchado, pero lo celebró a lo grande. Al ser
entrevistado por un periodista de una importante cadena de televisión, sus
inmortales palabras quedaron registradas: “Bueno, primeramente quiero agradecer
a dios por este triunfo y a la noble afición que vino a darnos el respaldo, lo
importante fue que nos aplicamos, seguimos las recomendaciones del profe y
dimos el todo por el todo, sólo nos queda seguir trabajando y pensar en el
próximo partido”. Piernas Locas se rascó la nariz y se retiró corriendo a las
duchas.
De regreso al país le
informaron que en su equipo tendría un nuevo compañero de ataque, su nombre era
Fernandinho Pipoca, un brasileño que había llegado para reforzar la delantera,
la magia de ambos los convirtió en una de las duplas más temidas en todo el
redondo nacional. Casi como por arte de magia, ambos arietes se entendían en el
campo como si se hubiesen criado juntos. La afición enloquecía cada tarde de
fútbol.
Aquella temporada los dos
llevaron al equipo a una nueva copa, disputando entre ambos el liderato de
goleo que rompió records históricos y por ese mérito llegaron de nuevo los
premios, los agradecimientos, firmas de nuevos patrocinios, ofertas de otros
equipos nacionales y extranjeros. Ese mismo año nació el primer hijo de Piernas
Locas.
El padrino –como no podía
ser de otro modo- fue Fernandinho Pipoca. El bautizo del pequeño ídolo apareció
en las portadas de los principales periódicos y revistas del país; la prensa
rosa lo aprovechó muy bien y era la comidilla en casi todos los medios. La
gente lo quería mucho y se emocionaba con la presencia del pequeño príncipe,
descendiente de aquel que había alcanzado el éxito y que seguía subiendo como
la espuma. Pero se venía una nueva temporada y había que volver a los entrenos.
El equipo les informó que
debido al gran éxito alcanzado, habían sido invitados a realizar una gira por
los Estados Unidos, ya había fechas comprometidas para jugar en las principales
ciudades donde había compatriotas que -hay que decirlo- vivían en una situación
irregular pero que aun así podían enviar remesas y pagar sus entradas, por lo
tanto había que llevarles alegría y qué mejor que un buen espectáculo con
Piernas Locas como protagonista y de Fernandinho Pipoca como el mejor de sus
compinches. Piernas Locas se emocionó pues uno de los directivos les prometió
una jugosa bonificación, se emocionó porque pensó que con ese dinero podría
ampliar el lote donde vivían sus padres y poder construir una piscina para
recrearse con los suyos. Piernas Locas seguía siendo un chico de familia.
Al final de la reunión con
todo el equipo, Fernandiho Pipoca se le acercó para invitarlo a celebrar,
celebrar qué, nuestra amistad y los triunfos compartidos dijo él en un portuñol al que Piernas Locas ya se
estaba acostumbrado. No puedo dijo él, tengo que volver a casa, porra pa’carajo
fue la expresión de Fernandinho Pipoca, no credo, si tú estás un adulto, vamos
celebrar. La expresión en los ojos de aquel alegre brasileño, terminó de
convencer a Piernas Locas, así que accedió y se fueron juntos a una zona llena
de bares y gente jovial. Piernas Locas entendió que ese era el ambiente al que
le gustaba ir a su compañero de goles, lo supo porque al nomás entrar un grupo
de jóvenes le gritó vocé, vocé, pipoca gosta da maconha y el otro más alegre
les abrazó diciendo e aí carajo, os feomalditos, mira, voy a te presentar a mi
amigo el Piernas Locas, por favor siéntense con nosotros, qué honor, qué
placer, qué orgullo tenerlos por acá. Van a pedir algo. Cerveza. Un vaso de
leche. Un qué. Toma otra cosa. Un vaso de leche con vodka. Un vodka sin leche
será. Todos reían. En eso, uno de los chicos le hizo la indicación a
Fernandinho Pipoca, ambos se pusieron de pie y se dirigieron hacia el baño.
Mientras los otros dos chicos se deshacían en elogios. Sos el más grande, el
mejor de todos los tiempos, en serio cerote, no hay nadie como vos, valen verga
los demás, firmame la servilleta, haceme un bicho. En eso estaban cuando los
que se habían ido regresaron, Fernandinho Pipoca un poco más alegre lanzó un
papelito sobre la mesa que Piernas Locas alcanzó a leer: “He aquí vuestro
placer, vuestro placebo”. Él no entendía nada, hasta que minutos después,
Fernandinho le pidió irse a sentar a otra mesa, dejando aquellos chicos solos
para quedarse ellos solos y hablar de sus temas.
Muy amena la noche, cuando
un tipo gordo, vistiendo de corbata y saco se les acercó, les preguntó si podía
sentarse junto a ellos a lo que el brasileño respondió con un sí, el hombre se
sentó casi con fatiga y simuló una sonrisa. Se fue directamente al grano y
preguntó si estaban de acuerdo con ganarse algunos dolaritos extras. Piernas
Locas pensó que se trataba de un nuevo patrocinio y muy interesado le pidió que
les explicara. El tipo gordo les dijo que sabía que el equipo haría una gira
por los Estados Unidos y se enfrentaría a importantes equipos de la región, que
sabía de la buena racha que aquella dupla tenía y que eran una de las más
prometedoras, que nadie se podía esperar menos que importantes triunfos y una
serie de éxitos y que eso les vendría bien para las estadísticas, pero la
oferta que él tenía era más tentadora. Se trataba de agenciarse unos sus buenos
billetes si hacían caso a las casas de apuestas, es decir, si en todos, todos
los partidos se dejaran vencer para que de esa forma esas casas de apuestas e
importantes apostadores ganaran un dinero fácil, de lo cual de esas ganancias
ellos se podrían llevarse una jugosa bonificación. Los dos arietes se miraron a
los ojos y Fernandinho Pipoca se mostró el más interesado y quería que le
explicara cómo funcionaba aquello. Mientras el tipo gordo y con corbata les
explicaba cómo era la movida, en el Xibalbar sonaba la música a todo volumen
que hizo más confusa la propuesta. A Piernas Locas no le quedaba muy claro y no
estaba seguro de aceptar el trato, pero el tipo gordo le pasó un papelito donde
se detallaba la cantidad que se podría ganar por cada partido perdido. Era más
de lo que ganaba por temporada, en ese negocio los dólares caían por miles.
Desconcertado al terminar la
plática, Piernas Locas decidió marcharse, Fernandinho Pipoca trató de
persuadirlo para que aceptaran la propuesta de inmediato, pero había que
pensarlo muy bien, las esperanzas de cientos de aficionados estaban puestas en
aquella maravillosa dupla y no había lugar para decepcionarlos. El brasileño lo
regañó, le dijo que se portaba como una crianza, que con ese billete podían resolver
el futuro, que jugando para equipos mierdas nunca iban a lograr nada. Piernas
Locas lo paró en seco y le dijo que lo iba a pensar, que le diera unos días,
que la cosa no era así nomás. Fernandinho lanzó una manotada al aire y dijo
¡bah! Hasta mañana entonces. Cada quien tomó su camino. En el trayecto a casa,
a Piernas Locas se le atravesó un amarillo school
bus cuyos pasajeros le gritaron que era el mejor. La gente parecía andar
desenfrenada.
Al llegar a casa, su esposa
lo estaba esperando, por qué llegás tan tarde, el niño no ha dejado de llorar,
traés hambre. Te tengo una noticia. El te tengo una noticia lo asustó un poco y
lo sacó de aquel pensamiento que llevaba entre ceja y ceja. Qué noticia, habrá
un nuevo miembro en la familia le dijo y se sobó la panza y sin esperar
respuesta del crac, le empezó a enlistar las necesidades que se vendrían,
ampliar la casa, comprar cosas, buscar una persona que le ayudara con los
cipotes y un larguísimo bla bla bla. En resumidas cuentas, vamos a necesitar
más dinero. Lo importante es tener salud, le habría gustado decirle.
Piernas Locas acostumbrado a
esas alturas a invertir en la familia, pensó que el futuro era incierto, que
los éxitos no duraban para siempre, se contaban por miles las historias de
futbolistas afamados que terminaron en la ruina y en el olvido. Había que
garantizar a su familia -cada vez más grande- cierta estabilidad. Eso pensó y
entonces decidió aceptar la propuesta de aquel viejo gordo de corbata. Se lo
contó a Fernandinho Pipoca quien lo abrazó efusivamente y ambos se prometieron
guardar el secreto. En aquella gira, que supongo todo el mundo recuerda, el
equipo del dúo dinámico perdió todos los juegos de manera insólita. Y la famosa
dupla no anotó ni un tanto. Piernas Locas incluso falló un penal que pudo haber
cambiado la historia.
Después de aquello la fama
de Piernas Locas fue decayendo, al final de la temporada, su compañero de goles
Fernandinho Pipoca abandonó al club y regresó a su natal Brasil. Piernas Locas
se quedó en solitario y ya no destellaba ni magia ni emoción, la grada se puso
en su contra y en el estadio se leían pancartas exigiendo que se fuera del
equipo. Meses más tarde se destaparían los casos de corrupción en el fútbol y
el nombre de Piernas Locas aparecía como uno de los principales implicados. La
justicia lo requirió para que diera declaraciones pero él nunca se apareció. Lo
buscaron por todas partes pero nadie daba cuenta del ex-héroe de chicos y
grandes.
En la sede del club borraron
todo registro del paso de Piernas Locas. La afición aprendió a olvidarlo como
había hecho con muchos futbolistas. La prensa rápidamente encontró otro
personaje de quien hablar. Las esperanzas se renovaron lanzando al olvido toda
la historia.
Piernas Locas desapareció
por completo. Sin embargo hay quienes afirman que ahora vive en los Estados
Unidos de forma ilegal, que con el poco dinero que logró llevarse puso una
pupusería a la que frecuentan personas indocumentadas que están en la lista de
quienes serán lanzadas como carne de cañón en alguna aventura militar con la
esperanza de obtener la residencia si vuelven con vida; compatriotas que acuden
bíblicamente a realizar su última cena y beben vodka con leche en espera de ser
enlistados al próximo contingente de invasión gringa. Dicen que ese lugar se
llama Crazy Legs Pupusas, y también dicen que en ese sitio todo mundo habla de
la guerra y nadie habla de fútbol. Nadie.