EXPEDICIÓN
AL MARU CHÁN
(Sketch
inesperado)
Voces
del disparo oriundo centroamericano, vienen las heridas inesperadas
traspasando los caminos, inyectando de sus voces el calendario
(desfasados de promesas) catastróficos los días nos deparan.
Encuentro
inoportuno de micrófonos silenciados, la rutina de sobrevivir a la
risa obscura, pasaporte los poemas revelados a la noche de tragos y
bienvenida. La casa silente como pasarela improvisada abrió sus quimeras.
Medianoche
y las otras versiones de nosotros desfilan. Dionisio con su delantal
de pus sonríe al faro temeroso de los ojos sorprendidos. Flashes
inquietos melodiosos carcajean, atestiguando la sinceridad del sexo
en pleno coloquio.
Trenzados
los ojos y la caricia, de las hojas que dedican los cuerpos plenos.
Ventiscas de memoria que se aguardan como fugaz esguince del antojo
reprimido. Llegan permanentes los sucesos de una generación de sopas
incandescentes.
Armados
hasta la aurora de palabras. Bipolares de rostros somnolientos
enervando canciones a la playa y sus demonios. Dipsómanos honestos
que no saben revivir al tercer día. Conflictos los laureles del
incomprendido. Mitómanos sueltos cuyas voces nos corrigen.
Seductoras iracundas gimen las alboradas.
Resuellos
encerrados de cabinas tremendas como cantinas. La ronda con canciones
desafinadas fue una emboscada. El peligro de naufragar en el
espectáculo fracasa. Otra dosis de vaivenes resolvió de penumbra
indiscreta. El siguiente bar fue el escenario para seguir
justificando la amistad perpetua.
Expedicionaria
la silueta se ausenta.
La
taxidermia literaria es una herida mal infundada.