Erick Tomasino.
A Nadia Vera la conocí en el Foro Social Américas, que se realizó
en Ciudad de Guatemala en el año 2007. Yo recién llegaba a la
Universidad de San Carlos (USAC) para poderme inscribir, pero antes
de ingresar a los recintos universitarios me encontré con mi amiga
Kachas quien iba con un grupo de estudiantes mexicanos, entre quienes
iba Nadia.
Como suele pasar en estos casos, los reencuentros con viejas
amistades y la oportunidad de conocer nuevas, es excusa para tomarse
una cerveza y conversar; así que después de unos cuantos litros y
de infinidad de risas y preguntas con sus múltiples respuestas, nos
despedimos. Corrí hacia el lugar donde habría de inscribirse que,
para el caso, sólo servía para tener una credencial y una linda
bolsa de manta que aún conservo.
En el trajín del foro, buscando las conferencias que eran de
interés, quedarse en la plaza admirando las variadas propuestas
artísticas y culturales de varias partes del mundo, esperar la
llegada de Evo o de Chávez, se pasaba el día completo. Fue así
como en una de esas de andar perdido, me encontré con Nadia en uno
de los pasillos de la USAC, era hora de almorzar y decidimos ir a
buscar algo para comer.
Recuerdo que yo pedí un filete de carne, lo recuerdo porque ese día
comencé a perder la dentadura, no recuerdo lo que Nadia pidió, pero
si que aprovechamos para intercambiar opiniones sobre lo que
nos estaba pareciendo el foro, lo bueno, lo malo que habíamos
visto, sobre la educación superior en nuestros países y un largo y
ameno etcétera. Luego de comer caminamos un poco más pero habíamos
decidido ir a actividades diferentes, así que nos despedimos con la
promesa de volvernos a encontrar que, como es sabido en estos casos,
son promesas que casi nunca se cumplen. Y en efecto, apenas nos vimos
a lo lejos y nos saludamos con ademanes. A pesar de quedarnos
contactados virtualmente no volvimos a intercambiar palabras.
Hoy me enteré de que Nadia es una de las defensoras de derechos
humanos asesinadas en México y la tristeza y la indignación vuelven
a transitar por los pasillos afectivos que se están polulando de
ausencias.
Y uno se pone a pensar que mientras hay personas como Nadia haciendo
cosas realmente importantes, denunciando violaciones a derechos
humanos, investigando, buscando respuestas, construyendo un "otro
mundo"; uno juega al comentarista deportivo, al analista en
redes, al poeta maldito con miedo a perder la inocencia. Y asi
probablemente habemos muchos, pero tengo la esperanza de que así
como Nadia hay muchas más personas que están todos los días
construyendo caminos para encontrar la dignidad.
Por ello, desde esta caverna ardiente de rabia, un abrazo y la mirada
puesta en que algún día habrá verdadera justicia.
San Salvador, El Salvador. 3 de Agosto de 2015.