Caminar por las mismas calles desde hace dos años cruzando esta vez hacia la izquierda, el mismo puesto de reparación de llantas sin un solo cliente. Al otro lado el "No Cover" con su conejito de revista para adultos. La fundación de la dama rica para niños pobres. El puesto de pan dulce y el hotel con nombre de país suramericano.
La ruta con sus binomios y sus ceros. Clase "A", hacientos reclinables, televisión a color, aire acondicionado o bien, hacientos antiergonómicos ventanas rotas música de los temerarios. "SOLO DIOS SABE SI VOLVERÉ".
Un ben libro de compañía. Y durante una hora ofertas de plátanos, yuca, chicharra; agua, gasiosa y jugos; dulces, maní y chicles. Drogadictos y alcohólicos arrepentidos con sus biblias sudadas. Remredios para la tos, hongos, parásitos, estrés y contra la crisis.
Bocinas, tráfico, humo. Sueño y despertar a dos cuadras de la parada elegida.
Santa Ana. Nuevamente mi refugio para calmar mi silencio. Gregario. Viejas caras, nuevas condiciones. Y en la caótica capital ni un solo recuerdo, ni una sola palabra. Como si todo hubiera existido solo en mi cabeza. Así fue siempre, así tenia que ser el final. Y acá en la ciudad morena de mugres y muchachas tímidas. Colectivos con quienes haremos de las calles una sola calle donde nadie sabrá adonde llegar.
Allá, el olvido. "SOLODIOSSABESIVOLVERÉ".