TRILOGÍA
DE LA ESTIRPE LLANA
A Edith
Esmeralda
por lo
que no le dí en vida
(I)
Gala imprenta llana en
los funerales
del sepelio como
mustios ojos
fraternales los
encuentros
en tu regazo tallos
tristes perturbados de adioses
Adoquinas como un
suburbio
la sombra de tu
ausencia
me refleja la tormenta,
la palabra olvidada
¿cuantos delirios
flanquearon el amate
huella fastuosa la
solaz impertinencia
del flamante cementerio
que te abriga como un nido?
Voraz angustia de
apresar tus cataratas
gemido intempestivo la
caricia maltrecha
y tu sangre (que es mi
ahora, tu recuerdo)
del designio permanente
que nos borra
naufragando en el vacío
Teatral y fastidiosa la
tarde en los laureles
de quien congoja
simulada me ofrece un enigma
¡a la mierda los
abismos
si tu estirpe nos
estruja!
¡a la mierda los
recuerdos
si la sangre me
heredaste!
(II)
El viejo es ahora un
viejo
un cutuco de quien
fuera superhombre
por las noches se
escapa a regar recuerdos
y en sus manos
reverdecen otras pieles enterradas
el viejo no sabe
mirarse al espejo
se derrite en arrugas
el grito destellante
de quien en vida
marchitara al individuo
se postra en una cama
esperando transiten los relojes
y en su sombra acobija
otro nombre
que le frote permanente
la voz que no le nombra
El viejo es ahora sólo
un viejo
un viejo solo
un viejo simplemente
(III)
Ahora aprieta este
guiñapo de tibias voces
retuerce en ti mismo tu
deseo
estruja melancólica el
desafío mordaz de adaptarme a tus rumores
y empapa con el aceite
el ardor de mí
escurriendo
Pernocta con tus cruces
voraz el desaliento
la floresta arrebatada
del negocio continuado
el vaivén corrompido
de tu garbo desatino
marchando silente con
mi sombra nos depara
Toma cadavérica este
ruido entre tus dados
la palabra ausente en
sahumerios derretida
va con ella, tu
capricho
al encuentro fenecido
del silencio con tu risa
adornada en gallardetes
es el acta del misterio
de la despedida que te
debo
abrazando la otra vida.