Decisiones
trascendentales
Erick
Tomasino.
En 1999 cursaba el segundo año de bachillerato.
Estudiaba en el Instituto Nacional “Cornelio Azenón Sierra” (INCAS) de la
ciudad de Atiquizaya. No era un estudiante destacado pero me iba bien. Tuve dos
profesores marxistas que iniciaron mi formación política sin que yo fuera
consciente en ese entonces de ello.
Con el profe Carreño llevaba la asignatura de
Ciencias Sociales y aquellos eran cursos de formación política y de economía
política, por él, luego de un debate intenso sobre la religión y el aborto, me
hice ateo, no fue fácil para mí que un año antes quería ser cura católico, pero
aquellas reflexiones me ayudaron mucho; con el profe Osmani, que facilitaba las
materias de Psicología de la adolescencia y Seminario de investigación, adquirí
una relación más profunda pues con él fundamos el Taller Literario “Agüijuyo”
en el cual leíamos prácticamente a poetas comunistas o que participaron en
procesos revolucionarios. Pasamos de leer a la generación del 27,
principalmente a Vicente Aleixandré, Alberti y un poco a García Lorca, también leímos
a Huidobro, Neruda, Vallejo, Dalton y otros más. Entre otras cosas leí a Manlio
Argueta, Carlos Luis Fallas y Mariano Azuela.
Con aquel grupo realizábamos nuestros talleres
literarios, me la pasaba muy bien. Osmani tenía algunos contactos y es así que
llevó a conferencias al taller literario Tecpán, de quien me gustó la propuesta
de Noé Lima, a quien ahora considero mi amigo; también llegó Otoniel Guevara a
quien le mostré lo que había escrito y lo único que me dijo era que leyera a
Sabines. Después de aquello ya no estaba tan seguro de querer seguir
escribiendo.
Junto al poeta Otoniel Guevara y parte del Taller Literario Agüijuyo. |
Un día se me acercaron para decirme que dos grupos
estaban participando en un encuentro en la Universidad de El Salvador en Santa
Ana llamado “Expobiología” era el año de 1999.
Como digo, nunca fui un estudiante destacado y
particularmente en ciencias estaba a punto de reprobarla, pero mi relación con
aquellos docentes que eran nuestros guías, me permitió suplir a un estudiante
que no pudo asistir a la mentada Expo. Es así como conocí la Facultad
Multidisciplinaria de Occidente de la Universidad de El Salvador.
Llegué a la U, y me tenía que juntar con el grupo de
la tarde que había presentado una exposición sobre la reproducción de huevos de
codorniz, ahí conocí a estudiantes de otras instituciones que sabían mucho de
lo que presentaban; mis compañeros de “la mañana” llevaban otra presentación
que no recuerdo, total, los compas de la Sociedad de Estudiantes de Biología
nos trataron bien y al día de la premiación, nos llevamos la sorpresa que
habíamos ganado el primer lugar. Recuerdo que yo, sin haber participado en nada
de aquello, recorrí triunfante por los pasillos de la facultad cual futbolista
que gana una copa. Días después en el Instituto, nos llamaron frente a todos
los estudiantes para entregarnos un reconocimiento, diploma que aún guardo por
ahí.
Luego de aquella experiencia, me quedó la espinita
de cursar mis estudios superiores en la UES y no en una universidad privada
como era mi idea, yo quería estudiar comunicaciones o periodismo, pero esas
opciones sólo estaban en San Salvador.
Ese mismo año, mi madre tuvo un accidente de
gravedad, pasó varios días en coma, recuerdo que cuando despertó, la fui a ver
al hospital y lo primero que me dijo fue que las condiciones habían cambiado,
que si quería seguir estudiando, la única posibilidad era en la UES de Santa
Ana.
Mi amiga Karen me advirtió que había iniciado el
proceso de nuevo ingreso, que si quería podíamos ir juntos a ver si aplicábamos
y así fue, junto a ella, nos acompañó Raquel, destacada estudiante de nuestro
grupo y fuimos los tres a iniciar nuestro proceso para ingresar a la
“Nacional”. Llegamos una mañana e hicimos fila junto a un montón de aspirantes,
ellas adelante decidieron que querían aplicar a la carrera de Ingeniería
informática, cuando llegó mi turno no sabía qué quería estudiar, o quizá sí,
quería llevar periodismo pero no había, me habría gustado estudiar cine, pero
la única alternativa era estudiar en Cuba y eso no cabía en lo posible, letras
no, sociología no, es así que lo más parecido a mis inquietudes
cinéfilo-literarias se encontraban en piscología, recuerdo que me vi en aquella
fila decidiendo por qué carrera quería optar como cualquier comensal en un fastfood preguntando por los combos,
esta lleva esto, esto no lleva aquello y así fue como opté a esa carrera. Deme
una de psicología sin matemáticas, por favor. Es así que tomé una decisión que
cambiaría mi vida.