No
era fácil convivir con ella todos los días en la oficina. Había que tener
demasiada fuerza de voluntad para resistirse a besarla cada vez que se acercaba
a mí para preguntar algo. O quizá como nunca he sido un tipo fuerte, jamás
conseguí siquiera tener el ímpetu para robarle un beso. No obstante me
incomodaba verla ahí tan cerca, tan hermosa, recogiendo sutilmente su cabello
con esos dedos ávidos de pasión y sonriéndole a la pantalla de su computadora. Me
daban ganas de tener el rostro como una pantalla LCD para tener contacto con
sus ojos. Ella sonreía, a veces hasta se sonrojaba, miraba eventualmente a su
alrededor para cerciorarse que nadie la sorprendiera. Mordía sus labios. Volvía
a sonreír. Supongo que nunca se percató como yo la observaba.
Un
día, por fin, me decidí a abordarla. Necesitaba saber qué pasaba en su cabeza. Qué
idea tenía de mí –si es que había alguna- Si por algún azar de la vida, o por
un milagro espiritual, o por simple caridad, ella podría aceptar salir conmigo.
Aproveché mientras estábamos solos en la oficina, cerré la puerta con un poco
de ruido para que notara mi presencia, ella vio un poco sorprendida y volvió a
lo suyo, a la computadora, a digitar con esos dedos candentes, las teclas que
la comunicaban con un más allá presumiblemente más agradable que la realidad
que la circundaba. Acerqué una silla, la puse al lado de ella y desconecté su
computadora. ¿Qué te pasa? me dijo. Es momento de que hablemos, le respondí. Está bien, dijo tranquilamente como si mi acción
no hubiese significado nada en absoluto.
Sin
más preámbulo le declaré mis sentimientos, le dije todo lo que me provocaba
verla cada día, que no soportaba ni un segundo más esa agonía de tenerla tan
cerca y no poder expresarle todo mi amor. Lo tuyo no es amor dijo tajante.
Bueno, no importa como se llame, pero no soporto mas vivir sintiendo esto que
estoy sintiendo que según vos no es amor. Estás loco, a mí ni siquiera se me ha
cruzado por la mente tener algo con vos. No te preocupés yo ya lo he pensado
demasiado… y como no tenía ninguna explicación, abruptamente tomé su rostro y
la besé. Con toda serenidad, ella solo acertó a decir: Tonto, que no vez que
alguien podría entrar y sorprendernos. La puerta está cerrada, le dije, así que
podemos reservarnos el derecho de admisión.
Mira,
no quiero hacerte sentir mal, no es que no me gustes, pero pienso que lo tuyo
es una atracción meramente sexual y yo creo que el sexo sin amor no es bueno. Esta
chica se volvió moralista, pensé. Suele pasarme que las chicas más de libre
pensamiento y de actitud moderna, cuando les expreso mis intenciones, terminan hablándome
de dios, la religión, lo siete pecados capitales y del sexo solo con amor, que
si no es pecado. No te preocupes, que si para eso yo traigo suficiente amor
ahora conmigo, esta vez yo lo pongo y la próxima vos lo pagás. No lo tomó muy
en gracia y me negó tres veces.
Es
que no es fácil. Ni siquiera me has dado señales como para que intente fijarme
en vos. Bueno, no sé qué podría hacer, si el amor tiene sus secretos, deben
estar tan bien escondidos que yo nunca los he encontrado. Bueno, tampoco lo sé;
pero por ejemplo hay un chico que me escribe unas cartas muy hermosas, siento
que ese es bonito detalle.
Yo también
escribo, por si no lo sabés. Siempre he pensado que las personas se enamoran
más de lo que escribo que de quien soy. Si te contara acerca de los varios
comentarios al respecto, por ejemplo me dicen: oh, me enamoré de tu último poema; la novela que escribiste
realmente me sedujo y una infinidad de mierdas así. Creo que por eso me volví
un activo militante en favor del matrimonio entre las personas y las letras. Pero
creo que algo cambia dependiendo de quién las exprese. De repente recuerdo
cuando mis amigos me pedían que les escribiera las cartas a las chicas que les
gustaban, solo bastaba que me contaran un poco la historia y yo desarrollaba
ingeniosas líneas que luego se convertían en cartas de amor; al poco tiempo nacía
una nueva pareja, me daba un poco de gracia pensar que las pobres en el fondo
se enamoraban de mí, claro, nunca se sabía la verdad, eso habría sido terrible
para el negocio; mas sin embargo, cuando eventualmente yo escribía una carta
con similar contenido para alguna chica por quien sentía un profundo
sentimiento, eso no funcionaba igual, entonces pensaba que había algo más que
las puras palabras. Incluso si sabían que yo escribía muy bien, las chicas
terminaban expresando ese profundo y soso amor por mis palabras y no por mí.
Pero
vos nunca me escribiste nada a mí, balbuceó como reclamando. Además este chico
me ha invitado a viajar a otro país, eso me pareció un bellísimo gesto de su
parte. Bueno, si no lo recuerdas yo también te he invitado a visitar otro país.
No seas idiota, dijo efusivamente. El me ha invitado a recorrer Italia y tú querías
hacer una excursión a El Salvador. Bueno, es que yo soy así como un tipo exótico,
traté de defenderme.
Pero
si yo te hubiese escrito, ¿eso habría cambiado en algo? No lo sé, no es fácil
expresar con palabras los sentimientos, pero lo hubieses intentado. Pero habrías
terminado enamorándote de lo que hubiese escrito, daba igual si te regalaba un
libro. Pues tampoco, lo sé, y además ya no quiero hablar sobre esto, creo que
te he dado tiempo suficiente y no me harás cambiar de idea. Entiendo, a pesar
que me duele, respetaré tu opinión. Me agrada que seas tan comprensivo, dijo y
sonrió dulcemente. Yo me sentía un tipo que por enésima vez, el rechazo me había
hecho madurar. Había escalado un peldaño más como persona –gráficamente ya
hasta perdí la cuenta de los escalones que he subido-. Y bueno, ya que estamos
en este momento de abierta franqueza ¿Qué querés hacer? Que me prestes tu
computadora, pues necesito revisar el chat, que vos me interrumpiste y tengo que
responder a alguien y es demasiado importante para mí
Impresionante relato!!! Me encanta el toque que le das... por un momento creí que leía a Bukoswki...
ResponderEliminarGracias, viniendo de vos, el comentario es un gran estímulo para seguir escribiendo. Que bueno que te encantó. A ver cuando leo algo tuyo. Besos.
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