Daniel y el
entusiasmo en la inventiva
Erick Tomasino.
No recuerdo bien el año. Pero fue una
temporada en que mi abuela me envió de vacaciones a casa de mis primos. Un día
nos fuimos a jugar al fútbol al ex campo de aviación de Santa Ana. Esa tarde se
armó tremendo partido, podría haber sido un partido parejo de no ser que había
un chico un poco menor que hacía el deleite con la pelota, se le notaba el entusiasmo
que le ponía. Al principio sentí un poco de envidia, luego lo asumí como parte
de la diversión que en aquellos años inocentes se resuelven con la alegría del
compartir. A ese cipote lo encontraría varios años después.
Estando en la universidad y siendo parte de
la Asociación General de Estudiantes de la Facultad Multidisciplinaria de
Occidente (AGEFMO) hicimos amistad con un chico bastante activo y pispireto que
estudiaba ingeniería en sistemas informáticos; era de los pocos de su carrera
–por aquella época- interesado en el movimiento estudiantil e inmediatamente
hizo parte de nuestra organización. Su nombre era Daniel Herrera y rápidamente
se percibía en él la actitud de un chico alegre y jodedor.
Era un entusiasta por todo aunque su pasión
era la informática, a él le escuché por primera vez palabras como usb o software libre. Si lo tomabas por esa vía podía pasar días hablándote
sin parar. Recuerdo que cuando se incorporó nos propuso la idea de que
tuviéramos un sitio web, en aquella época en que era bastante difícil, pero con
mucha facilidad desarrolló nuestra página que, rápidamente, se convirtió en
nuestro órgano de difusión a nivel nacional e internacional. Fue tan importante
esa tarea que otras organizaciones estudiantiles en San Salvador lo invitaron
para que les apoyara desarrollando sus propios espacios virtuales. También
durante las marchas se le podía ver entusiasmado, podía pasar gritando
consignas a lo largo de varios kilómetros de manera incansable. Fueron años
intensos aquellos y más de alguna vez nos veíamos metidos en líos que lográbamos
superar. Todo aquello era motivo de celebración.
Yo dejé la universidad y a él como a muchos
otros de mis compañeros de AGEFMO los dejé de ver por mucho tiempo, luego
nuestros encuentros eran intermitentes y siempre había alguna cerveza de por
medio. Con Daniel era muy fácil entrar en desacuerdos, pero muy difícil no
disfrutar de su compañía.
Años más tarde nos reencontraríamos y
renovaríamos votos de amistad al calor de una interminable plática que nos
llevó de la música a las aspiraciones, llegó a la casa y con su imparable
conversación nos recordó muchas anécdotas. Me invitó a que escribiera un libro
sobre nuestras vivencias en el movimiento estudiantil y yo pensé que ese es un
libro imposible, pero él como siempre lo sugería con mucho ánimo, como alguien
que creé que las cosas son posibles de hacer. No volvimos a tocar el tema, pero
nuestras pláticas se hacían más variadas. Hablábamos de todo excepto el fútbol que
era un tema tabú porque, por azares de la vida, siempre le íbamos a equipos
distintos.
Pero la muerte en éste país –como diría
Benedetti- es uno de esos “absurdos previsibles” y como alguien que sale a la
calle desafiándola fue impactado por una bala que no era para él. A ese chico
le llegó la muerte por casualidad el mismo día en que la Universidad de El
Salvador cumplió 175 años de su fundación. A ese chico ya no lo volveré a ver.
Se podría decir muchas cosas pero algo muy
cierto es que Daniel nunca dejó de tener esperanzas y por ello la muerte le
llegó como a alguien que defiende sus causas. Como alguien que por nada del mundo
se deja vencer, mucho menos por el miedo. Como alguien que vive con la mayor
intensidad posible, aunque casi nadie lo entienda. Porque Daniel era Daniel y
punto. Porque con Daniel nos quedamos debiendo –entre otras cosas- el último parcial de cervezas.
Estimado Erick, muchas gracias por tus comentarios acerca de mi hermano Daniel, me gustó tu estilo y como lo describes; discúlpame por mi tardanza a responder, créeme a la fecha es insuperable su pérdida.
ResponderEliminarÉxitos en todos tus proyectos!!!!.
Gracias por tu comentario. Si, Daniel es alguien que dejó huella en muchas personas. Aún se le recuerda con mucho aprecio. Saludos.
EliminarMe encanto, gracias por habernos obsequiado tu libro la llegada desnuda lo lei y dejame decirte que me encanto, sigue asi... Nadie mejor que tu lo describiste mejor a mi tio daniel el era asi... unico y aun sigue vive en nuestros corazones, saludos erick.
ResponderEliminarF. Gabriela
Saludos. Daniel es un compañero que se lleva siempre en la memoria. Gracias por leer este pequeño homenaje.
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