La ruta
Salgo
y
la desolada carretera
de
grises sudores hambrientos de caucho
adornada
de cruces como rosarios kilométricos
en
un silbido detonante de radiadores,
espera
por mi cuerpo
Subo
transito
nauseabundo con el miedo en mi mochila
estiro
mi mano a modo de crucificado anticipado
y
el rugido desconcertante de una voz
me
invita a entrar a un infierno
con
capacidad máxima de 77 pasajeros
Cabalgo
en
la sobredemanda de cuerpos sumergidos
la
angustia del tiempo calculado en descuentos
afanosa
rutina de bailar
evitando
todo contacto homoerótico
que
me incite a madrugadas notariadas.
Los
resortes embebidos de carne se me incrustan
hurgando
el envoltorio de mi culo.
Si
giro a la derecha se me inserta
si
giro a la izquierda se me ensarta,
me
pongo prosaico y digo:
¡Oh!
Un
hombre prolongado de angustias
ofrece
su pene como almohada
e
inquieto me recuesto en ella
-recuerdo
a la puta que se quedó con mi infancia-
el
pene de este hombre palpita en mis mejillas
y
despierto salivado como un septiembre.
Debo
perdonarlo
es
un obrero, está cansado
ayer
se emborrachó viendo al fútbol
después
de asistir a misa con su familia.
La
música a bordo solo armoniza con el ruido
de
las ametralladoras que nunca olvidamos
bang
bang bang
aprieto
fuerte el asiento volátil
al
primer estallido
del
infernal estruendo
y
tropiezo
Eructa
un automóvil erupciones en tono destartalado
Debo
escucharlo
es
lo que se escucha en nuestros vecindarios
nos
animan para no dormirnos más de la cuenta
y
que nuestro patrón no se enoje al contemplar la tristeza
de
ganancias alicaídas
Veo
a través de la ventana
me
abstraigo imaginado una linga
dentro de un yoni
y
el predicador se excita de limosnear pedofilias.
El
autobús se estrella
transpiro
vidrios que expelen mi sangre.
Si
giro a la izquierda se me insertan
si
giro a la derecha se me ensartan
me
pongo melancólico y suspiro
cuando
los espejos me penetran
como
una violación de rostros.
Vuelcos
gritos y mi risa de odio
recordando
todas las muertes de este vaivén
que
aumenta con la crisis,
pienso
en
mi madre fumando una hortaliza enriquecida
con
cloruro de paraquat
esperando
por mi cuerpo
Si
salgo por la puerta de emergencia me aprisionan
si
me que quedo esperando el rescate
moriré
como un dato en la única morgue que aprese
esta
presa de cuerpos
decadentes
Veo
el arma aún en mi mano y salgo por encima
de
todos los restos bañado de augurio
Corro
destilando sangre por mi cabeza
hacia
el siguiente bus que aumenta de velocidad
el
asesino y sus testigos van conmigo
y
sonrío con recelo al rótulo de “dios nos cuida”
Esta
iglesia mortuoria llamada país
es
una empresa
nadie
ve su rostro mientras mata
su
antifaz va conmigo como una bandera blanca
le
lleno de gracias mientras chupa
la
risa inverosímil
de
esta tragedia
La
ráfaga contaminante deambula
motores
como carcajadas
le
unto a mis piernas de esa grasa
horripilante
y doy un grito para que se detenga
destino
con semáforos en rojo dan la bienvenida
la
gente huye de mi abrigo cual proyectil perdido me delata
Espérame
amor mío –grito-
aún
me queda un tiro en la recámara
después
de quitarme la esperanza
decidiremos
de quien de los dos
será
la entrega intrigante del hambre.
Un
noticiario se apresta en la próxima avenida
esperando
por nuestros cuerpos
mutilados
de febril infamia.
Erick Tomasino
-Diálogos con la mujer murciélago-
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