MAGO
DE LA NOCHE
Escarbas
con tus garras tímidas el arrebato
del
terruño enmohecido de las sombras
profunda
la incipiente cama de la nueva
era
es
el lobby
de estos cementerios
Tus
manos como dagas de la muerte
ahuyentan
el soplido sórdido de la lluvia
y
vas cayendo como una temporada
de
la serie de tevé que nadie mira
en
el rectángulo cóncavo de tus despechos
Arrastras
inconsciente los cuerpos adornados
de
hilo y un líquido innombrable
en
la predicación errante del misterio
del adiós
Elevas
como un adonis los ataúdes
y
te retuerces melancólico los obituarios por el culo
Todos
miran pero el mercenario deseo
por
el trabajo bien cumplido no te espanta
mas
te adornas las coronas florecientes en la entrepierna
y
se te ve eyaculando en la sonrisa
de
mis viejos dientes que me obligara murmurar la estilista
Arrojas
inexpugnable los truenos
de
las tablas que me sujetan el grito ecuánime de los muertos
y
rellenas con tu semen el sepelio abandonado de cerrojos
cayendo
sobre mí los pétalos naranjas de la tarde
en
mis ojos abrogados de horizontes
Sugerimos
el último beso de aquella canción absurda
que
en un coro atorzonado de costumbres
los
testigos del fin
del mundo
nos deparan
Cruzo
el inframundo y espero
la
canónica promesa de verme la estigmatizada herida
de
aquellos niños atropellados de mañanas
frente
a tus espejos
(el
silente cuerpo)
aterriza
en las fauces de la noche entreverada.
Erick Tomasino
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