El grupo musical Mahucutah
Godofredo Echeverría
La década de 1970 ha tenido mucha significación para el posterior desarrollo de la sociedad salvadoreña: heredera directa de la guerra que el Estado salvadoreño declarara al hondureño el 14 de julio de 1969, que tal como dice Clausewitz, “la guerra es la continuación de la política por otros medios”. La guerra de 1969 fue la continuación de las grandes desigualdades provocadas por el Mercado Común Centroamericano que favorecía a la oligarquía salvadoreña en detrimento de la hondureña. Disfrazada con los ropajes de la amenaza que sufrían los compatriotas salvadoreños y sus familias producto de la persecución de los cuerpos de seguridad hondureños, apoyados por movimientos paramilitares xenófobos.
El triunfo de la Unidad Popular en Chile, con la elección de Salvador Allende con un programa socialista-nacionalista, despertó el entusiasmo de grandes sectores de la población salvadoreña, que se expresó en las elecciones de 1972 apoyando la candidatura de la Unión Nacional Opositora (UNO), la cual habría ganado las elecciones que le fueron arrebatadas en beneficio del Coronel Arturo Armando Molina.
La frustración sufrida por grandes cantidades de la población, por la impunidad con la que seguía actuando la Fuerza Armada y la oligarquía y el cierre de los espacios democráticos presionaron a los militares demócratas a tomar la decisión de dar un golpe de Estado para hacer respetar la decisión popular. Figuras como la del coronel Benjamín Mejía, el mayor Pedro Guardado y el ingeniero Manuel Reyes encabezaron el levantamiento que finalmente fue derrotado. Para grandes sectores de la población se hizo evidente la necesidad de tomar el camino de la lucha armada, como única vía para buscar la democratización de El Salvador.
En este marco surge un movimiento cultural, incentivado, paradójicamente, por la creación del Bachillerato en Artes en las ramas de teatro, música y artes plásticas y los programas juveniles implementados por la Secretaría de Cultura, Juventud y Deportes del Ministerio de Educación.
Uno de esos programas promovía la creación musical juvenil en los festivales juveniles de la canción que se iniciaron en 1971. Ese año el festival lo ganó “La Banda del Sol”, formada por jóvenes preocupados por la situación nacional que se expresaban por medio de la canción. En ese grupo se destacaba la presencia de Carlos Aragón, estudiante del Bachillerato en Artes en la rama de Música.
El año siguiente el festival fue ganado por el grupo Mahucutah, cuyo antecedente directo fue el Dúo Etcétera, formado por la poetisa Claudia Hèrodier, su hermano Luis y su primo Gustavo. Posteriormente se integraron otros jóvenes como el hoy siquiatra, Ernesto Urquilla, hijo de uno de los discípulos del guitarrista paraguayo “Mangoré”.
Mahucutah es el 4º intento de los dioses creadores y formadores de la cosmogonía maya-quiché, Tepeu y Gucumatz.
Mahucutah era el hombre nuevo, de madera rústica y todavía no acepillado. La elección de este nombre indica la orientación del grupo: contribuir musicalmente a la creación del hombre nuevo, por lo que, musicalmente su producción busca un sonido propio, acústico, que se alejara de la música juvenil de formato electrificado. Una de las características fundamentales del grupo es el trabajo vocal a varias voces.
Durante los primeros años 70s los jóvenes universitarios y estudiantes de secundaria cultivan el sigilo para poder escuchar música con textos y poesía que hablan de la esperanza del Sur, de Allende y de los movimientos sociales de Argentina y Uruguay. De esa manera se conocen las canciones de Daniel Vigllietti, Isabel y Ángel Parra, el Quinteto Tiempo, Los Guaraguao, Víctor Jara, Inti Illimani, Quilapayún, el Dúo Quelentaro y otros.
La actividad del grupo Mahucutah se extiende desde las reuniones estudiantiles y universitarias a los actos de los sindicatos que en ese momento se nuclean alrededor de la Federación Unitaria Sindical Salvadoreña (FUSS) y posteriormente constituyen la Confederación Unitaria de Trabajadores Salvadoreños (CUTS). En estos esfuerzos la figura del dirigente sindical Rafael Aguiñada Carranza es muy importante.
A partir de 1976 se inicia un esfuerzo de acercamiento de los cantores y grupos salvadoreños que desemboca en la creación de Músicos y Cantores Populares Asociados Salvadoreños (MUCAPAS), que se propone profundizar la organización y el vínculo entre los cantores y los sectores populares de la sociedad salvadoreña, se realiza un programa de actividades que incluyen festivales colectivos en diferentes lugares del país, un programa de radio que se transmitía los domingos por YSAX (la radio del arzobispado), se realizan grabaciones para la televisión educativa, además de las actividades que realizaban los asociados de manera individual.
1977 es el año que marca el final del grupo en El Salvador, Luis, su director se había marchado a realizar estudios fuera del país, Karen, su esposa, se marchará el año siguiente a encontrarse con él y a continuar sus estudios.
El Festival latinoamericano de Solidaridad con Chile se realiza en San José Costa Rica y tiene entre sus participantes al grupo Mahucutah que había llegado desde El Salvador. Ese año, también, el grupo alterna con el Quinteto Tiempo que llega desde Argentina. Los integrantes de Mahucutah en ese momento son: Karen Granadino, Mauricio Valdés, Guillermo Cuéllar y César del Cid.
Al reencontrarse en Moscú Luis Hèrodier y Karen Granadino, se fortalece el esfuerzo que desde 1973 venía realizando Luis con la formación, inicialmente, del grupo Los Latinos, que posteriormente pasó a llamarse Mahucutah, fortalecido con la presencia del teatrista salvadoreño Alberto Celarié y de otros estudiantes del Conservatorio Tchaikovsky. Con la colaboración del poeta Heriberto Montano se crea el texto de la Cantata de Luz y Lucha, con música de Luis Hèrodier, grabada con todo el grupo en 1980, en los estudios de Radio Moscú.
Entre los numerosos integrantes del grupo Mahucutah a lo largo de su historia se pueden mencionar, además de los ya nombrados: Virginia Peña, Tony Martínez, Claudia Hèrodier, Gustavo Hèrodier, Julio Molina, Rúrico, Carlos Aragón, Carlos Balaguer, Ernesto Urquilla, Carlos Corpeño, Coqui Hasbún.
Virgina |
La producción musical de Mahucutah desde sus inicios busca integrar al ser salvadoreño a la historia, mediante la toma de conciencia de su explotación en su actividad laboral, como en Hermano, canción que inserta al campesino en la historia de la dignidad y de la lucha de los salvadoreños y salvadoreñas; Pelea –mejor conocida como Pelea hombre pelea- es un llamado a incorporarse a la lucha en términos humanos, a enfrentar los hechos de una manera activa, compuesta por Virginia Peña. Cargamento, también compuesta por Virginia llama a solidarizarse con el sufrimiento de los explotados de América Latina: “Traigo los pies lacerados de millones de explotados, de tristes niños sin pan…”. “Quién quiere este cargamento, pa´que pueda yo un momento tomar aliento, un cargamento de sangre…”.
La Trinidad, de Carlos Aragón, con un estilo claramente bluesístico establece una comparación muy sintética:
“donde yo vivo,
es como una hacienda,
donde el cultivo
no es de quien los siembra”.
“Y pasan los años
y suben las ventas,
pero mi salario
Ya no me sustenta”
Viento, de Luis Hèrodier, con un arreglo vocal que duplica con una voz femenina una octava más alta, la voz principal y con una sonoridad cercana a la del grupo español Agua Viva, cuenta:
“Viento que sopla trae esperanza
pídele amores que lleva el alma,
también recuerdo la fe perdida
barre las hojas muerde la palma”
“Viento que sopla trae en el aire
que lleva sangre de mis hermanos
que tiene grito, que sabe a hambre
que guarda vida de aquel que ladra”.
Estas canciones expresaban el descubrimiento del sufrimiento de los pobres, la solidaridad, el identificarse con ese sufrimiento y compartirlo, la esperanza por un mundo nuevo, el llamado a luchar. Estas canciones sonando en los tempranos 70s, con su carga de desgarramiento personal, con la búsqueda por hacer algo para cambiar las cosas, muestran una nueva actitud sobre el canto, es cantar con todos, cantar luchando y luchar cantando, no es casual que varios de los miembros del grupo se vincularan directamente con la lucha popular y sus organizaciones político-militares y una de ellos entregaran su vida en el combate militar: Virginia Peña –capitana Susana- y uno más, Julio Molina, fuera jefe de las unidades logísticas del Frente Central Modesto Ramírez en Chalatenango, del movimiento guerrillero salvadoreño.
Estas canciones nunca fueron grabadas profesionalmente, sin embargo, es posible documentarlas a través de grabaciones de ensayo o en el estudio de la televisión educativa.
Pueden ser escuchadas en www.si-bemol.org .
San Salvador, 18 de agosto de 2011.
El Salvador 1932: Cantata de luz y lucha
SI BEMOL
Producto de la colaboración entre el poeta tecleño Heriberto Montano y el compositor Luis Herodier, se llevó a cabo, a finales de los años 70s, la Cantata de Luz y Lucha o Cantata sobre 30 mil cadáveres. En esa época, tanto el poeta como el músico eran estudiantes en la Unión Soviética, uno en historia, el otro en música.
Para la elaboración del texto llevaron a cabo una investigación documental con las fuentes a su alcance, que en esos años y a esa distancia no eran muchas, sin embargo los autores habían tenido la oportunidad de conversar en varias ocasiones con Miguel Mármol, sobreviviente de la masacre, quien con su extraordinaria memoria era capaz de alumbrar la oscuridad debida a la falta de información.
En corto tiempo el poeta había escrito un texto, que fue revisado entre ambos y perfeccionado hasta que quedaron conformes. Posteriormente y haciendo gala de mucha disciplina, Luis Herodier se dispuso a elaborar la música. Debido a que el compositor estudiaba en la escuela de música del Conservatorio Tchaikovsky, pudo contar con la ayuda de latinoamericanos de diferentes paises que contribuyeron a enriquecer la orquestación de la obra, que incluye violines, cello, flautas, guitara, percusión y voces.
A los pocos meses de la llegada de Luis Herodier a la escuela de música, se dedicó a formar un grupo de música al estilo del grupo que había formado en El Salvador y que había logrado reconocimiento público por su calidad musical y los textos de las canciones, este grupo llevaba el nombre de Mahucutah, nombre tomado de la mitología maya-quiche, expresada en el Popol-Vuh, donde Mahucutah aparece como el último de los cuatro intentos por crear el hombre nuevo. Mahucutah era el hombre recién creado por los dioses, tanto que aún no había sido cepillado ni pulido.
En Moscú se creó un grupo musical bajo el nombre de Mahucutah que cantaba canciones salvadoreñas, latinoamericanas y composiciones propias.
Este grupo formado por: Alberto Celarié, Karen Granadino, Luis Herodier y Alvaro Manzano, de Ecuador, se dedicó a ensayar la obra, la cantata es una obra compleja que incluye recitados con mucha fuerza dramática, puentes instrumentales y las canciones que han sido muy bien elaboradas, tanto poética como musicalmente.
Esta obra fue grabada en los estudios de Radio Moscú, en 1980 y posteriormente prensada en un disco de acetato de 33 RPM, en la República Democrática Alemana.
El contenido del disco se puede escuchar al hacer clic sobre cada enlace.
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