Amada:
Hace cien nostalgias que no se nada de vos, mi desobediencia no ha concebido una sola letra y desde que no escucho tu voz me salen solo melodramas.
Ah, antes que me olvide, por favor mandame tu código postal, o mejor aun, explícame donde exactamente queda tu buzón de voz, que con eso que ya no me dirigis una sola palabra, es difícil ubicar de qué lado de la cama quedaron tus señales.
Hoy me medí el traje de poemas que me regalaste y me aprieta un poco en la parte del pecho, pero con un bisturí y algunos remiendos o un lapicero punta fina se soluciona; eso si, que no podría cantarte con mi cabeza recostada a tus muslos como hojas de afeitar, que la última vez sangré un poco y ¡hay! Sabes como eso me duele.
Pero no te inquietes, siempre se encuentra un buen traje de buzo. Ayer vi uno caminando hacia el poniente -creo que quería ser alcanzado por una sirena- pero la justicia no apareció por ninguna parte. Un poco de eso se yo, ahora que también te fuiste.
En cuanto esté listo te envuelvo un caprichito que te tenía guardado, ahora que rueda esta lágrima la coloco en un frasco y la echo al vuelo; tal vez solo lamento haber quitado las telarañas porque ya no se atraparte en un sueño y me cuesta evocar tu silueta, jeje, la imaginación nunca ha sido mi fuerte. Quizá eso te molestó tanto y yo ni en cuenta ni en cuentos.
Cuando volvas, si es que volvés, es posible que haya dejado sin llave la puerta, sabés que tengo miedo de estar solo y no permito que nadie entre, es decir, sería bueno que de vez en cuando entre alguien y me salude. Así que si de casualidad sos vos quien entra no te sorprenda verme exactamente como me dejaste, quizá con alguna que otra arruga nueva (que ironía) o con un poco de polvo sobre el esqueleto.
Bien, esto es todo por hoy. Escribime, y si no recibo respuesta de tu parte, me imagino es porque estás pensando mucho en mí y no encontrás las palabras para expresarme lo que te hago sentir. De todos modos ni se como se escucha tu voz. Nunca me dijiste nada que realmente recuerde.
Desde este lado de la habitación, siempre tuyo…
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