“Espécimen
en frasco” son fragmentos que he ido recogiendo en el proceso de vagabundear
sin país… Evelyn Galindo
I.
Espécimen en frasco: El pez sepia
Olvidarte es un pez sepia
un espécimen en frasco
de alimentación variada.
Consume algas,
mastica y traga nombres,
baja cuadros y saca muebles,
antes de destripar los gusanos
de nuestra mesa
en el café.
De allí como que se esfuma en el barullo
y deja de existir
tan forzosamente.
II.
Espécimen en frasco: El gárgola
Es gárgola,
o grifo gótico
o reencarnación
de George Carlin
que se agacha en gradas
de cemento o en bancos
de madera
y, nada más, vigila.
La mira
ondular en la calle.
Se anima
la estatua de piedra
a gritar una descortesía:
“Te quiero!"
III.
Espécimen en frasco: El pajarhombre
Producto urbano
Alza el copete de cachucha y melena
una ave en su avanzada juventud
de hombre pobre.
Un día me pide que le compre el boletín.
Hoy clava la mirada en el horizonte;
muro de ladrillos sin fin.
IV.
Espécimen en frasco: La harpía
La distancia es una monstrua diurna
Destripadora de tardes,
Desmembradora de espacios,
Descuartizadora de tu voz.
Carnívora ápex; sus presas vivas
son los detalles que quedan anulados
y los fragmentos de nuestra historia
que antes lográbamos percibir.
V.
Espécimen en frasco: El ave de barro
Siempre luchó contra la idea de ser mujer
La débil, la frágil, la incompleta…
Todo aquello que desemboca sólo en
La entrega y la ternura.
Hasta que en uno de sus ritos y
ceremonias
En la etapa del garabateo descontrolado
conjuró un murciélago de bambú
que le hundió sus manos en barro,
E hizo el molde del aleteo de un colibrí.
Nunca ha sido más fuerte que ahora,
ni más dominante
ni más imperiosa
Nunca más absolutamente,
Mujer.
V.
Espécimen en frasco: Tasha
Yuri sueña con una casa en el campo donde
Tasha pueda acostarse en la grama como merece y no en el asiento de un SUV que
necesita arreglos. Por ahora me cuenta
que para que lo acepten en un refugio de desamparados tendría que deshacerse
de Tasha y no está dispuesto a hacerlo. Yuri tendrá allí por sus
sesenta y pico años y vive en su SUV en el parqueo del Walmart que queda por la
carretera. Lo acompaña su fabuloso fenómeno de la naturaleza Tasha, una
gata blanca con patas de seis dedos. Me cuenta que cuando el frío se pone
perra se cobija con un abrigo y sábanas, arranca el carro por ratos, lo
calienta y lo vuelve a apagar. Y que en esos momentos desesperados Tasha
se pone silenciosa; casi estoica.
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