El examen de admisión
Erick Tomasino.
Alguien me dijo antes de iniciar el examen de
admisión: “Lo difícil no es entrar a la Universidad, lo difícil es salir” con
los años le daría la razón.
Todo el mundo hablaba en el bachillerato del
famoso y muy temido examen de admisión de la UES, lo hacían ver como si fuera
una de las cosas más complejas del mundo, aún había cierto prestigio en el
nivel académico, por lo que se decía que no cualquiera entraba. En medio de
esas conversaciones nos avisaron que podíamos comprar un temario para orientarnos
sobre lo que debíamos estudiar.
Es así que un día volví a la Facultad en
busca de aquel texto, lo primero que se me ocurrió fue preguntar en la
Administración Académica pero me informaron que ellos no lo vendían, que si
quería que preguntara en alguna fotocopiadora, pregunté donde había una y me
indicaron un sitio al cual acudí.
El lugar estaba a la par del aula 6 y era un
cuartito con una fotocopiadora y un montón de gente entrando y saliendo, muchos
medio barbados, con camisetas, algunos con la imagen del Che y supe que aquello
era la Asociación General de Estudiantes de la Facultad Multidisciplinaria de
Occidente (AGEFMO) ahí me ayudaron para ubicarme, incluso para saber
exactamente en qué aula me correspondía hacer el examen, dato que antes no tenía.
La amabilidad de aquellos muchachos contrastaba con las formas pesadas con las que
algunos funcionarios de la universidad trataban a las/os aspirantes.
Conseguí aquel famoso temario y lo leí de pie
a pa.
Se llegó el día de examen, llegué bien
tempranito en la mañana. Había muchos jóvenes entusiasmados, otros nerviosos y
algunos pocos muy confiados. Yo estaba curioso por descubrir quiénes serían mis
compañeros de aula, así conocí a Martín, Ronald y otros que en su mayoría no
superarían el primer ciclo.
Terminé el examen sin ningún problema, salí
del aula y como me gustaba aquel ambiente decidí quedarme un rato más. Nos
juntamos con alguna gente del bachillerato que andaban por ahí para comentar cómo
nos había ido, más de alguno aprovechó a fumar a modo de respirar la “libertad”
de ser potenciales universitarios.
Yo admiraba todo a mi alrededor, me gustaban
los murales y me imaginaba caminando aquellos pasillos con mi pelo largo y
talvez siendo uno de aquellos muchachos que vi en AGEFMO.
Días después, aparecerían los resultados en
los periódicos. Me entusiasmé mucho al ver mi nombre en la lista de aceptados. Estaba
muy contento. Se vendrían nuevas experiencias…
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