jueves, 16 de junio de 2016

El examen de admisión

El examen de admisión


Erick Tomasino.

Alguien me dijo antes de iniciar el examen de admisión: “Lo difícil no es entrar a la Universidad, lo difícil es salir” con los años le daría la razón.
Todo el mundo hablaba en el bachillerato del famoso y muy temido examen de admisión de la UES, lo hacían ver como si fuera una de las cosas más complejas del mundo, aún había cierto prestigio en el nivel académico, por lo que se decía que no cualquiera entraba. En medio de esas conversaciones nos avisaron que podíamos comprar un temario para orientarnos sobre lo que debíamos estudiar.
Es así que un día volví a la Facultad en busca de aquel texto, lo primero que se me ocurrió fue preguntar en la Administración Académica pero me informaron que ellos no lo vendían, que si quería que preguntara en alguna fotocopiadora, pregunté donde había una y me indicaron un sitio al cual acudí.
El lugar estaba a la par del aula 6 y era un cuartito con una fotocopiadora y un montón de gente entrando y saliendo, muchos medio barbados, con camisetas, algunos con la imagen del Che y supe que aquello era la Asociación General de Estudiantes de la Facultad Multidisciplinaria de Occidente (AGEFMO) ahí me ayudaron para ubicarme, incluso para saber exactamente en qué aula me correspondía hacer el examen, dato que antes no tenía. La amabilidad de aquellos muchachos contrastaba con las formas pesadas con las que algunos funcionarios de la universidad trataban a las/os aspirantes.
Conseguí aquel famoso temario y lo leí de pie a pa.
Se llegó el día de examen, llegué bien tempranito en la mañana. Había muchos jóvenes entusiasmados, otros nerviosos y algunos pocos muy confiados. Yo estaba curioso por descubrir quiénes serían mis compañeros de aula, así conocí a Martín, Ronald y otros que en su mayoría no superarían el primer ciclo.
Terminé el examen sin ningún problema, salí del aula y como me gustaba aquel ambiente decidí quedarme un rato más. Nos juntamos con alguna gente del bachillerato que andaban por ahí para comentar cómo nos había ido, más de alguno aprovechó a fumar a modo de respirar la “libertad” de ser potenciales universitarios.
Yo admiraba todo a mi alrededor, me gustaban los murales y me imaginaba caminando aquellos pasillos con mi pelo largo y talvez siendo uno de aquellos muchachos que vi en AGEFMO.
Días después, aparecerían los resultados en los periódicos. Me entusiasmé mucho al ver mi nombre en la lista de aceptados. Estaba muy contento. Se vendrían nuevas experiencias…


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