PINK
FLOYD
Roger
Waters bajo, voz
David
Gilmour voz, guitarra
Rick
Wrigth teclado
Nick
Mason batería
Syd
Barrett voz, guitarra
THE PIPER AT THE
GATES OF DAWN (1967) es uno de los grandes álbumes de la era
psicodélica inglesa, debido sobre todo al mérito visionario de Syd Barrett. Ya
sin él, Pink Floyd debe revisar su estilo y no puede dejar de ser influenciado
por el estilo progresivo de finales de los 60. La columna vertebral del sonido
de MORE y el doble UMMAGUMMA
(ambos de 1961) son, de diferente manera, álbumes de transición de ese sonido
que va tomando forma con ATOM EARTH MOTHER
y MEDDEL y que llega a su
máxima expresión con THE DARK SIDE OF THE MOON,
uno de los discos más sensacionales obtenidos de la escena inglesa de los 70.
El de Pink Floyd es un
camino gradual y quizá discreto, que explota ideas típicamente progresivas (la suite y arreglos
majestuosamente wagnerianos, por
ejemplo) pero con un altísimo nivel de accesibilidad a un público bastante
numeroso.
Un cierto pesimismo de
fondo, textos que ya hablan abiertamente de esa alienación moderna, de la cual
Waters será la primera víctima, una secuencia perfecta de temas melódicos y
escenarios atmosféricos: es esto el sonido de Pink Floyd y, como ha confirmado
la historia, es también el punto más alto alcanzado de la música progresiva en
cuanto a la relación entre calidad y valor comercial. Otros grupos tal vez
dejaron más fidelidad al término progresivo, otros quizá lo comercializaron
demasiado de una manera más contundente, pero Pink Floyd ha sido, es y será el
mayor heredero de aquella época.
Tomado
de: Rizzi, Cesare, (2009). Progressive. Giunti Editore. Italia.
Traducción libre de Erick Tomasino (2019).
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