miércoles, 18 de noviembre de 2020

Crónica del Festival "Un canto por la Paz", Nuevamerica y Lorena Santillana

El pasado 13 de noviembre, falleció la artista Lorena Santillana, quien fue miembro del grupo Nuevamérica, uno de los más importantes y comprometidos de la música popular salvadoreña de la generación de finales de la década de los ochenta, y que también -irónicamente- es uno de los menos documentados. De hecho, Lorena era una de las personas que quería entrevistar para poder rescatar sus memorias sobre ese grupo poco conocido por la generación de la posguerra.

Quizá, el dato más accesible con que se cuenta, es el registro musical y audiovisual del festival "Un canto por la paz con soberanía e independencia en El Salvador" que se realizó en abril de 1988. En la portada del álbum de 1991 que se produjo a raíz de ese festival, aparece una fotografía de Lorena hecha por Steve Cagan.

Lorena Santillana. Foto: Steve Cagan.

Buscando más información sobre Lorena y sobre el grupo Nuevamérica, encontré una crónica del Festival que apareció en el número 6 de la Revista La Universidad de 1988, que comparto:

CRÓNICA DEL PRIMER FESTIVAL

"UN CANTO POR LA PAZ CON SOBERANÍA E INDEPENDENCIA EN EL SALVADOR"

Revista La Universidad, N 6, 1988, Universidad de El Salvador, pp. 43-46.

“Todas las voces todas

Todas las manos todas

Toda la sangre puede

Ser canción en el viento.

Canta conmigo, canta

Hermano americano,

Libera tu esperanza

Con un grito en la voz”.

 

«Miles de salvadoreños entonaron estas estrofas el pasado 30 de abril en un evento sin precedentes en la vida cultural, política e histórica del país. Ese día, Latinoamérica se volcó hacía los 14 departamentos de nuestro suelo, en una significativa muestra de solidaridad para con el pueblo, en lo que marcaría una nueva etapa en la historia del movimiento artístico nacional ¡la realización del Primer Festival "Un Canto por la Paz con Soberanía e Independencia en El Salvador"!

Desde hace mucho, diversas instituciones y gremios habían promovido esfuerzos por lograr una actividad artística de esta envergadura, pero la represión institucionalizada vigente en el país, había coartado estas iniciativas en múltiples ocasiones Sin embargo, el conjunto de todos estos esfuerzos forjaría las condiciones para llevar a cabo uno de los más grandes eventos culturales en nuestra historia.

En este evento convergieron las corrientes latinas y norteamericanas de la Nueva Canción del Continente, cuyas raíces se encuentran en nombres como Atahualpa Yupanqui y Paul Robinson, cobrando mayor fuerza histórica con el triunfo de la Revolución Cubana en la década del 60 y el surgimiento de lo que se conocería como la Nueva Trova.

El Salvador, como toda Latinoamérica, no estaría aislado de la influencia de esta nueva corriente artística, para 1970 emergían del seno de la Universidad de El Salvador, diversos talleres culturales y grupos artísticos que recogerían el mensaje de Mercedes Sosa Gabino Palomares, Óscar Chávez Amparo Ochoa, Los Parra, Quilapayún, Inti Illimani, el Quinteto Tiempo y el inolvidable Ali Primera.

En esta década el movimiento cultural contrario a los regímenes militares de Fidel Sánchez Hernández y Arturo Armando Malina cobraría auge, con los grupos musicales "Mahu Cutá" (sic) y "La Banda del Sol", y los talleres de teatro "Sol del Río 32", "TEC", y "Los Vagos".

Sin embargo, al igual que en todos los países latinoamericanos, el desarrollo de la Nueva Canción se vería truncado violentamente por la instauración de las dictaduras militares, que reprimieron las expresiones artísticas de esta corriente. El cobarde asesinato de Víctor Jara, en Chile, marcaría para las generaciones seguidoras una época de terror y persecución, que en El Salvador cobraría auge con la gestión gubernamental de los militares de Arturo Armando Malina y Carlos Humberto Romero. Muchos grupos exponentes de la Nueva Canción salvadoreña se enfrentaron a la decisión de abandonar la música por las luchas populares o elegir el exilio para sobrevivir. De los que se quedaron, destacan los jóvenes "Tamba" y "Góngora", quienes morirían en combate posteriormente. De los que se fueron, se conformarían los grupos "Cutumay Camones" y "Yocolocamba l ta" en el exilio, junto con el desarrollo de la "Banda Tepehuani", quienes han dedicado su arte al trabajo de la solidaridad para con las luchas del pueblo salvadoreño*.

No es hasta inicios de 1983, cuando se reiniciaría tímidamente el arte popular en el país, con el surgimiento de los grupos "Guinama", "Nueva América" y otros, cuya máxima expresión política la alcanza el grupo obrero "El Indio", un fenómeno de múltiples características culturales en el marco del avance de las organizaciones populares salvadoreñas.

Con el renacimiento de grupos de promoción de arte popular, también toma auge la necesidad de la organización artística, que promoviera el rescate de la cultura nacional. En ese sentido, surgen gremios como la Asociación de Trabajadores por el Arte y la Cultura (ASTAC) en 1983 y el Movimiento por el Arte y la Identidad Cultural de El Salvador (MAICES). A lo largo de su trayectoria, estos organismos se han dedicado a promover el arte nacional, la promoción de los valores propios de nuestra cultura y el compromiso artístico de cara al movimiento popular salvadoreño.

Ambos organismos, han trabajado arduamente en el impulso de festivales de música popular en universidades, plazas, mercados, instituciones, gremios y cooperativas, al igual que han contribuido al desarrollo de seminarios, talleres, foros, exposiciones y otras actividades que difundan las bases y la necesidad de rescatar una cultura propia, rompiendo el esquema imitativo, repetitivo, alienado que ha caracterizado el movimiento artístico salvadoreño por años.

Tanto ASTAC como MAICES, en conjunto con la Universidad de El Salvador, veían urgente la necesidad de aportar nuevos valores culturales a las nuevas generaciones, que contribuyeran también a reflejar la realidad del país a través de la promoción del arte como un medio de comunicación hacia las mayorías, paralelo al crecimiento del movimiento popular y las luchas reivindicativas de los trabajadores.



Es precisamente la reorganización del movimiento cultural salvadoreño y el resurgimiento de las luchas populares, las que forjarían las condiciones necesarias para llevar a cabo un festival de la Nueva Canción que cubriera la totalidad geográfica del país.

En San Salvador, Santa Ana y San Miguel, la procedencia de la mexicana Amparo Ochoa, del brasileño Thiago de Mello, del argentino Adrián Goizueta y el Quinteto Tiempo de ese mismo país, así como también la representación de Venezuela con el grupo "AHORA'', y los artistas norteamericanos del grupo Human Condition y Holly Near, significaba una reafirmación del apoyo de los pueblos del mundo a la lucha que libran los sectores populares en el país en búsqueda de una paz con justicia y soberanía.

Puede afirmarse que América Latina se volcó solidariamente hacia El Salvador, los días 27, 28, 29 y 30 de abril, en el Estadio "Oscar Quiteño" de Santa Ana, la plaza Araujo en San Miguel y la Plaza Cívica en San Salvador. Precisamente por el alcance solidario y fraterno de este festival, también hubo que enfrentar múltiples obstáculos para que pudiera concretarse. El desarrollo de las actividades tropezaría con la respuesta represiva de los sectores en el poder, que veían en peligro sus intereses al permitir un evento de esta naturaleza. Estos temores por parte del régimen salvadoreño se materializaron con el impulso de un operativo militar en los alrededores de la plaza Araujo, en San Miguel, lugar en donde se había planificado la presentación de los artistas nacionales e internacionales.

Desde tempranas horas de la mañana, efectivos militares irrumpieron violentamente en la zona, destruyendo la tarima que cuidadosamente habían llevado para presenciar el acto. Estos hechos sucedieron a pesar del compromiso adquirido por el Coronel Emilio Ponce, Jefe de la 11 Brigada de Infantería en San Miguel, de no obstaculizar el desarrollo de la actividad.

En lo cultural, el evento ha permitido el intercambio de experiencias con las corrientes de la Nueva Canción vigentes actualmente en Latinoamérica, que marcan en el país el crecimiento y consolidación de esta fuerza artística, de cara a las nuevas generaciones, como un legado de las luchas actuales y su aporte al rescate de la identidad cultural propia de nuestro pueblo.

En contraposición al arte exportado por agentes externos a nuestra cultura, el festival "Un Canto por la Paz con Soberanía e Independencia en El Salvador", recoge lo más hondo del sentir de los pueblos latinoamericanos y los fusiona en un solo canto de ardua búsqueda por una paz verdadera en el Continente. La visita de artistas latinoamericanos al país, permitió el valioso intercambio de experiencias con nuestros artistas, que contribuyen enormemente al desarrollo del arte nacional. Durante un foro de la Nueva Canción organizada en la Universidad de El Salvador, Holly Near, Thiago de Mello, "Ahora" y el grupo experimental de Adrián Goizueta, explicaron sus raíces y los tropiezos que afrontaron para su desenvolvimiento como artistas de la Nueva Canción, que permitirán un enriquecimiento cultural para nuestro pueblo en la formación y desarrollo de un arte propio.

La Nueva Canción denuncia, rescata, lucha y trabaja a la par de su pueblo. La música de Holly Near canta a los desaparecidos de Chile, Brasil, Centroamérica y del continente entero, y protesta en contra de la intervención norteamericana en la región, al igual que rescata nombres de las clases desposeídas de su respectiva cultura, como Harriet Tobman, esclava negra norteamericana que dirigió el levantamiento de más 500 negros en contra de sus opresores.

También la Nueva Canción refleja la realidad de los oprimidos en Latinoamérica, la represión que vive cotidianamente como ¿dónde está Salvador Ubau? del grupo Nueva América, y su vacío cultural usurpado por extranjeros como "La maldición de la Malinche", de Amparo Ochoa. Así como también, resalta a sus héroes y sus luchas, en coros como "La marcha de la Unidad" y "Canción con Todos", entonadas por miles de salvadoreños el 30 de abril casi a las once de la noche, en compañía de la solidaridad internacional de todo el Cono Sur y Norteamérica.

Tiempo, Amparo Ochoa, Human Condition, Holly Near, Ahora, Cutumay Camones, Thiago de Mello, Adrián Goizueta, Nueva América, Zunca y El Indio, flecharon en la historia de una nueva época para la cultura del pueblo salvadoreño, que deja en las nuevas generaciones una nueva semilla y una nueva lucha por el arte y el compromiso con los pueblos del Continente. El Primer Festival Un Canto por la Paz con Soberanía e Independencia en El Salvador, es el inicio de una tradición para la nueva canción en el país, que seguirá vigente mientras exista un pueblo en lucha, que busca la paz con independencia en la cintura de América Latina.»

* Ese dato es inexacto, pues Yolocamba se fundó en San Salvador en agosto de 1975, mientras que Cutumay se formó como parte de la estrategia del ERP. 

Portada del álbum publicado en 1991.

Les comparto un vídeo publicado por Bonifacio Cantarero en su canal de youtube en el cual se puede apreciar a Lorena Santillana y Nuevamérica en el Festival Un canto por la Paz de 1988:




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