Erick Barrera.
El pasado 15 de marzo se llevaron a cabo las elecciones presidenciales en El Salvador. Después de una larga campaña en donde la derecha hizo de todo para convencer a la población de lo mal que sería un gobierno de izquierda en este país, el partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional FMLN, de la mano de su candidato, Mauricio Funes, fue proclamado ganador de la contienda electoral.
Esta es sin duda una victoria importante para la izquierda no solo en El Salvador, sino también para sumar a los gobiernos progresistas que se suceden en otros países de la "patria latinoamericana" que aspiran a la creación de una correlación contrahegemónica al neoliberalismo. Y tambien es una derrota no solo al partido ARENA, sino a las cúpulas de los otros partidos, y a la burguesía internacional que dio su respaldo.
Sin embargo, el FMLN asumirá la presidencia en uno de los momentos mas difíciles a nivel munidal, un momento de crisis del capitalismo. Por ello se suman grandes problemas. Esto en el sentido de que mucha de la gente que votó por Funes, va querer obtener soluciones concretas de manera inmediata, otros sectores van a querer pasar la factura por el apoyo dado y sin duda la burguesía no va quedar tranquila y es posible que intentará hacer coordinaciones con aquellos otros sectores que no estén satisfechos con el gobierno de la izquierda. Algo parecido a la experiencia nicaraguense.
En ese sentido el gobierno de "unidad nacional" que propone Funes, va tener una dura tarea de convencer a todos los sectores y clases a "unirse" para trabajar por un proyecto país, pues sabe que no le conviene confrontar con nadie y no va querer hacerlo. En cambio el FMLN, quien es solo una pieza dentro del nuevo gobierno, tiene otra tarea y es la de aprovechar esta coyuntura políticamente mas favorable, para profundizar su trabajo organizativo con las bases y formar políticamente a su militancia, puede aprovechar esto para crecer políticamente y organizativamente como el partido de la izquierda, así en futuras contiendas no tenga que ceder tanto como lo ha hecho esta vez.
La burgesía aunque astuta en sus declaraciones iniciales, hará lo que esté a la mano para recuperar algo que les ha pertenecido por muchos años si es que de alguna manera no le conviene a sus intereses y ve que estos se ven afectados de manera negativa. De ser así tiene los otros espacios para combatir al gobierno. Desde un ahogamiento económico, hasta fortalecer sus grupos de choque que, como lo demostraron en la última semana, tienen mucha beligerancia y disposición a confrontar hasta las últimas consecuencias. En el caso que los negocios vayan bien, para los capitalistas no habrá mayor problema de trabajar de la mano con el ejecutivo.
Es una relación peligrosa gobierno-empresarios, pues cuando los intereses no coincidan seguro confrontarán, eso supone que las organizaciones populares tienen que, al igual que el FMLN, fortalecerse organizativamente y crecer políticamente, tanto para respaldar las decisiones favorables del gobierno, como para combatir acciones que no favorezcan a los sectores populares, tomando en cuenta que no puede ser brazo auxiliar de la burguesía. No es automático de ser siempre oposición y ser siempre aliados. La tarea es continuar construyendo un proyecto político popular, no perder de vista los objetivos estratégicos. Debemos retomar y rescatar esta experiencia que nos demostró que podemos unirnos en función de objetivos comunes. Si lo hicimos para fortalcer la via electoral ¿podemos hacerlo para construir una sociedad diferente?
Abandonar el tacticismo y asumir que la lucha no le pertenece exclusibvamente a un partido, sino a todos aquellos sectores que confían de que se puede avanzar hacia una sociedad nueva. Habrá que sacar los aprendizajes de esta experiencia en limpio.
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