Golpes de pájaros enclaustrados
simulan siluetas de fantasmas nómadas
soles de un octubre visando atemorizadas
los granizos de la luz discordantes.
Vientos que enmarcan palabras precisas
por los muelles de empeños acallados
tu voz, la mía, el ruido del reloj
del calendario.
El caparazón del futuro liado
como una escafandra en mi rostro
impúdico en el secreto
de este miedo al kilometraje,
audacia quien se escapa del destino
como quien la tiene cerca y no la ve.
Ternura apta para estos brazos
que no son de acero
más del fieltro incalculable
que presupongo al despedirme
de tu guiño que se escapa
hasta la próxima, sutil, hipotética.
casi irreal
mirada.
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