Envidio mis mejillas
porque han probado
el jarabe bondadoso
de tus labios
derretidos
por el calor de estos
días
Nadie –incluso yo-
me conoce tanto
y aun así no he sido
digno
de protagonizarte un
sueño
Manera espontánea
de inventar anocheceres
caen como puñaladas
donde aguardo tu
memoria
que van rumbo al abismo
improbable
de tus aspas inmanentes
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